Lidia

Alberto Escobar

 

La vida te da partituras,
sin instrumentos.

 

 

 

 

 

 

Ayer.

 

 

 

 


Ahí está otra vez ese chico, ese que me enseñó un poema,
si no recuerdo mal de un personaje del quijote, no recuerdo
si era Marcela, sí Marcela, me pareció interesante, escribe bien
y algo entiendo de esto, soy filóloga.
La semana pasada me topé con él en el bar de al lado, iba buscando
a Pedro, el chico con el que he quedado hoy y que está mirando
fotos en el móvil sin saber que tengo la cabeza perdida, ahora. 
Está sentado en frente, me mira; ese chico es escritor le dije,
y le miramos, será que le gusto, cuando me encontré con él supo
mi nombre y fingí no acordarme de él porque ese día que lo conocí,
a finales del año pasado, dijo que tenía cincuenta y un años, aunque
me enteré cuando fui con mi amiga al baño, me llevé una desilusión
tan grande, no pensaba que tuviera tantos, sabía que era mayor que yo
pero no tanto, y me encantó hablar de literatura, ¿con quién puedo
hacerlo?, ¡es tan difícil encontrar a alguien que hable de estas cosas,
que a mí tanto me gustan!
Ahí sigue, está solo, el otro día también estaba solo y se nos acercó
al grupo de chicas que entonces fuimos a Sevilla a tomar una copa,
mi pueblo está cerca, me gustó el sitio y desde entonces, aunque 
de vez en cuando, vuelvo; es atractivo también de aspecto, se nota
que se cuida porque está fantástico para la edad que tiene, pero yo
quiero tener una pareja, alguien con quien forjar una vida, soy joven,
pocos paso de los veinte, bueno veintiséis, casi me dobla la edad, y no
quiero enamorarme de un imposible, porque sé que si me abriera a él
acabaría enamorándome, pero no puedo, no debo...
Pedro es mono, quizás no tanto, ni tan apuesto, pero tiene una edad 
que me corresponde, su tiempo es mi tiempo porque seguro que este
chico —no me acuerdo de su nombre— ya viene de vuelta, seguro 
que tiene hijos y no querrá tener más, querrá vivir la vida sin más
muescas que las que ya tiene en su biografía, y yo quiero ser madre,
es el instinto, no puedo evitarlo, y busco con quién. 
Pedro, ¿nos vamos? Mira, ahí sigue, dando vueltas entre las mesas
buscando compañía, buscando con quién derramar ese maravilloso
tesoro que guarda dentro y que no me atrevo a tocar, por miedo...

Ver métrica de este poema
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales


Comentarios1

  • alicia perez hernandez

    SIMPLEMENTE GRANDEZA DE BELLOS VERSOS.

    • Alberto Escobar

      Gracias por tu visita. Es prosa, un monólogo, ella pensando.



    Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.