Atezado destino XI Días de Silencio y sueños de castillos.

Jesús Pérez Rubi

XI
Días de Silencio y sueños de castillos.

Aquella mañana del lunes
Como siempre y riguroso, Luis Manuel
Una vez mas como al principio
“abrió las puertas de aquel recinto que le llamaba salón
el cual que a la par de la entrada del sol
iban entrando sus alumnos y seguidores;
aquella mañana al degustar el café
en la escarapelada y golpeada taza de peltre
decorada con variados tonos de azules
casi invisibles por el desgaste
con una inhalación más parecida a un suspiro
disfrutaba de aquel olor que emergía de la infusión
del molido grano arábica caribe
y las aguas del manantial de la montaña
procediendo a iniciar de forma puntual su clase “como siempre”
como muestra de la disciplinada formación”
Ritual de todos sus días.
Al disponerse a cerrar,
Luisa Manuel se percata de la presencia
De Julia y Carmelo, con expresiones rígidas en sus rostros,
la cabeza de Luis Manuel se dispuso a dar vueltas en segundos
mientras recorría aquel pasillo que se hizo muy largo.
-Buenos días, Doña Julia y Don Carmelo
Que sorpresa, ¿Qué les trae por estos lados de la ciudad?-
con un paso firme y suave al frente,
viendo el apoyo perfecto de su pie derecho en el suelo
se acercó Julia a Luis Manuel
-Maestro, seré directa y franca con usted,
Primero: un consejo, no se iguale, hay pensamientos diferentes en esta ciudad los cuales compartimos, pero hay cosas que jamás podrán igualarse.
Segundo y sin negociación alguna; agradezco no se acerca mas nunca a María Luisa.
Tercero: violo nuestra confianza y le indico; María Luisa es una Novoa aun siendo mulata criolla, por lo que no permito, ni permitiré que acerque a desprestigiar y manchar su honor y puesto social.
Y que le quede claro, que tenga buen día maestro. -
Luis Manuel, se desplomo sin poder atinar palabra alguna
fue recibir el golpe al desplome de lo que tan solo fue ayer
los castillos de sueños solo fueron de arenas
derrumbados en el horizonte de un futuro
cabizbajo y desarmado, desarmado mental y físicamente
se regresó al recinto
los patiquines murmuraban y se burlaban
fue en aquel recinto donde inicio todo
en donde el símbolo de prosperidad de Europa
para todos los amaneceres, para ellos era el amor
el canto del gallo.
Aquella mañana se hizo eterna
entre tristeza y porfías
al final los Monagas y sus pensamientos
era evidente que solo era eso
un sueño político
la sociedad estaba carcomida por la avaricia colonial
hablaba el dinero, no la razón, muchos menos el amor.
Quebrado y con la ansiedad por María Luisa
se encerró en su mundo donde con castillos
estaba el brillo de los ojos de vida

Día de silencio y castillos, de aquellos días, de días pasados
de los amores de amores, prohibidos, grandes amores.

Jesús Pérez Rubí/ Andariego
01/03/2021

  • Autor: Andariego (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de marzo de 2021 a las 12:04
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 14
  • Usuario favorito de este poema: rosi12.
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