**~Novela Corta - El Amanecer - Parte I~**

Zoraya M. Rodríguez

Soy Ágata la que un día le dió libertad a la vida, pues, en el instante se abrió mi alma en más de siete vidas. Mi gata Mimi, murió en el acto cuando un auto la atropelló en el mismo amanecer. Si yo estaba presente, cuando en la calle murió dejando sangre, vida y más que eso dejando las siete vidas en una eterna superstición dada en mi mente y en mi cerebro. Cuando la empatía y el desastre se vino venir en mi alma, sucumbiendo en un sólo trance de esos en que en el momento era la fuerte muerte, la que me dió penumbras y una sola soledad en mi alma, pero, fue sólo ese momento, cuando en el derrumbe de todo, me fue embestido como el mismo instante en que se dió el tormento más perenne de perder su vida, Mimi, pero, regalando la misma muerte en mis sentidos. Cuando, de repente, el sólo presente se me vino encima todo el mal, cuando en el instante en que ése hombre la atropelló, pues, quise ver el cielo y más el tormento inocuo en mi camino, cuando entre aquel momento se vió el instante en que murió mi gata Mimi. No pude más que quedar inerte, inconsecuente y más herida, por un estado de “shock”, en el mismo momento, en que murió lo que embate un tormento en que el deseo se abrió en mi instinto de niña. Cuando no pude más que decir adiós, enterrar su cuerpo y rezar para que fuera al cielo, pero, no, el mal llegó a mi vida con esas siete vidas, en que perdí todo el momento, cuando su vida y mi vida quedó en el tiempo en que mi coraza del corazón se vió alterado. Cuando su fuerza cayó sobre mis espaldas, como si fuera un muro de acero en mí cuando mi rumbo cayó en redención. Si en el momento o en el instante en que se debió de creer en que el tiempo se amarró al ocaso inerte cuando en el suburbio de lo acontecido se dió la más fuerte naturaleza en que se vió alterada la fuerza como niña cuando en el deseo y mala consecuencia de creer en la muerte me llegara a mí las siete vidas de una gata. Si en el embate de soslayo llorando la vida de mi gata se me vino encima el dolor, el sufrimiento y el momento en que el tiempo cayó como humo en la hoguera o como llama en la llama de esa triste hoguera. Cuando en el instante se dió como el mismo instante y tan mal como la desesperación, cuando en el tiempo, sólo en el tiempo cayó en mi rumbo como el tiempo perdido. Y fingiendo en el momento en que el momento cayó como calla la vida, pero, ¿por qué calla la vida?, si en el tiempo, sólo en el tiempo sólo se electrizó la forma de creer en el mal o en la vida de siete vidas de esa gata. Cuando en el alma se contagió de aventuras nuevas en mi vida, la de Ágata, la que un día le dió libertad a la vida cuando su vida fue y será como el mismo instante en que se dió como el mismo abrir y cerrar de ojos cuando en el suburbio de lo acontecido se dió lo más perenne de la vida misma. Cuando en el instante en que murió Mimi, me dió un desmayo inconsecuentemente por la muerte repentina de la gata en el atropello. Cuando en aquel momento se dió como la más fuerza en el mismo corazón. Cuando en el momento aquel en que murió Mimi se trasladaron en mi corazón las siete vidas, en que el destino se vió aferrado en la más forma de ver el ocaso aquel como la más terrible y vil muerte. Cuando en aquel momento se abrió el deseo y la más vil de las muertes en que quedó el más desenlace en el fin de Mimi, pero, en el comienzo de Ágata como las más perfecta vida. Cuando en aquel momento se abrió la caja de pandora para mi vida, la de Ágata, cuando en el momento se abrió en que el deseo se dió en el alma cuando en el coraje de ver el cielo de gris, se dió el más capricho de la buena o mala suerte cuando en el desenlace de una sola forma como los celos en ser como el viento o como el mismo coraje de creer en el desierto mágico, sólo en el tiempo, se dió como la misma magia por dentro del amanecer, cuando en el embate universal de todo se dió como la más universal magia entre la gata Mimi y yo, Ágata. 

Si soy Ágata, la que una gata le dejó más de siete vidas al morir en el amanecer. Cuando en el altercado de un sólo atropello, me ví sentenciada a vivir más de siete vidas. Si en el ocaso me ví desnuda de sentimientos y de una coraza en el corazón en que sólo el tiempo decayó en mí la mala o buena suerte de Mimi. Cuando en el alma se dió la más fuerza en el alma y más en el corazón con un sólo embate de la realidad de que yo estaba entre dos cosas y tan inerte y frívolas y tan reales, pero, abstractas como lo era un corazón al latir y unas siete vidas, por las cuales, no sabía a ciencia cierta si eran buenas o malas para mi vida sin sentir el deseo de poder vivir o morir en el acto como mi gata Mimi. Si en el amanecer cuando ella murió, la gata Mimi, yo sólo ví el sol en una sola dirección y de un sólo rumbo en que la suerte no cambia ni con brújula ni con un sólo sentido. Cuando terriblemente me ví alterada de la buena o mala suerte en que yo sólo ví a mi gata muerta de susto y espantos en el amanecer atropellada por un automóvil, sólo yo sentí el deseo y la manera de querer amarrar la buena o mala suerte a mis espaldas como queriendo sentir el deseo en vivir con la sorpresa de amar al buen o mal capricho y amarrar sólo el buen sentido en obtener en el desierto una mala sensación en el corazón mismo. Cuando en el suburbio de lo acontecido si en el trance de mi mal vivir quedó queriendo amar a mi buena o mala suerte. Si yo Ágata, la niña más buena del mundo sólo quería tener a mi gata a mi lado con el triunfo de amar lo que en la suerte queda, cuando en lo inconsecuente de todo, me ví aferrada al tiempo en que ví a mi gata moribunda y tirada en el suelo como si fuera una mojigata. Y yo, enferma de dolores apaciguados sólo ví el mal sin poder curar lo descendente de la magia que me dejó la gata Mimi al morir ella. Si en el trance de aquel amanecer sólo ví el sol, y con la lluvia mojando mi derredor de prisas y de delirios de soles abiertos en mis ojos, sólo quise ver el cielo de magia color cuando en el trance de lo vivido, quedé sola y más con las siete vidas que me dejó mi gata al morir. Cuando en el delirio y en el percance de lo acontecido se me dió la magia de vivir nuevamente, sólo por que yo Ágata morí en el mismo amanecer viendo el sol mismo con mi gata entre los brazos sollozando sólo de dolor, cuando en el terrible deceso de mi gata sólo em dejó las siete vidas para yo poder vivir. Y siendo yo la única entre aquel automóvil, y mi gata Mimi moribunda de un sólo atropello, cuando salió de la casa sin percatarse de que un auto venía en dirección hacia la calle. Ella, mi gata Mimi sólo quiso ser la más benévola de las gatas, cuando en su instante cayó lo que calla un sólo momento, cuando en el alma y en el suburbio de lo real dió la más fuerte de las veces en que aquellas siete vidas eran para mí. Y yo Ágata, sólo se intensificó la forma más vil, y más real de creer en el deceso de una gata en el pavimento lleno de soles abiertos. Cuando su delirio y su rencor se electrizó la forma más vil de creer en esas siete vidas aunque fuera en superstición. Y callé lo que calla la vida, las siete vidas, en que el deseo de vivir me dió la más fuerza voluntad en ser como el mismo desastre. Cuando en el altercado de la vida misma, se entregó lo efímero y lo más inconsecuente de creer en lo más delicado de la vida misma, se ofreció la vida y con más vidas. 

Si al otro día, cuando murió mi gata Mimi, me entregué a la misma fuerza en que el desierto fue efímero y clandestino como la misma fortaleza de ver en el cielo una gata con alas de libertad, debiendo a la vida misma el deseo de entregar a la más vida inconsecuentemente de rico poder en el alma. Cuando en el deseo se ofreció la más fuerte de las desventuras cuando en el trance de lo vivido, se dió la más fortalezas de las vivencias cuando en el destino se abrió como el camino frío entre dos corajes o más voluntad que nadie. Y ella, sólo solloza la gran pérdida de su gata Mimi, cuando en el ocaso frío se dió la más débil de las fuerzas, cuando en el suburbio automatizado de la espera, se dió lo más efímero de la cruda verdad, cuando en el ocaso se vió reflejado aquel amanecer cuando mi gata Mimi murió por un atropello. Cuando en el ocaso frío se identificó la más sensacional de las cosas más clandestinas en poder creer en el ocaso muerto, cuando se reflejó la mala o buena suerte en poder creer en el ocaso o en el desastre de ver el cielo con aquel reflejo del sol mismo. Cuando en el instinto de mi gata, sólo dejó una ciencia incierta como la química entre ella y yo. Si cuando se fue de éste mundo sólo me dejó las siete vidas, por las cuales, es que estoy más viva que nunca. Si cuando el imperio socavó muy dentro de mi alma, me ví horrorizada por un espanto y tan verdadero como lo que fue perder la vida y más que esas vidas de mi pobre gata. Cuando en la tribuna de la soledad quedé sintiendo morir, porque era mi compañera y mi amiga, y mi mascota más fiel. Si cuando percibí su vil muerte, sólo quedé morir yo, si caminé hacia ella, cuando la sangre estaba esparcida por toda la calle, si cuando la ví tirada en la calle, sólo supe algo, que sus vidas quedaron dentro de mi alma, cuando en el instante sólo socavé en el desierto y tan mágico como mi vida sintiendo un dolor y tan frío como el mismo hielo. Cuando en el imperio soslayó en el desenfreno mágico de atraer el mal comienzo en creer en el instante en que se dió lo más vil de un todo, cuando en el principio ví a una gata como la vida misma cuando en el desenlace final se aferró a la vida dejando siete vidas para mí, porque cuando la tomé entre mis brazos dejó en esterilidad las siete vidas para su amo quién era yo Ágata, la dueña de la gata y ella mi mascota más fiel. Cuando mi vida quedó en el instante y se vió aterrada a la forma de creer en el trance vivido. Cuando la vida me dió la más fuerte de las fortalezas, cuando en la libre libertad se entregó la razón con una terrible locura en el alma, y con un embate o una contienda entre la muerte y la vida. Cuando al otro día, entregué la razón perdida en una locura que me dejó la vida en perder mi gata, una gata sin razas, sólo cuando estaba en celo, se vió aferrado el deseo, de creer en el cielo su vida inerte y tan fuerte como el ver el cielo de gris. No dió crías, sino que dió amor, y complacencia en amores hacia su amo que era yo Ágata, la que a la gata perdió y en un sólo instante de creer en la muerte como la vida misma. Cuando en el embate de poder ver el cielo, caí en redención, cuando en el sol ví aquel amanecer, en el cual, me dejó una triste sensación. Cuando en la camorra y en el triste embate de la vida y de la vil muerte, me dejó ver el cielo de gris, cuando en el alma, sólo en el alma, se dió lo más efímero de poder creer en el desierto, y en la magia de poder creer en el embrague de pertenecer allí, en la misma muerte aunque en un sólo segundo se fue mi gata Mimi de la vida misma. Cuando en el instante de creer en la muerte insegura se perfiló una vida segura, y tan incierta, pero, cierta y tan real como el haber sido tan verdadera, y sí, si era mi gata Mimi. La gata que un día me dejó vivir por más de siete vidas que dicen que tienen los gatos. Si al morir no maulló, ni sintió dolor inconsecuente cuando murió mi gata Mimi. Cuando en el embrague de la verdad se dió queriendo una real realidad en la que se dejó morir por la vida misma. 

Si soy Ágata, a la que una gata le dejó alma, vida y más que eso un sólo corazón, cuando en el tiempo, sólo el tiempo no caducó en expirar lo que fue un mal desenlace, cuando finalizó una contienda o un combate de creer en la fantasía de dejarme a mí las siete vidas a Ágata, si era la gata Mimi. Cuando en el trance vivido se dió lo más efímero como lo más exacto, en que se da como lo más fastuoso e impetuoso de todo. Cuando en la perseverancia autónoma de mi gata hacia a mi persona, me dejó la vida y un torrente de siete vidas, las cuales, trataré de cuidar siempre y cuando sea todo de buena suerte. Cuando en el trance de la vida se fue como el reflejo del sol en el mismo cielo si en el amanecer sólo ví al cielo con el sol, dejando una estela de sin sabores cuando en el dibujo del cielo con el sol, sólo lo ví en el gran reflejo de ver en el cielo una mala desolación. Cuando figúrate en creer en lo que más nace cuando la gata Mimi, al morir me dejó a mí sus siete vidas. Cuando en la vida, sólo ví el deseo nuevo como sucumbir en un sólo delirio y tan frío como el mismo final de una sustracción tan mal hecha, cuando en el acto de morir, la gata Mimi, me dije yo, que el silencio automatizó la gran espera de lo que soy yo, Ágata, por tener las siete vidas de la vida de mi gata Mimi. Y fue tan funesto el momento, cuando mi gata Mimi murió, pues, yo creía que los gatos vivían para siempre, con sus siete vidas llenas al costado. Y sus vidas quedaron por siempre en mí, cuando en la vida pude saber de algo, que los gatos no mueren jamás, y que su instinto vá más allá de la atracción perenne de su propio instinto. Y que en el delirio frío de un terrible jamás, no se olvidó de la manera en querer sobrevivir de la forma más vil y de querer amar la vida de una niña que amó y que quiso con todo el corazón a su gata Mimi. Y así, fui yo, Ágata, a la que la gata Mimi le dejó más de siete vidas. ¿Y qué quería mi gata con eso?, pues, morir dejando inerte y densa la vida misma en mi interior y más, tomar mi vida con sus siete vidas, para vivir y para siempre. ¿Y qué quería la vida para conmigo?, pues, dejar sus siete vidas para que yo viviera y para siempre, quizás la que fue a morir en ese instante en que ella murió sería yo y no mi gata Mimi. Cuando en mi delirio se fundió lo inesperado, lo desolado, y lo inerte y lo efímero, cuando en el cielo ví el tormento de una gata en celo cuando Mimi no dejó crías que obtuvieran la vida sino que se dejó morir por mí, con la triste hazaña en proteger mi vida con sus siete vidas. 

Continuará………………………………………………………………………………………………..      

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 9 de mayo de 2021 a las 00:02
  • Comentario del autor sobre el poema: Cuando Ágata vé el amanecer queda sintiendo un deseo de morir, porque cuando pequeña se murió su gata en el amanecer dejándole 7 vidas a Ágata...y sin poder morir quedó Ágata…Mi 17ma novela corta del año 2021....
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 11
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.