El primer beso que solemos dar en la vida, se queda reflejado en nuestra memoria aposentándose con tal fuerza, que hace del lugar su espacio o residencia fija.
La edad, queda relegada a un segundo plano, pues lo mismo se siente a los  los  quince que a los dieciocho. En ambos casos, el alma está deseosa de vivencias nuevas.
Cuando depositamos nuestros labios en los de nuestra pareja, nos inunda un nerviosismo muy especial, que nos inclina -sin quererlo- a dar por finiquitada la agradable acción.
Nuestro corazón, aumenta sus latidos asomándose a la ventana de la taquicardia paroxística...
Tan solo con el paso de los años, apreciamos el verdadero significado y lo mucho que en aquel afortunado día representó.
      
  
  
						
						
                        
                        
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                        Autor:    
     
	emiliodom (
 Offline) - Publicado: 16 de abril de 2021 a las 04:59
 - Categoría: Amistad
 - Lecturas: 31
 - Usuarios favoritos de este poema: Ailin, Victor Ma. De San Lorenzo
 

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