Ahora

Elizabeth Maldonado Manzanero

Me saqué de encima el estorbo de mi real fortaleza

me estremecí de irrealidades, para rellenarme de mentiras

la carne de desvaríos, convulsionó de desesperanza,

el tiempo y la persona caducaron las ideas,

llego el ramalazo implacable de presiones

desde la cumbre de mi soledad sujeta al deseo

deseo cruel de lo que no existe: el amor, la fe y la esperanza

observo que el pájaro es prisionero de sí mismo, de su canto

y de la magnificencia de su vuelo, si me comparara

con los elementos más bellos, descubriría que no soy mejor

soy como ese pájaro que se alimenta de insectos, como ese rio,

avanzo hacia el abismo de una catarata, rauda me precipito,

mis atropellos son mis propias palabras, todo es nada, y mucho,

¿Y yo soy nada? Quizás menos que eso, apenas una ofensa

complacida en la agresión, cediendo mi soberanía

desde mi más pequeño hueso hasta mi patético pensamiento

nutrida con mentiras y blasfemias, ¿Cuándo romperé éste cerco?

¿Cuándo me llenará el odio de reniego hacia mi suerte, echada al vuelo?

Imperativamente me traslado hacia el gozo del dolor

por el angosto desierto del pensamiento, mudado de mi cordura,

Si la muerte me pidiera inmovilidad habría más luz

en ese instante del que hay ahora, ojalá hundida en mi olvido,

autómata como soy, recostada para el flagelo, sucumba pronto

más pronto que ya mismo, ante mi culpa de existencia,

estoy lista, lista desde hace un siglo para la partida triunfal de mi derrota.

 

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