Caballos de Frisia

Caramelo de Ricina

En el campo de la carencia,

jugué con un sorbo,

vestí la lengua, 

enardecí tu presencia

que invitaba como el junco, 

que trinaba como la reinamora,

descalza en mistoles, 

crujiendo para el sol. 

 

En la profundidad ciega 

de un cielo corto, 

del color del frío, 

del llanto del viento,

suave como la muerte acariciada por la vida,

me avergonzó ofrecerte tan solo dos ojos 

-cualquier gesto se queda a mitad de camino 

cuando se trata de ofrendarle a tu divinidad-.

 

Conducimos recto 

en un pasado curvo,

con el destino en el baúl,

con mis dedos sosteniéndote la página

del final que de tanto abrir

no te dejo cicatrizar.

 

Sin embargo, 

tras la caza 

te esperé con el pecho lleno de "ahoras". 

 

Incluso cuando sus lágrimas dieron en el blanco y 

la culpa se te enredó en el pelo, 

hice espacio para cultivar más balas, 

en pólvora fértil,

en una guerra melosa, 

con la carne hecha pétalos...

 

Tejí 

y destejí 

un perdón 

hasta tu regreso.

 

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  • Autor: Caramelo de Ricina (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 26 de octubre de 2021 a las 20:46
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 53
  • Usuario favorito de este poema: Texi.
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