Un gato

UN GATO

 

Ojos penetrantes, mirada indecible y fijada en un punto indescifrable.

Marcha lenta, cuidadosa y elegante; buscando siempre la presa, pero también siendo presa de zorros y otros agresivos mamíferos.

Lúcido para la vida nocturna que le permite ser invisible a los ojos del resto de los seres noctámbulos.

Te miro y me devolvés, cariñoso y dócil una caricia, retrayendo tus uñas y llenándome de felicidad.

Independiente e inmanejable pero luego de una pequeña espera reaccionás y venís a mi porque soy tu amigo, tu padre y tu hijo.

Incomparable con un perro: ni mejor, ni peor, sólo distinto.

Observás a mis perros con incredulidad y desinterés pero nunca con maldad: a veces, cuando te acosan los distraés y rechazás con una pata que hace un malabar, y el perro, que no entiende tu idioma, sigue su camino y se fija otros objetivos.

En fin, gato fiel y mágico, sos un ser grato, querible y el preferido del nunca olvidad Gran Maestro Jorge Luis Borges.

Cuando salgo de mi casa siento que ellos no saben si volveré y me apena interpretar sus sentimientos:

¿qué pensarán de mi?

Cuando vuelvo y los veo en la puerta esperándome ansiosos, todos respiramos una alegría indescriptible.

Entonces pienso que mi muerte será también la de ellos…

¿Quién cuidará en los inviernos, quién acariciará sus tiernas cabecitas, quién los alimentará y se ocupará de sus enfermedades y decrepitudes, quién envolverá cariñosamente sus cuerpos en la hora póstuma con la mortaja final?

Eduardo Nicolás Romera