EL AZAFRAN Y EL DULCE

marta CARMEEN

EL AZAFRAN Y EL DULCE


AYER:
Mi mamá me dijo:
_ Martita tenés que ir al almacén a comprar “Azafrán”,
para ponerle al arroz.
_ Acá te lo anoté._
Salí como acostumbraba, dando saltos de danza. La
pequeña mano bien cerrada, cuidaba el extravío del
dinero y el papelito que contenía ese nombre tan extraño.
¿Qué será azafrán?
_ Buen día Don Roble _
_Buen día Martita, ¿Que necesitas?_
_Acá esta anotado _
El intercambio fue simple, mi curiosidad no. ¿Qué habría
dentro de esa pequeña latita amarilla con tapa bien
cerrada? Imposible no saciar mi indiscreción. Me senté en
el primer umbral que encontré y comencé la ardua tarea
para sacar la tapita. Por razones que desconozco, mas
tiraba hacia afuera, más fuertemente esta odiosa “tapita
“ se aferraba al pequeño tarro, tanto como los bebes a la
teta de su mama.
Por fin Sucedió…!!! Lo logre…!!! El pequeño tarro dejo salir
su tapa y con ella un polvo amarillo que tiñó mis manos y mi
pollera.
¿Y ahora, qué hacer?
Tapé nuevamente el pequeño diablo amarillo, sacudí mi
pollera y escondí mis manos.
Como si nada hubiera sucedido, dejé la prueba del delito,
sobre la mesada donde estaba cocinando mi madre.
Partí hacia el fondo de la casa, lave mis manos, me puse a
jugar hasta que escuche el grito aterrador…!!!
¿Qué paso con esto?
_ No sé…! _
_Te vendieron un envase vacio. Esto no puede ser, son
unos sin vergüenzas, con lo caro que vale. Anda a reclamar…!!! Decirles que te den otro, que este lleno._
Esta vez no fui saltando, ni siquiera corriendo, por el
contrario caminé contando las baldosas, no quería llegar,
pero llegue…!!!
_Otra vez acá Martita…!!! ¿Qué te olvidaste?_
_Dice mi mamá que esta vacio…_
_¿ Qué cosa esta vacio ?_
Mis siete años no pudieron decir que, a mí se me había
caído ese maldito azafrán que ensucio mis manos y mi
pollera.
No convencí al almacenero, es decir, que a pesar de su
indignación, mi madre, me dio el dinero para que comprara
otro. Esta vez lo lleve bien apretadito en mi pequeña
mano. Sabiendo que dentro de ese envase diabólico había
un polvo amarillo.
HOY
Me doy cuenta que siete años eran poco… cuando la vida
te daba como un chucho y la bolsa pesaba mucho…
Nosotros éramos lo que actualmente se denomina “Familia numerosa “, quizás algo más. Detallo: Padre uno, madre
una, hijos 3, abuela una, tía una, tío uno, hace un total de
ocho personas. Esto implicaba que las compras diarias,
eran muy abundantes. Enumero, tratando de recordar y
fantasear, arroz, leche fideos, aceite, yerba, galletitas,
huevos, vino, queso…
Como siempre salía saltando, revoleando la bolsa y apre-
tando la lista y el dinero.
_ Buen día Don Roble_
_ Hola Martita, que necesitas_
_ Tome acá esta todo anotado_
Mientras el almacenero pesaba y ponía los alimentos sobre
el mostrador, yo de reojo miraba la balanza, pero mis
ojos se clavaban en la lata de dulce de batata dorada y
bonita. Ella también me miraba y se sonreía entre el
chocolate y el almíbar... Impaciente me relamía, sabiendo
cual sería el final feliz.
.Don Roble me decía:
_Ya esta, dame la bolsa que te ayudo a guardar. _
_Bueno, me tenés que pagar, son treinta pesos _
En el momento de cerrar la cuenta, sucedía un hecho
exquisitamente maravilloso que le causaba gracia al
almacenero, quien sonreía detrás de sus peludos bigotes.
_ ¿Necesitas algo más?
_SI !!!..
_ Quiero un trozo de dulce de bata con chocolate, con
mucho almimbar.
_ ¿Te lo envuelvo?_
_No gracias, démelo en un papel de celofán, porque me lo
como por el camino, antes de llegar a mi casa._
Que delicia gustosa y pegajosa!!! Muy pero muy exquisitamente pegajosa.
El peso de la bolsa hacía que entre las dos manijas mi
pequeño brazo, se pusiera rojizo y doloroso. A mí no me
importaba, caminaba lentamente para disfrutar por mucho
tiempo el riquísimo dulce de batata.
Cuando llegaba a la puerta de mi casa, dejaba la bolsa en
el umbral, limpiaba mis manos en la pollera. Si todavía
estaban pegajosas las escupía con abundante saliva ,
nuevamente usaba mi falda a modo de servilleta y con la
lengua relamía mi boca, como corresponde a una niña que
se había ganado con esfuerzo el manjar de los dioses.
Entraba a mi casa arrastrando la bolsa para victimizarme
y distraer la atención de mi madre que levantaba la bolsa,
mientras yo corría a la pileta para lavarme las manos y la
boca endulzada.
Como Dios manda, las secaba nuevamente en la pollera
escocesa.

  • Autor: marta CARMEEN (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de abril de 2021 a las 21:16
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 16
  • Usuario favorito de este poema: Augusto Fleid.
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Comentarios1

  • marta CARMEEN

    Gracias poetas por vuestra gentileza habitual.
    Abrazo.



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