una casa en llamas

mis pies cansados merodearon en huida.

no sabía si había perdido el rumbo, o si alguna vez existió uno.

caminando a tientas y perdida,

hasta que se esparció el humo

difuminándose en la oscuridad del cielo

llamándome desde lejos,

y no pude evitar sentirme atraída.

una luz se volvió mi guía

y al llegar caí de rodillas,

sin creer lo que veía.

una casa ardiendo en llamas,

la estructura al rojo vivo.

la incandescencia dilató mis pupilas,

el fuego se reflejó en mis ojos vidriosos.

¿estuvo ahí todo ese tiempo? la intriga me poseyó.

la escuché incitándome,

levanté la mirada ante el majestuoso evento,

de fondo el sonido de la brasa quemándose.

Era un regalo del universo.

lentamente atravesé las llamas que nos dividían.

descubriendo la intimidad

analizando cada rincón humeante y abandonado

de inmediato me recibió la calidez del interior

y me costó trabajo entender la realidad.

hice contacto con la pared, mi mano se impregnó en hollín,

la ceniza llenó mis pulmones.

con el paso del tiempo, comprendí.

el encierro me reconfortó.

entendí que no habían razones, ni conclusiones,

solo ese preciso momento de conexión.

yo pertenecía a ese lugar, y no importaba cuán perdida estuviera,

la luz me traería de vuelta.

cauterizó mis heridas,

me mantuvo segura.

la tristeza se extinguía, pero el calor de ese lugar era para siempre.

me senté y dejé que me consumiera,

lloré y me fundí junto con ella.

encontré lo que tanto me hacía falta.

supe que por fin había llegado a casa.