Ensoñación veraniega

Joseponce1978

Aquí nada escapa a la auténtica armonía natural en conjunción con los designios de un universo en continua expansión. Justo en el momento en el cual se solapan el último canto áspero de las cigarras con el primer canto, este más agudo, de los grillos, la tenue luz de un sol que hoy ha mostrado sus mayores credenciales, y desde hace un rato yace oculto tras las montañas de poniente, se va difuminando para dar paso a la plácida noche.

El viento ha decidido hacer un alto en el camino para tomarse un respiro antes de proseguir con su marcha hacia todas partes, y la quietud vegetal denota un estado de embriaguez estival.

Frente a un potente foco eléctrico se han congregado cientos de insectos que pululan borrachos de luz mientras un par de murcielagos, mediante sigilosos barridos aéreos, engullen sus fluerescentes  estelas en espiral.

Pronto vendrá el mochuelo para posarse en la parte alta de un matorral seco y reclamar mi atención con sus inconfundibles chillidos. Saldré a darle las buenas noches sin acercarme a menos de 10 metros para no violar su espacio de confort y con voz susurrante le preguntaré: Dime, minúsculo símbolo de la sabiduría ¿Qué concepto tienes de mí? ¿Por qué no me permites acariciar tus orejitas cubiertas de suave plumón?. Él subirá y bajará la cabeza sin dejar de contemplarme fijamente. Le pondré en mi teléfono el sonido del reclamo del mochuelo y comenzará a mirar a los lados en claro gesto de desconcierto. Luego, sin invadir el radio de los 10 metros para no incumplir nuestro pacto de complicidad, caminaré dando vueltas a su alrededor y, como si de una tuerca sin fin se tratara, girará y girará su cuello en torno a su cuerpo sin quitarme sus enormes ojos redondos de encima.

Mis infatigables compañeros cánidos, ya más sosegados tras el caluroso día, descansan a pata suelta sobre la tierra, siempre con el oído avizor ante un posible sonido discordante, esperando que me levante para acompañarme en la próxima ronda de vigilancia.

A lo lejos, fuera de mi vista, como cualquier sábado noche de verano, multitud de voces se desgañitarán tratando de hacerse oír por encima de ruidos estridentes. Yo me iré a descansar por la mañana tras una placentera jornada nocturna de trabajo, y las perseidas rezagadas terminarán inmolándose al entrar en contacto con la enrarecida atmósfera.

  • Autor: Joseponce1978 (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 14 de agosto de 2021 a las 17:17
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 28
  • Usuario favorito de este poema: Joseponce1978.
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