Cóctel de esencias

Haz Ámbar


Hoy es un día para recordar,
la mugre sube desde los andenes de mi rincón en Fantasía;
es un sueño hecho realidad,
una boca que no alimenta nadie:
en él hice mi cabaña.
Cuando termine esta oración
espero que sigas
como lo he hecho yo;
pues que esto es tan solo trabajo de sabios
arrojémonos al pozo profundo
que se oculta en nuestros cerebros,
bailemos en la sombra de un nuevo amanecer,
callemos luego como hacen los niños pobres...
Dejemos que siga el tren,
que los días pasen
sin pararse ante nosotros;
estas líneas improvisadas
tampoco me han salido tan bien
pero qué importa ahora nada:
la vida, la muerte, todo es ya igual.
Mañana salgo de juerga
con mi estrella en la frente
y una bomba en el pecho siempre a punto de estallarme
en tus narices para que veas lo que se siente
al ser tan simple un poeta retrógrado
que no sabe lo que dice
pero le imprime cariño
hasta aunque su propio estilo lo odie.
Realmente ya no sé si hablo de mí
o hablo conmigo sobre las cosas que nunca logré...
Escucho en las noches una respiración cadenciosa
que viene a vencer.
Veo a los monstruos venir a por mí
reclamando su parte del éter.
Oh, príncipe de las tinieblas,
a ti te rogamos nos brindes la huella
de tu querida mascota.
Allí castillos derrumbándose
a mis pies de estatua inamovible.
Cómo cambian las cosas...
Beber el mar donde azotan las olas
tal vez será lo siguiente.
Es locura intentarlo
de siempre...


le improviso al arte un trono blanco
con una corona de domingos porvenir
para que así perdure su legado
el que me ha invitado a escribir.
Si la inspiración tan huérfana
es al fin algo mayor que un bocado
que no se atraganta con el decir,
nada le debo a lo que he dejado!


El espejismo de la ciudad se refleja en mis pupilas; camino a la orilla de lo absurdo con un puñado de ideas extravagantes, solamente mías, nadie las comparte, más luego soy el que descarga con fiereza la defensa y mi postura, aquí no hay cordura pero si franqueza y que los dioses la protejan y sean cual mecenas digno de vanaglorias y banquetes en la luna.
Me veré al final del recorrido, en un abismo y el tiempo correrá hacia atrás; el llamado se hará en el espacio en el que cabe un átomo pero durará una eternidad, es una osadía decirlo pero mientras otros deliran las fiebres, mi ser con éste, noble designio afiebra los delirios donde las cavernas son altares, canto prolijo que refugiaron a heroínas y héroes.
El jugo de disecadas vides no dan alivio, denotan cantos de antaño, salmo de los cultos; elixir del filósofo que no desea inocular pero a poco juicio todo cuerpo sucumbe a su visión clara como agua de manantial más no ante la pronunciación de su barba, su grimorio sino ante su seminal primordio...


Ay, qué será de nosotros,
muertos y sin esperanza;
dónde encontraremos la tan ansiada calma,
que el mundo es muy pequeño
para los que tanto en su ser abarcan...
Quisiera gritar en la cima del monte
para expresar toda mi rabia.
Un cuerpo hermoso para apretar entre mis brazos
y apagar la sed de mientras tanto.
Quisiera tantas cosas que ahora no me da
para poder enumerarlos...
Que me matase un beso largo;
tirarme hacia el abismo;
que se devoren ya mi alma.
Construyo mi casa entre los bichos.
Tu nombre se insinúa en tentacion.
Ya sabes que mis deseos
apuntan hacia ti todos...
Que una sombra me persigue
en las más oscuras noches.
Mi alma te la cedo,
tú al poder de mis controles.
Solo hablo con la muerte,
que de mí tome posesión.


Inertes sedimentos, fundidos con la faz;
se desharán todos los harapos, apostados
a la paz, al momento longevo de quietud
total; las anécdotas no podrán ver la luz
ni aportar a la piedad cual cántico que
echó a volar entre el desconcierto, el mar
ni las portentosas olas supieron desgastar
a la estatua imberbe de la fría soledad.
Dirimiendo sus cuestiones, los elementos
hoy son puro cuento, ya nadie puede contar
en favor de los desiertos, el calor tan
abrasador que pudiesen contemplar, el vacío
del planeta, vislumbra el cielo en el salar
oyendo las plegarias que ni por un segundo
se detuvieron a reflexionar, nos hallarán la
madera y el terciopelo envueltos como plano
de máquinas que no se pudieron complementar.


De lo sutil la mentira
de lo sublime la esencia,
elijamos que nos tira.
Abre el corazón y mira:
¡Equilibrada sapiencia!.


La sangre de mi alma
corre por la página;
no sé cómo remediarlo:
es suceso tan trágico...
Una voz me susurra
siempre que lo haga,
que continúe mi camino
aunque lo dé por terminado;
pues la búsqueda es sin fin
y bien querido lo que haya.
Mientras tanto soy poeta,
un solo poeta amargo
que conjuga las palabras
en su libreta largo...
Aquí un refugio
al azote que se da
en tiempos tan aciagos
como los que nos ha tocado soportar.
Mi alma sangra y sangra
y no hay ya parar,
es profunda la herida
por la que desborda mi hemorragia.
Voy a explotar
y repartirse en mil pedazos,
ay, tanto dolor para uno
no puede ser natural...
Échale una mano
si tú también algo sabes,
que el mundo es solitario
pero sus tesoros están a mano
de quien sienta la verdad
y siga el camino que le dicta
con un semblante embalsamado
por las lágrimas del arte...
Nuevamente es no variar.
A ti, poeta, oh sí, te llamo
a que pongas tu parte de certezas
en este cóctel de sustancias
viscerales. Soy un caos
aún sin embargo...
Mi poesía ha muerto.
¿Alguna rosa más?
Es posible resucitará:
vivo eternamente
a un paso del cuaderno
para irme entre sus páginas.
Algún lugar mejor
de seguro encontraré
porque es para mostrároslo.


El péndulo sigue vacilando
mi cuerpo pronosticando,
la piel se va agrietando,
sólo letras van calmando.
Los caminos, ya recorridos
no me traiciona el olfato,
tampoco la vista ni el oído
que se avecina al esperanto
Las arenas se confundirán,
buscaban fuego y hallaron
niebla; más aún fundirán
al sílice que encresparon.
Sendo existir, claro ópalo
huir es la decisión ruin
que toma el triste serafín
cuando el vino bebes álalo.
Misterios y acertijos
insuflando desconfianza
vierten al rumbo fijo
cual perjurada venganza.
Sin necesidad, vuelto vicio
es aparentar tranquilidad y
será tan sólo un desperdicio
haber querido trascender y
no ser más que un ladrillo
hundido en el barro, de un
borde deshecho y un desquicio
de los redobles del escozor
al cual no llevan a juicio.


La esencia no es el final,
es la fe de nuestro andar,
de las voces son el eco
de nosotros al nadar,
en nuestra gruta abisal,
nuestra vivencia inicial,
preñada de recovecos.
Paco José González


Tu canción es un llanto
al final de la noche,
y la música el canto
que a mi me sobrecoge.
La música es el alba,
la luz de la mañana,
que llegó después
de la lágrima amarga.
JOMAB.


El cielo brilla en su esplendor.
Mi alma vuela libre y a su antojo...
Dónde encontraré yo esa preciada joya.
Mucho andado a las vueltas me ha traído aquí de nuevo.
Qué desesperanzador.
He de lanzarme al fondo de todo como una obsesión tan solo mía, oh.
Aquí está mi oda al dios de los sin nombre.
A lo más recóndito donde se esconda...


Apareció una ilusión,
de repente...de pronto.
Y yo me aferré al presente
realmente muy contento.
Volvió la alegría al corazón,
fue como regresar al la vida.
Fue una verdadera suerte encontrarte
y un dolor enorme haberte perdido.
Pero ahora continúo mi camino.
Ya no podía quedarme...te he querido.
JOMAB.


Así a lo máximo aspiramos rimando
suaves susurros o gritos macabros,
denunciando la normalidad mundana
mediante el arte de nuestra palabra,
predicando la verdad: esta realidad
es nada, versos sobre el agua agitada
tejiendo un poema que será universal
al mezclar las esencias de la naturaleza
para alcanzar apenas la potencia suprema,
volar de la tierra, tocar las estreyas,
y soñar con el alma inmortal ya despierta...

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