"Amor y desencanto"
--Únicamente faltaban quince     minutos para dar por terminada la última jornada semanal,  y hoy, no sé ni porqué,     tenía el deseo de correr a mi casa.  
Me aseguré a mi mismo, no voy a ir a "la     Clase" (este es el bar. al que rutinariamente voy los viernes después del trabajo para     botar las presiones de la semana) así es pues que con la satisfacción     de haber puesto todos los libros al día, los fui a colocar al archivo.  Es un vicio     que tengo [causa de  	mi estrés] el obligarme a dejar todos los registros     bien asentados y las cuentas como que si fuesen un balance tan cristalino que la menorfalta resaltaría sin dificultad.
Cuando llegué al parqueo ya el encargado  	tenia mi     carro en la salida , le avise telefónicamente antes de salir,  pagué mi cuota     semanal, doblé el recibo en mi billetera y con satisfacción  	vi.     que por los menos esta semana mi señora recibiría su gastos "sin descuentos".       Tomé el rumbo a mi hogar y con desagrado recordé que mi dulce     Georgina me contara la visita de su primo, él jamás llegaba cuando yo estaba en casa,       y para mis adentro , me dije a manera de calmar mi     fantasía,  mi mujer es un ángel y no debo ofenderla ni siquiera con el  	pensamiento.
Media hora y presioné el botón del control remoto     para abrir el portón del garaje, después de parquearme correctamente pues  	tenia toda la     buena  intención de no salir el fin de semana, tomé un     ramo de flores que había pasado comprando y me fui directamente a darle un beso a mi     vieja, como le digo cariñosamente.  La abrace     amorosamente y ella me puso la mejilla...  	Tino, me dijo,  ya que venistes temprano     debías haber traído algo para la cena,  así que te vas a tener que conformar con     lentejas y arroz.
 
Como no quería el mas mínimo disgusto le sonreí     y me fui a cambiar a mi dormitorio.  Otro sobresalto. veo  la cama ligeramente     revuelta, como que si fuese arreglada a última hora.  Pero     no, cómo puedo yo ponerme a pensar en  tonterías, así que ya cambiado me voy al     comedor y trato de tener buena conversación que  	fue como     un monologo. Después de la cena  un buen café,  un programa de  	televisión y con     abierta  insinuación le pedí a mi vieja que nos fuéramos a la cama.
 
Georgina se hizo de rogar, como siempre,  se     puso a arreglar la casa, lavar la vajilla,  sacudir la sala, después se maquilló [o     desmaquilló]  se colocó unas cremas ,  se puso su ropa de     dormir,   que además de la ropa interior era un camisón hasta los tobillos y     cuando ya el reloj iniciaba el conteo final del día  se  	fue a     acostar; Yo la abrasé y traté de acariciarla pero ella muy automáticamente me quitó la     dirección del abrazo... yo insistí varias veces y en una de esas     mi mano llegó a posarse como al descuido en el monte púvico.  Otro sobresalto.       Estab muy húmeda,  pero  yo me quité de     inmediato la mala impresión ,  pues mi Georgina es una santa. 
 Después de muchos intentos,  y con cierto     desagrado,  me sentí  obligado por mi animal instinto a violar a mi propia     esposa,  no sin antes darme cuenta que para ella mis manos son     asquerosas,  que el peso de mi enjuto cuerpo es demasiado pesado para ella,        y que mi aliento  es para ella muy desagradable por lo que tengo que     dirigir mi rostro hacia otro lado:  A la vez que ella me dice.. Constantino que no me     eches el huelgo caliente y quita tu peso que estoy muy     cansada.
"Desahogado el esposo  desea quitarse el     motivo de su tristeza, 
 desahoga     íntimamente de su alma el llanto,
va doblando muy suavemente la cabeza... 
 y     "expiró"  ¡ De amor y desencanto"
Rafael Mérida Cruz-Lascano
      
						 
						
                        
                        
					
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