XXXVIII - MADRE

ENRIQUE HORNA

Madre estos versos son comunión

Del cariño y la ostia del tiempo

Están más allá de la línea

Entre la vida y la muerte

Ausencia es solo de los cuerpos

Los espíritus respiran bendecidos

En la sublime entraña de sus afectos.

 

Mis indomables melancolías

No se cansan de viajar

Se tornan peregrinas

Para desvelar las sombras

Con la infinidad de la ternura

El manto humilde de su regocijo

La paz de la bondad.

 

El pueblo y su aroma

La vereda y su esquina

Nuestra complicidad hecho risa

Agradeciendo al sol y el cielo

Sin preguntar a la creación

Cuantos momentos tiene la dicha

Y cuál es el rato del adiós.

 

La profundidad de la vida

Tiene sus afanes celestiales

Sus luces incomprensibles

Las ofrendas del horizonte

A la libertad de la lluvia

Sus colores son los tuyos madre

Resucitan en cada andar de la tarde.

 

Los gatunos ojos de la noche

Se asoman a la ventana

Tienen el verde de los campos

El parpadear de los duendes

Seduciendo a la luna

En las estrellas hay un eco

Arrullando a la cuna.

 

Las palabras no alcanzan

Para pagar deudas de los incrédulos

Las oraciones son el rio del amor

Tributando sus deidades

Es un espectro dulce y apacible

Fecunda y germina al hombre

Es el principio donde habita su madre.

 

 

EH                                                                                           27.10.2021

 

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