MALVINAS ARGENTINAS E ISLA DE LOS ESTADOS

rome55

MALVINAS ARGENTINAS E ISLA DE LOS ESTADOS.

 

Lecho rocoso donde duermen en paz soldados argentinos e ingleses. Paraje yermo que da pena y desolación.

Distancias infinitas que miran el mar entrelazado con las colinas.

Un sol áspero y triste que no calienta ni ilumina; sólo muestra los puntos cardinales y se esconde con disimulo, temprano por la tarde. Aparece tímidamente por la mañana.

No hay árboles y menos aún flores. El único árbol se encuentra cerca de la Casa del Gobernador.

Planicie cubierta de turba, pletórica de agua. No hay forma de esconderse ante tal desguarnecimiento; no hay manera de protegerse de las condiciones climáticas, permanentemente adversas.

Bruma o neblina, humedad eterna,  frío con sensación térmica desoladoras.

Nubes que avanzan a gran velocidad propulsadas por un viento hostil y penetrante.

El cielo llora casi todo el año como en cualquier clima insular que castiga la tierra desprotegida.

Pequeño pueblo, capital de un estado ignoto, perteneciente a varios o a ninguno; las leyes no definen a cual.

Ganado ovino, único en ambas islas, que soporta el frío, el agua, las lluvias casi constantes. Algunas gaviotas, lobos marinos que se abroquelan en ciertos sitios, ocultándose en este páramo.

La roca, la piedra, la turba, el sol tenue casi inexistente que se ve a lo lejos, todos mudos protagonistas del perturbador otoño. Esperamos el final, el invierno, la fatalidad.

El viento se abraza con la bruma y la sensación térmica devastadoras.

Todo, en suma, hace casi imposible la vida. Nuestros cuerpos se van acostumbrando a la insensibilidad.

Sin embargo, a pesar de todo, surge la belleza de las colinas y los montes que se prolongan con el mar, regalo del cielo.

Un Dios le habla a mi corazón ateo y le dice que todo terminará algún día no muy lejano; pero no le dice si nuestras vidas volverán a ser como antes…

El pueblo, colorido, elemental y rústico se asemeja a todas las construcciones situadas en regiones gélidas.

Y, mientras tanto, el bombardeo constante, los tiroteos de los cerros, los intentos del enemigo de invadir  nuestra Península Camber que rechazamos varias veces nos dicen que el peligro y los alertas rojos son cada vez más frecuentes.

Recuerdo que en el mes de junio nustras botas comenzaron a pisar tierra firme porque la nevada cubrió todo por doquier. Esto fue agradable dentro de tanta angustia y depresión.

Destino cruel también para animales y vegetación.

El pueblo y sus habitantes soportan tal desolación que está unida a sus vidas en aislamiento.

¡Qué hubiera sido de nuestros ciudadanos si habitaran este suelo rocoso e intemperante!

¿Soportarían la depresión y angustia de vivir en esta tierra yerma?

Y la otra isla, la Gran Malvina casi totalmente deshabitada; ¡aquí todo sería aún peor!

Ni los mismos kelpers se interesan por esa tierra melancólica y solitaria.

Quizás sea más inhumana la Isla de los Estados: desolada, deshabitada, donde hubo en una época una cárcel y de la que sólo queda un faro, el Faro del Fin del Mundo. Viven algunos pocos animales que se adaptaron a semejante tribulación. Si bien existen aquí bosques de guindos y canelos, con un sotobosque de helechos, líquenes, musgos y arbustos espinosos.

 

Eduardo Nicolás Romera.

  • Autor: rome (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 30 de junio de 2021 a las 13:01
  • Categoría: Espiritual
  • Lecturas: 59
  • Usuario favorito de este poema: Augusto Fleid.
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