Entre paredes de espiral y puertas de hierro 
se cuece esa historia contada 
por pequeños tallos y flores, 
los cuales dicen a oídos del Hombre Débil 
cómo el Hombre Fuerte tomó fuerzas 
para no doblegar, y levantar 
paredes y corazas de desprecio. 
 
La leyenda cuenta que convivían en un cuerpo, 
cuyo dueño tomo la drástica decisión de la soledad, 
y partió en un viaje hacia el hogar, que duró 
cuatro veces la vida de la tierra misma. 
 
Finalmente al llegar a destino, 
y sin reparar en la realidad 
el hombre débil se despidió súbitamente 
de su hermano fuerte, 
encerrándose en un llanto interno 
de oscuras maquinaciones, 
porqués sin infraestructura 
y vientos de pesares maquiavélicos. 
 
Mediante una profunda meditación 
y un cántico alarmante, 
el Hombre Débil sucumbió bajo una seda 
tan bella y asesina, entre 
fangos esmeraldas y soretes nauseabundos, 
se aferró a criaturas de terciopelo sin vida, 
implorando que la muerte llegue. 
 
El sueño fue eterno 
y su hermano fuerte no pudo despertarle, 
mientras que el hombre débil se enarbolaba 
en una batalla silenciosa y calma, 
aunque de por sí vibrante y alarmante, 
sufrió por doquier y preguntó, 
buscando en su propia corteza 
quién era, para qué estaba hecho, 
a quién debería otorgarse. 
 
Las putrefacciones sin vida lo tapaban 
en una dimensión donde 
los colores apaciguantes 
se confundían con olores, 
los sentidos ya no servían, 
apagados, sin uso, 
la moral no atendía, 
los minutos eran milenios 
y los gusanos carcomían la carne. 
 
Mientras, 
el Hombre Fuerte decidía cubrirlo con corazas, 
mas la fuerza no venia hacia él, 
como si en el sueño del otro 
se hubiera desvanecido y apagado, 
no lograba obtener esa finura 
y esa entereza que corresponde 
a la necesidad de sobrevivir. 
 
Torpemente trató de levantar paredes, 
ladrillo por ladrillo, 
se puso el objetivo de proteger a su hermano 
mediante un palacio, 
pero se cansó y desesperó, 
tan sólo atendió al cansancio 
y se desmayó paupérrimo 
en un caer estrepitoso. 
 
 
Luego de un tiempo, 
es despertado por el sonido 
de un tallo fértil que se desprendió del suelo, 
es hermoso, debilitante, 
fornido y auspicioso. 
 
El tallo va creciendo, 
a medida que los ojos de sorpresa 
del hombre fuerte se agrandan 
y creen continuar en las nubes. 
 
De la majestuosa plantación 
nace una tremenda flor dorada, 
hermosa como mil lunas, 
tan pero tan alegre y dispar.. 
 
El Hombre Fuerte cree soñar, 
se observa entuerto y carcomido 
cuando la dulce flor se abre, 
y aparece en su vientre 
una desnuda 
dueña del jardin eterno de las vanidades. 
 
La corteja en un baile que conspira 
contra la omnipresente oscuridad del lugar, 
se ríen y autoconvencen 
de lo propios que son el uno para el otro, 
pero aun así, no logran conservar 
más de una milésima ese vínculo 
que dará fuerzas al profundo guerrero. 
 
Luego de observarse como cazadores a presas, 
ambos se tuercen y desnudos se funden 
durante un tácito y fenomenal momento, 
en el que se aman como esposos, dos veces, 
la primera tan insegura, espontánea y dulce, 
la segunda tan fuerte y maciza como robles. 
 
El Hombre Fuerte toca el cielo y mas allá, 
surca océanos y se nutre 
de largas bibliotecas divinas, 
sorprende en su accionar a propios y ajenos, 
se convierte en mucho mejor hombre, 
más fuerte aún, 
y pensativo. 
 
Comparte su todo 
con esa genial y dantesca dueña desnuda, 
con pechos de maravillas 
y andar de maga sabia, 
pero en un suspiro, ésta desaparece, 
como si nunca hubiera existido. 
 
El hombre fuerte se equivoca, 
utiliza la fuerza obtenida para buscarla, 
en vez de alzar a su hermano, 
llevarlo hacia latitudes mas prosaicas 
y no tan calladas. 
 
Mediante una hazaña encofrada 
en búsquedas inauditas, 
la encuentra 
luego de contar a mil personas y más 
como esa flor de terciopelos de colores olía. 
 
La invita a entrar al pequeño castillo, 
el cual se encuentra a medio empezar y desnivela, 
otorgando por doquier 
esa funesta incompetencia del hombre fuerte 
para con la construcción de corazas. 
 
La invita a conocer 
a su dulce hermano débil 
que yace, batallando internamente 
en un pozo de barro y estiércol oscuro. 
 
La noble y desnuda flor 
de petalos amarillentos 
parece reirse, 
brindándoles a ambos 
un desprecio y rechazo 
comparados a relámpagos de dioses 
sobre campos delicados. 
 
La desnuda 
con pelos de lianas 
y saltos de gacela 
se retira 
como lo hace la luz del día durante la noche.. 
 
El Hombre Débil, 
quien habia abierto un ojo durante la visita 
se encumbra más y más 
en un hundimiento 
hacia infiernos profanos, 
el Hombre Fuerte calla, mira al suelo, 
y se vuelve negro, 
jurando nunca más reir ni alegrarse 
por nada de este mundo. 
 
Entre paredes de espiral y puertas de hierro 
se cuece esa historia contada 
por pequeños tallos y flores, 
los cuales dicen a oídos del Hombre Débil 
como su hermano forjó 
un castillo gigantesco 
durante centurias, 
combatió rechazos imberbes 
aún a merced de su impronta feliz, 
tomó su bravura y la donó 
al servicio de ese hombre débil 
que ya salía victorioso 
de su batalla interna, 
renovado. 
 
Este Hombre Débil despierta 
un día en que la guerra predomina, 
fuera se escuchan gritos y explosiones, 
pero eso no lo inmuta. 
 
Lo que logra devolverlo a vida 
es una pequeña gota que entró 
por alguna pequeña ventana del mausoleo, 
y fué resbalando entre rescoldos y techos. 
 
La gota es nada más y nada menos 
que una lágrima del mismo Dios, 
el cual la derramó en el momento 
en que el Hombre Fuerte vencía 
al demonio más oscuro 
visto en la tierra y otros páramos. 
 
La dulce gota de compasión 
dá felíz en la frente del hombre débil, 
éste se levanta finalmente, 
deseoso de amar. 
 
Se hace amigo 
de unas pequeñas y dulces malvas 
que crecieron derredor suyo, 
formando un contorno. 
 
Éstas le cuentan lo sucedido, 
el Hombre Débil asoma su oreja 
y la apoya en las frías paredes, 
logra apenas escuchar 
a miles de palomas conversar 
con su hermano fuerte. 
 
Grita desaforado de alegría, 
llamándolo por su verdadero nombre: 
"Fortaleza!! Fortaleza!! 
Dónde me has metido, me has protegido? 
Deja ya de charlas y ven aquí, 
llévame donde otras criaturas 
puedan escuchar y vivir 
lo que tengo para mostrar." 
 
El Hombre Fuerte trata de explicar, 
y hablan mediante la paloma 
más joven de todas, 
quien susurra entre ladrillos, 
enviando recados. 
 
Entre hermanos se prometen dos cosas, 
el fuerte le promete 
que traerá la llave de su encierro, 
que lo sacará de allí 
y lo llevará a tierras sagradas, 
el débil promete 
no ahogarse en la soledad, 
promete ser paciente 
y dar un poco de lo que tiene que decir 
a las palomas, 
para que se lo digan a una princesa encantada. 
 
Las palomas llevan el recado, 
el cual vuelve, al parecer 
con una respuesta prometedora 
aunque fugaz e insulsa. 
 
La esperanza reina en el lugar, 
de la cual sale como inventado por un ángel, 
un blanco caballo de crines majestuosas, 
peto fortalecido, y copas tremendas. 
 
El Hombre Fuerte 
carga con todas sus armas y defensas, 
y monta a Esperanza, 
quien lo llevará cabalgando 
en un viaje eterno e inspirador, 
soportando decepciones 
y tomando fuerzas 
de cada trago de bondad y amistad.
 
La Fortaleza cabalga rauda 
subida a una Esperanza, 
mientras las Ganas de Amar 
despiertan y esperan pacientes, 
comunicándose a través 
de blancos Elogios y Halagos 
con una Princesa Poetisa que enamora.
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                        Autor:    
     
	Nik Corvus Corone Cornix ( Offline) Offline)
- Publicado: 2 de septiembre de 2010 a las 02:13
- Categoría: Amor
- Lecturas: 261

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