El velíz

Liaazhny

 

EL VELÍZ

Por Elizabeth Alejandra Castillo Martínez

Octubre 14,2021.

Era el mes de septiembre del año 1985 cuando en su entrevista en la oficina de Cultura y recreación le dieron escoger su centro de trabajo, ella sin conocer ninguno de los dos lugares se dejó llevar por la intuición y señaló en el mapa el lugar de su elección. Se fue muy contenta para su pueblo, ansiosa de contarle a sus padres que ya tenía trabajo. Al mencionar el lugar por el cual se había decidido su Padre se preocupó y le dijo que esa ciudad todos los días salía en la nota roja del periódico, preguntándole si todavía era posible cambiar el lugar, ella le dijo que no, era viernes y se tenía que presentar el lunes.

Ese fin de semana fue intenso, lavar la ropa, plancharla, escoger lo poco que se podía llevar y despedirse una vez más de lo más preciado que tenía, sus hermanos.

Llegó el domingo y no tenía aún en que guardar su pequeño equipaje, pero apareció el angelito de la guarda, la comadre Lidia, cuando era más chica ella le ayudaba a esconderse de su mamá cuando le quería pegar por alguna travesura o un quehacer mal hecho. -Ve a la casa le dijo, yo te prestaré un veliz. Inmediatamente fue por él, era de color verde pistache, de tamaño mediano, justo para ella. Acomodó rus pertenencias y cuando llegó la hora, tomó su suéter y la bolsa que su madre le había hecho para un taller de serigrafía y en el que había impreso la silueta de una bailarina Clásica, en esa bolsa iban sus objetos personales, un pequeño monedero y todas sus ilusiones y esperanzas de lograr una vida mejor para ella y sus hermanos. Salió de casa con la bendición de su madre y del brazo de su papá que la acompañaría a la terminal de autobuses.

Allí estaban sentados esperando la corrida de las 11:00, cuando de repente alguien se acercó a su padre diciéndole: - ¿Gordito, que haces por acá, a dónde vas? - ¿Solo vine a acompañar a mi hija que se va a trabajar a Tuxtepec – ¿Mira nada más, que coincidencia, yo soy de allá, ya tiene dónde llegar? -Sólo la dirección de su trabajo - ¿Traes unas monedas? Ahorita mismo le marco a mi Madre para que la reciba. El joven, de buena estatura, de tes blanca, ojos claros y muy simpático, reía cuando hablaba con su mamá, después de unos minutos, anotó en un papel la dirección y el número de teléfono de su casa diciendo: - señorita con toda confianza puede llegar a la casa, mi madre la recibirá y cuidará de usted como si fuera su hija.

El padre de la chica le agradeció y le dio un abrazo, en eso vocearon: Pasajeros con rumbo a Ixtlán, Valle Nacional y Tuxtepec, favor de abordar el autobús. Se despidió de su padre con los ojos llenos de lágrimas, era la segunda vez que se separaban, sus corazones latían apresuradamente, lo abrazó muy fuerte y al igual que la primera vez tuvo mucho miedo de dejarlo solo, él como siempre le dijo que confiaba en ella y que no tuviera miedo que todo saldría muy bien, que Chuchito la cuidaría. Lentamente se separaron de aquél filial abrazo y con un nudo en la garganta ella abordó el autobús.

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  • Autor: Liaazhny (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 16 de noviembre de 2021 a las 23:23
  • Comentario del autor sobre el poema: Es el recuerdo de épocas dificiles que muchos vivimos para poder alcanzar los sueños
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 20
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