Adiós marineritos

Guillermo Bustamante

Todo está correcto

en este aeródromo de la desesperanza

espero con dolor y emoción la partida

                                                              de la nave

 

La rampa del avión me conduce a su

                                                         interior oscuro

y desde la torre de control son ordenados los

                                                            mecanismos

de un viaje hacia la muerte.

 

Sobre la extensa pista, una hormiga rasca

                                                  la bilis de la tierra

y muchos hombres corren con sus almas raídas

por las hélices.

 

Todo, en fin, está correcto.

Los agentes de la aduana

revisaron nuestras maletas y nuestros pulmones

porque podríamos estar tísicos de contrabando.

 

Ya estoy dentro del avión, con Rafaela,

respirando el aire tibio por los gases

y tapizando nuestro pensamiento en este

cementerio de aluminio de motores

                                                        con un tiquete

que nos conducirá a Paris y a la muerte

                                                      de los recuerdos.

 

Muy pronto estaremos dentro del mar, mi Rafaela.

 

Escúchame:

               te hablare de él, de los marinos,

               esta noche que pesa veinte libras.

 

Este reloj vomitará siempre los días y los años

y después pesadas canas sobre nuestros

cráneos.

Es el destino cruel que la juventud no arrebata.

 

Aquel puente cruza el mar trayendo cartas

                         telegramas y noticias

desde el centro del globo a los delfines.

 

Y en su silencio las ballenas abandonan sus

                       grifos y gritos de agua fermentada.

 

 

En el fondo del mar las estrellas alumbran sus

                                            firmamentos de tristeza

 

Y los pulpos, atrapando pececillos en silencio,

parecen presidiarios unidos en tentáculos de

                         odio y de ventosas.

 

Cada cual mira aquí con recelo el horizonte.

Y olvidados en la playa están los marineros,

cubiertos de grasas naturales y suave olor

de negros puros.

 

Míralos Rafaela,

en sus cerebros se reflejan las redes

                             del cansancio

y sus esposas, de sus pechos, cuelgan

                               tristes senos .

 

Cada cual está velando por sí mismo.

cada cual está pescando, guardando

                             su existencia

y en este mar de latas o mar de Antillas,

nadaremos con delirio en las playas de Marsella

de Egipto o de la China,

lanzando con emoción la despedida:

                           Adiós, marineritos.

                           Hasta la muerte.

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  • Autor: Guillermo Bustamante (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 10 de junio de 2021 a las 00:03
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 6
  • Usuario favorito de este poema: Augusto Fleid.
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Comentarios1

  • Francisco 1987

    Me gustó, muy bueno
    yo explotaría mas las metáforas de ti

    • Guillermo Bustamante

      Es a Guillermo que falleció en el 2010 a quien pertenecen esas metáforas, yo soy el nieto. Muchas gracias y un abrazo.



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