Manifestacion de vida

Tyr

El hedor de los rumores, cubría el piso de aquel lugar, parecería tal cual, que nadie iba a enterarse de lo ahí ocurrido. Porque entre secretos y susurros, la verdad era el único arcano que nunca se dijo.

Las ventanas dejaban entrar moscas, atraídas por la podredumbre de sus pensamientos, el asqueroso color de su mente trascendía las fronteras de lo inmaterial y atraía con su olor a la muerte. No era para menos, su mirada incandescente desnudaba monjas con la pupila, su boca exhalaba el aroma fuerte de un licor muy añejo y sin embargo era bien entendido cuando cruzaba la calle, si los ojos ajenos le rechazaban, que los suyos traspasarían la materia al dirigirse al otro lado de las miradas.

 

Se sabía poco de su vida, todo lo que a cuenta gotas preguntaban los curiosos, se decía a través del vulgo, ya que las amistades no le sobraban y su mirada parecía disfrutar misantropías entre los barrotes de su ventana. La gente se preguntaba al pasar por su casa, que pasaba por su mente que reflejaba tantos horrores a la simple vista del habla y este como fuego, ardía con las gases de su llana presencia en una plática, sin embargo, en la intimidad de su alma, el conocía todos los secretos de una buena amistad y las apariencias no le eran indiferentes al sentirse seguras con el, al punto de ser sinceras.

 

El soliloquio lo buscaba para encarnar la materia oscura de su podrida mente en el inconsciente de lo colectivo, en donde quedaría como registro, el recuerdo de su alma en gusanada de deseos, ardiendo al alcanzar un éxtasis de soledad en vela de juicio, de un juicio mortal que gruñía en su mirada, al preguntarse, si era verdad que lo disfrutaba o era lo que en la alacena escondía para tragar sin fruncir el ceño por el sabor del olvido. Podría mentirse y seguir adelante, creyendo conjeturas de el mismo, que no revelaban arcanos a la vista del pensamiento, a no ser, que este viniera con intensiones dispersas y que en pasiones su atención quedara atrapada, el suficiente tiempo para engendrar una expresión, una relación entre el y sus secretos, aquellos que ni su disfuncional psique comprendía, pero que sin embargo, eran pieza de su alma.

 

A medida los discursos crecían a través de su mirada, los rumores de los curiosos, a corto plazo, su saña escondían, al otro lado de la pared escuchando a través de un vaso, cualquiera que fuera la locura, que la soledad y el loco, dispararan al viento, sin importar lo que decían, sin importar lo que ahí había, eran los entrometidos los que le construían en la mente del colectivo, porque sus secretos, cual acertijo, hasta a su propia atención despreciaban atender.

En su mente crecían las interrogantes y se hacían más prontas sus propias preguntas, pareciera un sonar tranquilo el de unas tazas de café y unos platos, al cabo de unos años ya no importaba, aquella oscura casa, que apestaba a pensamientos, ya podía ser ignorada, porque ni impetuoso, ni respetuoso, se escondió en la irrelevancia, tras encumbrar un verso en la nube, dándose cuenta que la putrefacción de las almas, ya había extendido gangrena en los registros de lo insondable, tras una excusa que los espías solían llamar internet, sin embargo, tampoco era relevante, un hedonismo compartido que no capturaba su atención, no obstante, en ciertas tardes peculiares, donde la lluvia convertía en grises los días, imaginaba las nubes de las mentes de sus vecinos, pensando  cuando iban a ser desvirginadas o que iban a comer en ese momento, toda clase de pensamientos son válidos en ese espacio, solía pensar sin dejar salir ni un paso a sus deseos.

Hambriento de aires diferentes, comenzó a disfrutar un mundo distinto, al notar la velocidad con la que moría la gente que no le importaba a través de los años, el olor de su recuerdo, no le era indiferente, pero era un registro que solo tenía sentido en su mente, aunque cuando lo evocaba, olía sus muertes y el aroma profundo de un alma dejando su cuerpo, lo perseguía hasta que la costumbre le volvía su amigo.

Los sentimientos de la muerte no le eran irrelevantes, entre sus muchas preguntas, respuestas llovían, que no podía ignorar tan fácilmente, que pasaría con la muerte, cuando tocara su puerta, que decirle o como rechazarla, si el frio de su presencia era un talismán que alejaba la suerte, tal cual, la lluvia aleja las almas de las calles, sin embargo, el hilo tentador de un pensamiento, atrajo su mente hacia la desgracia, cuando pudo imaginar, que pasaría si en su casa, se plantara la muerte, si se iba papá o moría mamá, o su inflado hermano, imaginarlo solamente era plantearse que le arrancaran un brazo y nunca jamás poder gozarlo, es decir, nada después de ella volveria a ser igual, la muerte sin lugar a duda, merecía respeto y los muertos, ser recordados en esencia o en el corazón llevar su memoria.

 

La existencia en general tenía muchas cosas interesantes que mostrarle, la muerte, la vida, el tiempo, el amor, el desamor, el café y su aroma que se lo llevaba el viento, etc. Solo meditarlo, sus pensamientos se retorcían y comían al son de carne podrida a su mente y lo que en ella habitaba. A pesar de no ser el más popular o deseado de los amigos, cosas buenas se asomaban tras sus ventanas. Imaginarse amando correspondía a una serie de elementos, que convertían al amor en algo oscuro, solía pensar que inyectar su alma en el útero de un ser amado, era parasitaria desde el instante de una concepción hasta el mismísimo momento de la muerte, a la madre a lo largo del tiempo a un regazo, para heredar su ADN a las nuevas generaciones en donde abrir de nuevo las ventanas de su alma tras su deceso sería un derecho.

 

En su mente había una oscuridad peligrosa, no del tipo que engendra el asesinato, sino aun peor, aquel era de la clase de gente que gustaba actuar diferente, no por cliché, no por no ser igual, cuando ser diferente, es ahora un nuevo equitativo entre la gente, era solamente su forma de vida, que le planteaba muchos puntos de vista para una sola esfera, cosas que sabía, cosas que ignoraba, cosas que hacía, cosas que no hacía, nada fuera de lo común, sin embargo, había algo en su podrida alma, que enriquecía a los arboles cuando pasaba y nutria su calma, cuando solo estaba… estando en el espacio, con las ventanas del alma quietas sin murmuro alguno que agitara la paz de un ocio oscuro, que con sus deseos sosiegos, entonaba el baile de una verdad.





Sus pestilentes aposentos, sometían la voluntad del día tras una cortina y una muy cómoda cama,
que solía acabar con la realidad cada noche de sueño. En ella la reproducción era placentera, aún más que la soledad cuando un equilátero se erguía en orgasmos y el clímax se volvía una esquina para dos, raro acontecimiento, no solo en estos días, sino en todas las épocas, que el placer se volviera plural al éxtasis, era una extensión del pensamiento que convertía al sexo y al amor, en una relación simbiótica, en donde o hay placer en los dos cuerpos, o no hay nada.

 

Las relaciones con el sexo opuesto, eran lo que podría llamar equitativas, daba el mismo placer que esperaba recibir y las pláticas no eran lo que se dice enriquecedoras, no sondeaban temas que fueran relevantes, ni para ellas, ni para el, lo que convertía al sexo en el protagonista de las relaciones. Nadie podía imaginar que un alma como la suya, cuya existencia no tenía trascendencia ni siquiera para sí mismo, tuviera además, una media naranja que no estuviera ya mordida por la gente. Aun que culpar a la gente, por el mal estado de sus almas, tal vez fuese estúpido, pero también era idiota.

Rara vez encontraba a alguien lo suficientemente interesante, para extender la plática a más que un ritual para invocar al sexo. En su haber la mujer era un ser que traía consigo infinitos elementos de interés, sin embargo, muchos de ellos, requerían de un compromiso que no podía darse el lujo de tomar. Aun que sin embargo era consciente de la belleza que las mujeres traían en si y consigo, lo que le hacía pensarlas distintas, era extraño, eran homogéneas al hombre, casi simétricas, sin embargo sus almas encordaban una síntesis de ideas distintas a las acostumbrados desde la apreciación masculina. Por lo que las féminas eran uno de sus intereses imposibles a entender, tras un telón de misterio que llevaría vidas explicar, la apreciación femenina de las cosas, le parecía por de más interesante, lo lleva a entender que existía un lado distinto desde donde ellas aprecian el universo y sus maravillas, un lado que solo una mujer podía entender. Hasta el momento ninguna fémina, había logrado enamorarle, si, amaba a la mujer, pero en ella, las veía a todas y en todas, no lograba ver a una que protagonizara más allá de sus intereses intelectuales, su fermentada esencia.

La inmunda presencia de su espíritu, alimentaba a los demonios de los incautos, ya que en silencio, la ignorancia era un espejo. Algunas personas le veían con desdén, por sus camisas sucias y rasgadas, que no apestaban a sueños viejos, aunque su mirada vidriosa, de ojos enrojecidos, simulaba tantas cosas como el espejo permitía reflejar. En su haber había silencio, su cabeza aunque muy activa, gozaba de una paz insoluble, que reinaba en toda la extensión de su alma. Ni el tiempo, ni su paso, ni si quiera la muerte y su tempestad fortuita habían logrado arrancar tal mansedumbre, en un hombre tan poco tradicional a la mirada.

 

Pero el sabia detrás de todo prejuicio, que el tan extraño estado de su alma, era algo que en otras escuelas solían llamar normalidad, por lo que no hacia alarde de nada, todo el tiempo, todo el hedor, toda la podredumbre, no eran más que detalles detrás de un par de ojos abiertos, en donde lo único que importaba era lo que la mirada alcanzaba a abarcar y pues aun siendo un misterio, también lo que vivía cuando su  mirada se habría en el mundo de los sueños, en toda forma, no se sentía especial como para presumirlo, pero también sabía que la combinación de elementos con las que se adornaba su alma, eran un bien peculiar que lo hacía único, en cuya presencia podía sentirse el espíritu de un ser diferente, tanto como todos los seres que habían logrado abrir sus ventanas con éxito en el algún sitio del cosmos, aun cuando estuvieran adornadas en formas más horrorosas que el miedo y más lindas que la belleza envueltos para regalo.

 

Laborar, para él, era más que tiempo perdido, era  un entretenimiento pagado, no le importaba invertir un poco de esfuerzo, que en teoría era la moneda más cara que poseía, para levantarse por las mañanas algunos días a la semana y servir en un hotel de mala muerte, haciendo de todo un poco, pero principalmente ocupándose de la limpieza del lugar. Había llegado a un punto en su existencia, en el que nada le parecía banal, aun que era imposible evitar lo trivial,  sonreía pensando en la canción, cada vez que pensaba que “las cosas más triviales se volvían fundamentales” al pensamiento del análisis, sin embargo había cierta delicadeza y delicia en los días, a pesar de pasar rápido, estaba predispuesto a disfrutarlos, tomarse las cosas con una sonrisa había pasado más que ser un simple cliché, era un hecho verle, a pesar de su costumbre bizarra, dispuesto a sonreír por lo que sea.

 

El tiempo pasaba rápido, cuando se le observaba a costo de meses, las quincenas le dejaban cierta satisfacción, además de sustentar su aporte al hogar, eran un ancla que le ayudaba a pensar que la espera era larga, aun que, sin pensar en el sueldo, las esperas no se hacían presentes cuando el primer domingo llegaba y como si nada habría los ojos del tiempo pensando, apenas ayer me levante un lunes, repitiendo lo mismo la siguiente semana, aunque de una forma más sutil y menos preocupada, el dinero aparecía y no gastar su parte libre, la mayor cantidad de veces, convertía su estado financiero en acomodado, a como diera lugar, por lo que algunas ocasiones, cuando salía de trabajar, compraba una caja de cigarros y comida callejera y tomaba un taxi a casa, para encerrarse a diluir la noche en nubes de humo gris y recuerdos de sus días en las drogas, no era nada impresionante se decía, pero era notorio el yugo que la anti sociedad había impuesto sobre su placer y satisfacciones, era una tortura que pudo superar además de haber dejado cierta sabiduría a la mano. Al pasar al segundo cigarro, después de un par de horas, encendía su estéreo y reproducía música suave en él, lo conectaba a su teléfono y sonaban sus canciones favoritas mientras el humo pasaba a través de su cabeza ausente de pensamientos y antes de que la colilla quedara sola, lo tiraba al piso y lo pateaba.

 

Meditaba largo tiempo en el unísono, aun con el ruido de la música sonando, cada vez se hacían menos las cosas que le molestaban y disfrutar de la soledad en su espacio personal, era algo que le ayudaba a profundizar en su propio estado mental, dejar la cabeza en negro, era usual cuando se quedaba solo, además de ser reconfortante, parecía como si el alejarse de su mente, permitía que los nudos en ella se disolvieran por sí mismos, como salir del tiempo y sin darse cuenta sumergirse en el gozo del que había disfrutado ya por tantos años, pero en estatus personal e individual de cual solo él podía disfrutar y dar fe.

Corresponder sus relaciones de cama, como amistades era una incomodidad con la que tenía que lidiar algunas veces. Al principio intento ser sincero, declaraba en voz alta, que no le gustaría perder lo que tenían por confundir las cosas y al final, eso sucedía, era de suponer que a nadie le iba a gustar que la valorasen como objeto de cama, sin embargo, con el tiempo aprendió que mentir después de todo, podía ser útil, si su moral lo veía mal, incluso podía llamarle mentira blanca y decir que eran amigos con derecho, lo cual parecía dejarlo todo en orden y sin ninguna especie de incomodidad que pudiera mal obrar las intenciones de su cuerpo, a la hora de ejercer su amistad.

 

En la medida de sus propias limitaciones, intentaba entender el mundo y comprendía en los pensamientos grabados en papel, que las maravillas de una colección de estos era como hubo dicho el mismo Voltaire “una farmacia a todos los males”. Internet era una herramienta de doble filo en la que no siempre confiaba, sin embargo navegando entre las publicaciones de sus familiares, pudo encontrar un artículo cuya comprensión amenazaba con confundirle, puesto que declaraba con prueba injusta, que quienes sabían menos creían saber más y quienes sabían más creían saber menos, lo llamaban el efecto Duning-Krugger. Pensando en la generalidad de este concepto, puso en boga de análisis su propio juicio, bien dirían que una colección de pensamientos demandaba saber que se sabe, sin embargo, si para formular pensamientos cual farmacia de curas, debía declararse ignorante por creer en el volumen de lo que había aprendido hasta entonces, el con justa razón pensó, entonces soy ignorante a los ojos de la porción del mundo que manejaba este concepto, sin embargo, parecía muy generalizado para ser total, lo cual le recordó que se decía que “generalizar era equivocarse”, sin embargo el equilibrio entre ambos pensamientos, nos proponía el libre pensamiento y el libre albedrio a su vez, puesto que el razonamiento creaba la covalencia que hacia lógica la relación entre un pensamiento y otro, por lo que le fue fácil pensar, que esta era una premisa exclusiva del mundo intelectual, en donde las actitudes corroboraban las estadísticas de un gueto peculiar al notar simplicidad en el bien sabido y la pretensión de reconocimiento de quien en términos intelectuales, poco sabían, sin embargo, el sabía que llevado este concepto de duning-krugger a términos generales, pues en realidad existía incluso el analfabetismo que no garantizaba una sapiencia no pretendida, aunque dentro de la relatividad del caso, puede darse riqueza de conocimiento empírico incluso en presencia de tal cosa como lo es el analfabetismo, sin embargo la idea es clara, existen quienes en realidad no saben nada, sin convertirse en bien sabidos y existe la estadística que solo numera la esfera de intereses en la que convergen los suyos, para cuantificar, la cualificación dicotómica del caso, al buen  parecer, habría que entender la idea de quien propuso esta estadística, para comprender cuál es valga la redundancia, la idea que proporciono la dimensión que se captó de ella. Sin profundizar tanto el tiempo, surgieron múltiples hipótesis, sin embargo, era popular en internet, la idea socrática de la sabiduría a través del conocimiento de que no se sabe nada, también concordó con el concepto de dualidad en donde es poco lo que sabe comparado con lo que no se sabe y menos aún comparado con lo que no se sabe, que no se sabe. Confuso, pero comprensible a la segunda vista, aun que sin embargo habría que tener un interés genuino para que esta revelara su origen.

 

Habiendo ignorado el dunnign-krugger y su estadística, no pudo si no más que notar, que declarar esto era un poco irresponsable, no al tonto, ni al cauto, sino a la relatividad misma, entendía que podía captarse que entre menos se sabe, más se sabe, lo cual es una idea equivoca, puesto que los postuladores dejan claro, “los que creen que saben y los que no lo creen”, en fin.

 

Desenmarañando las lógica del mundo, comprendió una función que gustaba desempeñar entre las masas, como ya se dijo Voltaire lo declaro con denuedo “una colección de pensamientos, es como una farmacia en donde se encuentra la cura a todos los males”, sin sentirse arrogante, sonrió en  silencio y con los ojos cerrados, cuando pensó en las platica que evitaban las relaciones personales que no quería mantener con sus amantes, en cuales muchas veces desentrañaba las almas de sus consortes sin buscar que fuera asi y quedando una marca indeleble en la noche, concurría con más agudeza en el sexo de sus parejas, con la intensa sensación de haber recorrido su alma, cuyo sabor se revelaba en sus cuerpos.

 

Pensó por un momento, que coleccionar ideas y pensamientos, no le transformaba en sabio, sin embargo, lo único distinto entre él y los demás, eran los aires que gustaba respirar, entre los hedores más profundos captaba las mejores ideas y reta hilaba pensamientos de fabricación propia que correspondían a medicinas cuya capacidad de cura en el alma humana, proporcionaba la comprensión a través del mundo y sus bienes y males. No era difícil plantar pensamientos de origen propio, solo bastaba respirar toda clase de aires, tufos y perfumes, para entender que en todos los estratos naturales, existía el brillo de una idea.

 

A veces pensaba hipotéticamente, como serían las cosas si no se cerrara tanto a que el mundo y sus costumbres se mezclaran con él, cerró los ojos y feliz entendió, que no sería tal cual es, ni gozaría de la felicidad que su simple existir en soledad le proporcionaba de ser distinto, era difícil encontrarles excusas a su satisfacción y felicidad, era más fácil simplemente aceptar que asi era y no profundizar tanto en las raíces de su estado, aun que tenía la vaga idea de que la crianza que sus padres le habían dado, hoy le hacía ser quien y como es, por lo que estaba agradecido con el mundo, con la muerte, con la casualidad y la causalidad, con el amor que nada le daba y el sexo que lo indemnizaba.

 

El precio de la soledad, sostenía en sus manos una larga reflexión, convertía en humanos a los animales del vulgo y en semejantes a los desconocidos. Al conocer personas nuevas, sus instintos permanecían quietos y el juicio le invitaba a dibujar la imagen prójima, aun sin conocer ni siquiera la voz de tal protagonista. Solía pensar que la psique y su ventana, le proponían protagonizar la tragedia de su vida, sin embargo había sido cauto para cuidarse del ego, que siempre le proponía una idea de superioridad sobre los que estaban más arriba o más abajo, dependiendo de dónde flotara este. Sin embargo, con el tiempo había comprendido la necesidad del ego, como factor de la fisiología con su espíritu, así que permitía que este transmutara los celos ajenos en halagos, la rabia, en sentido de importancia y el odio, en ser tomado en cuenta en el corazón prójimo, por lo que su idea de sí mismo permanecía sana, a pesar de corresponder a una comprensión utilitaria e  idealista de este.


Domar las bestias de su interior no le costaba trabajo, en presencia de su soledad, soledad que nunca intento alimentarles a pesar de su naturaleza, su espejo comprendía bien la idea de estar consigo a la que acudía cuando deseaba meditar en negro y renacer en blanco al próximo encuentro. Eran constantes las ocasiones en las que la perfección aparecía, con la falsa modestia de llamarse a sí mismo no perfecta, veces por la aceptación de que la perfección es imperfecta, veces por la simple costumbre de decir algo, sin embargo el solía recordarse que no era perfecto, no para serlo en lo irregular, sino como una realidad, consentía como defecto a la intolerancia que le caracterizaba ante ciertas características de la humanidad, que semiconscientemente comprendía que también poseía en alguna forma, motivo por el que las veía seguido en los semejantes y en los que a regañadientes tenía que tratar como iguales, a pesar de pensar que eran unos infelices por vivir de la carroña, odiaba muchas cosas, pero eso le reconfortaba, ya que no permitía que su ego le idealizara en la esfera de perfección, puesto que salir de esa valga la redundancia, idea de sí mismo no era fácil una vez el, hubiere aceptado la lógica de que la perfección es así, imperfecta. Tal vez en un principio, el pionero de esta tontería, lo habrá tomado en serio, no obstante hoy día era una idea hedonista que solo servía para decirse a sí mismo, “tranquilo, ellos se equivocan tu eres perfecto tal como eres”, entre otras escusas estúpidas que solía decirse la gente a sí misma como consuelo de su desgracia real y su pobre concepción de hechos realmente útiles.

Cuando la soledad le amparaba con su ausencia y aun ella desaparecía para estar consigo, solía visitar el lugar donde reposaban sus memorias, en él se encontraban los tesoros de su infancia que permanecían en reposo para mantener la frescura en su alma, aun que tenía un pequeño espacio para las vanidades del entendimiento y la mente, comprendía que era esa su cubeta de legos en los años que ya le habían levantado la mirada, ciertamente no había nada ahí que perjudicara su ser, las cosas que podrían haber sido graves demonios, ya habían sido iluminadas por su espíritu y consumidas por el fuego de su alma, por lo que cuando sonreía en soledad o por las calles, lo hacía de todo corazón en su inconsciente, motivo por el cual sabia, que él era feliz.

 

Con el tiempo como aliado y la satisfacción como ropaje, no le molestaba romper sus conforts, por motivos que su infancia había cultivado, cuando niño la algarabía y colorido de la época no se hicieron esperar, el sentía que había sido más normal que el estándar, sin embargo, lamentaba como aquellos que jugaron al futbol con pelotas de plástico y descalzos, hoy le miraban por encima del hombro, sin comprender que todos crecemos, mas sin embargo, no todos nos olvidamos de nosotros mismos al hacerlo.

 

A pesar de su expresión de típico oscurantista, su semblante parecía gozar la vida y muchas de las cosas que ella traía consigo, sin embargo, llegado el tiempo de la muerte, nunca pensó que el deceso de su madre, fuera algo tan llano y sin sufrimiento, es decir, típicamente él había idealizado a la muerte como un daño irreparable que no tenía cabida en la vida sin embargo, cuando llego el tiempo de verla en su círculo, pareció comprenderlo todo cuando los ojos de su madre se cerraron y su respiración ceso, sin lágrimas ni sollozos, sintió un alivio por su madre y entendió muchas cosas que solo el silencio tiene la destreza de explicarle al alma humana, cuando esta debe comprender el origen de dichas cosas.


El ser y sus manifestaciones, le habían sido claras en su pubertad, nunca supo lo que estaba haciendo, ni tampoco si esa manera de evocarle era una fórmula secreta o simplemente la manera en que el constituía la presencia de su ser en sus leyes, es decir, en la pubertad había gozado de un estado más allá de la comprensión, en donde la confianza plena en un individuo le había permitido la manifestación de su ser en toda su expresión y serenidad, sin embargo, en ese tiempo pasado,  había comprendido mucho después de traicionada su confianza, mientras sin darse cuenta su ser se ponía en ocaso. Ciertamente no era un experto en esos temas, el consentía no ser un experto en nada, ni siquiera en las artes del pensamiento, que eran su hobbies y podían aparentar ser su fuerte, si el así lo pintaba, sin embargo, solo comprendía una cosa, que era feliz y gozaba mucho al serlo.

 

En su mente habían entendidas muchas filosofías, que a pesar de su discrepancia con ellas, congeniaba con la idea de que ocupaban un lugar en la lógica subjecta, que entretejía la compresión de valga la redundancia entendimientos con los que se constituía la realidad como fenómeno natural comprendido por subjetivos sobre naturales.

 

Solía pensar así, que la naturaleza era un fenómeno de subjetivos sobre naturales, cuyo entendimiento no era próximo al habla, ni presto a la vanidad, sino más bien, eran fenómenos cuyo origen escogía las almas a las que otorgar su sabiduría a través de los años. Claro, él no había sido sorteado con un don como ese, sin embargo era feliz sintiendo los vientos de octubre, las olas del mar, las llamas de una hoguera y la frescura de la tierra.

 

La manifestación de la vida, que se ocupaba de mantener viva a la vida, era una fascinación, que solo los arcanos de su alma habían podido contemplar, en el tiempo él había objetado diferentes fenómenos mentales, que le hacían distinto, aunque en ocasiones pasaran años sin ocuparles. La costumbre de su actividad cerebral, había ejercido un poder peculiar en su pensamiento, es decir, con el tiempo, se había convertido en un hombre de ideas, con lo que pudo aun sin notarlo, acceder a los secretos de las estrellas y extraer de ellas, las formas en que la vida crea a la vida.
Aun así, el logro concebir la idea que le hacía responsable de su silencio y encumbro muchas estrellas que dieron su luz al prenderse el foco, cuando a penas y pensaba en los bienes y males que aquejaban la realidad de este lado del sol.

 

Las circunstancias del ir y venir de la vida, le habían colocado en una zona de confort en donde no pastaba alma alguna, en ocasiones abría un poco su haber, como invitando a las almas oriundas de oniro, a respirar la neblina húmeda de sus estancias.

El final de un ciclo se había cerrado y con ello uno nuevo estaba abierto, no se había tomado la molestia de notar si podía o no concebir la vida sin su madre, hasta donde el sabia, ya no estaba sufriendo esos terribles dolores de los que solía quejarse y que al final terminaron por matarle. Si, era muy probable que las cosas ya no fueran iguales, pero no por eso habrían de ser malas, claro tomarlas del lado bueno no significaba que celebraba el suceso, el cliché de “a ella le habría gustado así”, no le convencía del todo, pero habían encajado juntos en la resolución final, que había sido, tomarse las cosas con calma.

 

Hubo mucho silencio en su soledad dentro del tiempo del duelo, el gozo que solía sentir, por la simple existencia de su alma, no había desaparecido, pero se detuvo un tiempo, vistiéndose de luto por respeto a quien murió, paso muchas semanas en una oscura reflexión, que termino por concluir la belleza de la vida, el haber estado ahí, instalada en su corazón, fue la señal precisa de lo que ella había sentido, puesto que la conexión con su hijo, dejo en su pecho más que un simple luto, a decir verdad no había desaparecido y aunque su costumbre racional concordaba con la muerte y no más, su corazón aun podía sentirla y eso fue algo que ni su logos, ni nadie pudieron cambiar a pesar del juicio de la razón más allá del cerebro.

 

Sin pensar mucho en el tema, volvió a su rutina que esta vez compadecía un poco más independiente, volver a sonreír no fue difícil, comprender la muerte era fácil, ya antes él le había visto a los ojos, con la convicción de acabar con ella, aunque reflexionándolo más allá del suceso , fue un poco imprudente retar a la muerte, por lo que segundos después sus recuerdos sonrieron y sin dar destino a su alma, no pudo sino sonreír al pensar que al fin iba a morir, sus ojos se llenaron de una luz purpura y su mirada amplio el espectro de los sentidos, dentro el ámbito de la vida, mas allá de los sentido comunes, a la muerte quizá no le gusta ser notada, pero no se lo llevo en esa ocasión, desde entonces, las cosas parecieren distintas al verbo, eran inefables.

 

Comprendiendo las ideas de religión y su respectiva antítesis, pudo suponer que el mundo se encontraba en una dicotomía que pretendía hacerles decidir un bando, aunque en la era del saber, fue muy difícil que las viejas creencias fueran mantenidas intactas en su saciedad, pensaba, que quizá no era que esas verdades olvidadas hubieran sido superadas, más bien formas distintas de su comprensión habían sido entendidas por el humano dominante, era difícil suponer tal cosa cuando la acción de la naturaleza individual, se masificaba y se convertía en fundamento del pensar. En la generación que nos crio, aún existe la fase de dominación, como poderes de la masa, es una cosa curiosa, nosotros la generación del segundo milenio, siempre respondimos ante una autoridad próxima desde nuestra crianza, sin embargo, esta autoridad no iba a desaparecer tan fácilmente, ellos, sin más ni para que, construyeron toda clase de cosas, no para prevalecer ellos mismos en el tiempo, sino para que su descendencia no padeciera hambres y siguiera dominando tal cual aquello que perdía el control en el caos, cuando nadie sostenía la realidad, los jóvenes de esta época realmente no comprendemos el papel que juega la generación de nuestros padres a través del tiempo, desde diferentes esferas se habla de injusticia, del rico con el pobre, del hombre con la mujer, del niño con sus padres y ciertamente, entre todas esas injusticias, la única que vale la pena saciar a granel, es la de los padres con sus hijos, en donde los hijos debemos comprender que este mundo que nos queda como herencia, es el regalo que nuestros antepasados dejaron con la pronta idea de su partida, ciertamente la relación entre la sociedad y su antítesis, es evidente que una generó a la otra y la dichosa antítesis de la sociedad, no es sino la consecuencia hija de la sociedad que cruza en mal momento una fase de rebeldía como primer acto de independencia al ver la pronta desaparición de la presencia de sus padres. Es difícil de concebir una vida en donde la sociedad domine las cosas, sin embargo, no es trabajoso el comprender que la generación de tranvía y vino tinto, nos deja un legado y si, puede tomarse la resolución como personas que queremos hacer nuestras propias cosas, con esfuerzo propio, sin embargo no por eso se ha de desechar el regalo de los ancestros, debe entenderse que esta sociedad no es un enemigo, es un medio, es un hogar...

 

Las sociedades eran difíciles de entender ubicándose a si mismo como víctimas de ellas, es comprensible que en la familia como sacra base de la sociedad, se comenzaran a descomponer sus ideas en el entendimiento subjetivo de estas, sucediendo lo mismo a granel en la sociedad activa,  comprensiones que suponen una presencia de evolución a cambio de un camino, ciertamente no es equivoca la idea de que comprendiendo mejor las ideas del pasado e incluso re comprendiéndoles, es evolución en el acto, sin embargo a de entenderse también que dicha evolución tiene autonomía por sobre el pasado, es decir, si, nuestra comprensión de lo establecido, es diferente y es nueva y como tal ha de comenzar desde cero su propio trayecto para llegar a ser tan alta y bien valorada como la del pasado (al menos cuando se rechaza a la sociedad dominante del dia de hoy), puesto que de lo contrario se corre el riesgo que dichas ideas sin simientos, cuerpo y fundamentos, sean secularizadas a priori, victimas del fenómeno de la evolución. Es entendible que la sociedad se recomponga a partir de una recapitulación de sus componentes, en el siglo XXI, se creerá que la familia es quien se recompone y… no es una equivocación pensarlo, aunque también se creerá que es la alta re comprensión de las nuevas formas de familia que suponen existencia en esta era lo que habrá de recomponerle, no obstante, es equivoco este pensamiento puesto que esto, que ahora experimenta la sociedad en el tiempo, no es más que el relevo del liderato en la sociedad, es decir, es el hij@ quien desde su temprana adultez toma la batuta y sigue al siguiente eslabón en la cadena, recomponiendo la familia en el tiempo a través de la era y formando con esto, su propia familia. Así que no será raro ver cosas como la inconformidad por el poder, cuya evolución comprende al hombre y la mujer como iguales, aun por encima de la idea de un patriarcado, idea cuya proposición no es más que uno de los muchos clichés, con que se viste el cambio, es decir, toda esta inconformidad y caos que supone el siglo, no son más que prueba de la transición de un estatus a otros más elevado, es decir, de la familia que nos crio, a la familia que crearemos.

 

Tales entendimientos son invisibles aun en el mundo que rechaza su nombre alegórico como sociedad, es normal estar inconforme en eras de transformación, los cambios siempre suponen una inestabilidad subjetiva, que es de difícil cognición y de fácil olvido, por su función como transición. Este caso, dada las circunstancias en que su presencia nos permite notarlo, a de comprenderse como función tacita del inconsciente colectivo, que tendrá consuelo en la ignoración de su existencia y quizá y solo quizá, en la incongruente y poco probable derogación de su presencia, caso último es de difícil consecución, puesto que incluso tal inconformidad en la transición, se vuelve necesaria para la consecuencia del aprendizaje y la maduración del alma en el cambio.

 

Entender los fenómenos de la sociedad o mundo,  como se le prefiera llamar, es fácil, puesto que se comprende a esta como objeto de pensamiento, más que como circunstancia del ser.

 

En ocasiones respiraba ideas viejas y en otras contemporáneas, incluso el mismo tiempo no había escapado a su comprensión, por lo que incluso tales fenómenos eran clasificados como cosas en su acto de emular a una idea. Era difícil la juventud a través del pensamiento, por lo que esto era una habitación de juegos innecesarios para él, pero que sin embargo, se le daba bien y se le hacía muy entretenido jugar.

 

Las dinámicas del universo y sus funciones eran interesantes para un rato de juegos, pero tenía en mente el delicado equilibrio de su espíritu, al contemplar que en ese juego, nada que no le ayudara a ser mejor de sí para s y para los demás, era importante, ni merecía espacio en la memoria. Ciertamente él sabía cuál era la percepción de su presencia en el ojo ajeno, como a todos a él le hubiera gustado tener muchos amigos y parejas cuya complicidad naciera en la mirada, sin embargo, comprendiendo que había adoptado esa apariencia como una armadura de reinvención en la adolescencia, se le hacía útil como filtro, sabía que la adultez ya no permita bobadas como la reinvención y la vergüenza, no obstante aun entendiendo que su psique ya no funcionaba como la de un niño, cultivaba mucho su niño interior en el humor solitario de las risas individuales.

 

El mundo que se llama a si mismo espiritual y que procede en la religión, a acuñado con falsedad la dichosa espiritualidad, la idea de esta, no se sabe si es de fácil o difícil cognición, como toda idea es presente en su necesidad y ausente en su presencia,, no bstant4e al pensarle un poco cabe destacar que reside en la promoción del buen sentir individual, por lo que entendiéndole a si, se pueden tomar muchas cosas de la vida cotidiana como espirituales aun sin entenderles asi, en su pensamiento habían pocas cosas guardadas, las más básicas correspondían a la manutención de su vida en el mundo y las demás, por muy intrincadas y profundas que parecieren, les consideraba vanidades no por ser vanas, sino porque eran gustos de su propia vanidad el conocerles y como la mariposa, la idea coincide mas con quien no le molesta, que con quien la persigue con ahínco.

 

Así, a pesar de comprender una colección de pensamientos, propios y ajenos, estos no ocupaban espacio en su memoria, sino que simplemente cuando gustaba de bailar entre mariposas, no había necesidad de buscarles demasiado, así se forjo una opinión propia del mundo entre mariposas de mil colores, que se conjugaba en distintas circunstancias para encontrar respuestas a interrogantes de diferentes clases de cogniciones y naturalezas.

 

Los prejuicios de las personas ajenas a su cotidianidad, e incluso los de quienes conformaban su hábitat natural, eran convertidos en explicaciones, que a pesar de correr el riesgo de pasar por sabiondo, tenían su utilidad al convertir en comprensión, aquello que pudo ser un choque de soberbias. De todas maneras útil o no para la empatía, entender los prejuicios de los demás y sus orígenes, era un sano ejercicio para mantenerse fresco y ágil, a las disposiciones que se solian cruzarse por sus haberes.

 

 

 

 

  • Autor: Tyr (Offline Offline)
  • Publicado: 25 de agosto de 2021 a las 03:13
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 20
  • Usuario favorito de este poema: alicia perez hernandez.
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