PL-3:ESTANDARTES DE LIBERTAD

VITRALES DEL ALMA

 




El alma y sus ganas incontenibles de regurgitar. He querido subir a la cima de la alta montaña y observar sin que duela el alma. El extraño y doloroso transcurrir de la existencia. Hay momentos que el aire se hace espeso y la existencia estéril. Impotencia infinita de ver cuerpos sin vida en el pavimento, y sangre joven, muy joven, aún caliente, evaporarse inclemente por sus fisuras. Es la punzada que aguijonea el corazón hasta el grado más profundo, es la lágrima que impotente rueda por las mejillas.


Ayer era ayer. Hoy es hoy. Fue solo un ápice que prendió la chispa. Las gargantas suplicaron sin ser escuchadas. Entonces, de un salto la juventud enardecida gritó: ¡basta ya! ¡Gruesas cadenas no ataran nunca más nuestras manos, ni pesados grillos nuestros pies!

Es el pueblo, es mi pueblo enfurecido que anteponiendo a su dolor la pérdida más preciada, avanza incontenible, días y noches, con la mirada fija en el asesino. Ese que un día desde cómodos sillones y arcas a rebosar, con el sudor y llanto de abuelos y padres, arrancó de sus hogares, de sus familias, cada peso, cada centavo, sembrando a cambio, miseria, agónico dolor y muerte perenne. Ciego en su avidez absurda no se percató, que al dar la espalda florecían fuertes semillas. Esas que hoy claman justicia por las terribles injusticias. Esas que enarbolan banderas ensangrentadas sobre caminos plagados de llanto y dolor.

No soporto ver la luz, que lenta se apaga en la mirada de jóvenes marchantes. Ellos, que revestidos de valor, se ubican por líneas en el camino de la muerte y de la gloria. Poniendo al asesino pecho y vida, en aras de salvaguardar a su pueblo inerme de la bala asesina, del proyectil mortífero, de la goma maldita.

Esos cuyo valor no sé de donde brota, hicieron tambalear cimientos de corruptos y asesinos, echando al piso, de un solo tajo, proyectos corruptos y siniestros.


Antes que hambre, es la sangre indígena que fluye y corre enardecida, de los pies a la cabeza y viceversa. Es el valor de una raza que yacía dormida, y que hoy, agita en la tierra y el firmamento, banderas de libertad.

¡He ahí al asesino!
Ese que el dedo señala
Ese que a su karma no escapa
Así su rodilla se doble
Y su mísera mirada implore.



Luz Marina Méndez Carrillo/13/06/2021 Derechos de autor reservados.

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