A la espera

Elizabeth Maldonado Manzanero

Las hierbas dilatadas de la noche

con sus grillos y momentos de silencio

preludian ya lo etéreo del encuentro.

El arca del tesoro se hundirá completa

y mi lengua deambulante saborea

el nudo de la vida de tu savia con el beso.

 Será hoy el arpegio susurrado de mujer

el que escuchen vibrar tus sentidos

mientras los prensiles musgos de tus ingles

acrecientes y oscurecientes de lluvia

son mi cálido sueño, mi mayor codicia.

Este temblor se vierte en mí y te lo brindo

ya cantan mis ojos, el viaje extenuante

como maravilloso que harán mis manos

ya baila mi piel novicia con tu sexo.

Sé que amaneció de tarde entre tu ombligo

y sin embargo, sonríen mis ojos al presente,

en la espera de que mis remolinos y mis aguas

vayan febrilmente urgidas rumbo a tus cántaros.

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