Por la dársena de Cartagena

Leoness

Por la dársena del puerto de Cartagena

hace su entrada un crucero Danés.

Maniobra tranquilamente, muy despacio,

como si no quisiera amarrar en tierra.

 

Llagaba amarrado al remolcador,

como si no quisiera aparecer

por la bocana del fondeadero,

cohibido de su aparición ante la espera.

 

Ya amarrado, comienza el desfile,

de pasajeros inquietos, expectantes,

deseosos de conocer, de compartir,

con sus cámaras hambrientas de fotos.

 

Entre la multitud, aparece ella, fugaz,

casi irreconocible al contraluz,

pero no para mí, anhelo su llegada,

espero con impaciencia, ¡ya está aquí!

 

Es, Bernadette, mi esperada amiga

mi solitaria musa visceral y solitaria

en otro tiempo amada y odiada

en la encrucijada del amor perverso.

 

Desde hace tiempo, el silencio,

la reflexión, la madurez, ha cambiado

nuestras personas, nuestras ideas, y

hoy, ya curados  del torbellino de celos.

Nuestras miradas se enfrentan

nuestros deseos emanan

la brisa marina contagia

el salobre imán de la imaginación.

 

Nos fundimos en un enérgico abrazo,

un beso apasionante, ausentes,

de los empujones de la gente

que obstaculizamos sin sentido.

 

No pronunciamos palabra, fuerza bruta,

en nuestros cuerpos unidos, por la distancia,

por la ausencia, por impaciencia,

por la furia de nuestro renovado amor…

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