En el 2020 sabia que tendria que luchar, y el 2021 se encargó de arrebatarmelo todo, retando a la muerte; el 2022 se fue como si nada hubiese pasado. Ahora, no sé, si vamos a reparar al mundo, o vamos a remendar las orillas de algún planeta. El 2023 tomó las riendas, y no sé en que dirección se fueron la pinta, la niña y la santa maria.
I
Me recoste de la noche,
en la soledad que atañe a la distancia.
Lejos de la sonrrisa que se subleva.
Lejos de la palabra que se empaña.
II
No se puede ultrajar al viento que pasa,
y se deja morir de mengua.
No se puede cerrar los ojos a la locura,
Ni se puede maniatar la memoria desierta, ¡habla sola!.
III
Acariacia sus penas
Se lleva el beso, lo secuestra
Cubre su rostro de selva
Y lo envenena.
IV
Me recoste en el compás de la espera,
y nada pasó.
Crucé la estratosfera del dilema,
y no despertó.
Busqué la mas pura verdad
de su existencia y no la encontré.
V
¡No estaba ahí, donde la deje!
Tal vez el sueño se la llevó al paraiso.
Quizás vuelva por todo,
tal vez regrese por nada.
VI
Me acerqué al borde de su abismo
y estaba allí, sentada,
descabellada y ausente.
mbf@vicsof 18621:1220.
- Autor: Mariela Briceño Fuentes (mbf@vicsof) (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de junio de 2021 a las 13:30
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 43
- Usuario favorito de este poema: Anabell López Rodríguez.
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