José

En los rincones más remotos del pensamiento

vive tu recuerdo,

donde las sábanas no solo rozaban mi piel,

sino acariciaban mi alma,

donde tu voz rompía el silencio

gritándome, una y otra vez,

como si el amor fuera un eco interminable.

En la niebla de los recuerdos perdidos

aún habita tu cuerpo,

dibujado en versos que no toco,

grabado en mí, José,

como un poema sin final.

Y escribo tres puntos suspensivos…

porque aún hay rimas que no te he dicho,

caricias que no han nacido,

batallas que deseo perder contigo.

Arrastra tu cuerpo al mío,

enciende la danza primitiva,

recorre mis límites con hambre de conquista.

Que no quede este deseo en el olvido,

que no sea tu castigo ni tu penitencia.

Hazme tuya sin permiso,

levanta tu bandera sobre mi piel,

proclama tu dictadura amorosa,

haz de mi cuerpo tu revolución,

tu golpe de estado,

tu adicción más peligrosa.

Créalo, José.

O arde conmigo en la ausencia.