Esfuerzo

Walter Brunini

En tanto hacemos lo que podemos,
ellos hacen lo que quieren;
nosotros tenemos las ganas,
ellos tienen el dinero.
Si al menos tuvieran respeto
por nuestras estrategias y métodos,
o la decencia  de no imponer el precio
a nuestro eterno esfuerzo;
quizás valdría lo mismo
una gota de sudor latino y una europea;
el tiempo de un americano y el de un africano;
la llaga en la mano del blanco, el amarillo y el negro.
Si se abstuvieran de ese afán por controlarlo todo,
y dejaran de gastar recursos pariendo balas,
pondrían la ciencia al servicio de la vida
y todos dejáramos de ser un número en la tabla;
si el morbo de vernos de rodillas lo percibieran asqueroso,
si dejaran de sentir el gozo, de vernos tristes y aturdidos,
sería distinto el destino de la integridad humana,
que a fuerza de bloqueos solventados por su armada,
van denigrando en forma sistemática,
hasta vernos besar el polvo y bajar la mirada.

Le valemos arrastrados y comiendo de sus sobras;
así logran sostener su cómodo estilo de vida,
tener asegurada, a diario, las cuatro comidas
y los galones de agua mineral embotellada;
de mientras, hurgamos en un pozo
esquivando la podrida y la salada.
Somos pueblos de paz obligados a pelear,
pues no solo codician lo nuestro,
además lo quieren servido;
disfrutan ver el callo florecido en nuestras manos,
en tanto se rascan el trasero aplastado;
si quiera tuvieran la amabilidad
de venir ellos a escarbar la piedra,
hasta quizás podríamos colaborar alegremente;
al final de cuenta somos todos la misma gente,
tratando de disfrutar lo que nos da la tierra.
Pero no, ellos insisten en fomentar la guerra,
sembrar odio, desconfianza,
destrato, culpa y desmerecimiento;
saben que calando desde dentro
más pronto se seca el árbol y perece ante cualquier viento.

Si al menos dejaran vivir tranquilos,
renunciaran a ver trabajadores en nuestros niños;
pusieran a su alcance un montón de libros
y no una pala, un rastrillo y un pico.
Nuestro joven pueblo, fértil, saludable
sosteniendo sus pueblos envejecidos,
a fuerza de brazo y escasez;
a sombra y sol, sin conocer el horizonte
ni el cielo en su esplendor celeste;
porque les tapa el paisaje el monte,
donde retumba el hacha incesante  
de la mañana a la noche.

Con la soga corta al cuello, nos exhiben;
rozando la ridiculez se muestra sabio el amo,
próspero en su vejez, rodeado de lo acumulado,
que ni en cien vidas podrá gastarlo;
fruto del esquilmado, genocidios, esclavos,
trata, libertades coartadas; control mercenario;
con su Dios grabado en la hoja de la espada,
el mismo al que la víctima reza para salvarse el alma.
Hipócritas; desalmados;  traicioneros de la especie humana;
nunca pudieron amar, ni ser amados, sin plata mediante
son la expresión macabra, repugnante, del dominio
que exprime, a más no poder, la sangre del bien nacido.

Nunca habrá prosperidad en nuestra gente,
en tanto sean ellos quienes dicten las normas,
con sus sucias artimañas desestabilizadoras;
insertando traidores, disfrazados de hermanos,
que le juran lealtad a sus banderas y de las propias reniegan;
representantes de sus intereses hablando nuestro idioma,
capaces de prohibir que un niño coma, para aleccionar a una madre,
que se yergue luchadora, ante el abuso recibido,
con las ultimas fuerzas de su cuerpo abatido.

Valga en esta tierra, cada esfuerzo hecho
para sacar provecho de la experiencia juntada;
sea símbolo de unión entre culturas oprimidas,
para defender a voz viva, con tesón inclaudicable,
la dignidad y el valor justo de la vida misma.
Que en paz ejerza, nuestro pueblo, la defensa del desvalido,
con la palabra por arma y los brazos como escudo,
haciendo saber al mundo, que somos quienes honramos
con acciones lo que pensamos y damos lo que pedimos.

¡Viva la patria grande, mis hermanos!

  • Autor: Walter Brunini (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de septiembre de 2021 a las 18:42
  • Categoría: Sociopolítico
  • Lecturas: 30
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