SALTAMONTES

Beatriz Melenmarr Grillo

 

Vejá'arets hayetáh tohú vavahú, vejóshej al peney tehom, verúaj Elohim merajéft al-peney hamàyin.

Bajo el silente arrebato de las letras de una noche cualquiera, entre olvidos y devenires suspiró apenas el destello

                      de un crepitar de insectos.

El recuerdo de lo no vivido fue el soslayo de pronto acaecido. 
Entre murmurios fugaces de limpido fundamento, condenados labios de sucinto los nombres.

Temprana edad de fútiles seductores; edad del hombre volcado en deseos etéreos en su palimpsesto, cuál advenimiento acabóse de eterno decir si.

                       De un eterno decir adiós 

En esas veces que de adentro el aire reventaba en berreos de risas transhumanas, de sirenas confundiendo marineros su ruta; perdimos la distancia del cristal trasmutado y diáfano y morimos al ensueño de tocarnos sin tocar; 

                      Mirarnos sin abrir los ojos;

Hacernos el amor en verbos que tornaban mis dedos sobre tu piel distante.

Del calor de tu vaho al pronunciar tú sexo entre dientes excitados por penetrar en cada sílabo cuerpo equidistante, bañado de letras que erigían cada extremidad mía sobre el dulce y fúrico de dos amantes ciegos de palmos, solos de cuerpos, 

                      carente de esponsales,  

                          trémulos de versos.

Atrás la memoria que nos guardamos a propósito. Aquél mutis que partimos en pedazos al azar donde quedaron los dioses que de vastos ignoraban las diatribas de dos mortales al horadar sus brazos de tiempo.

Aquéllos que de distantes parecía perderse como el espacio que tú boca atraía mi blasfemia, blasfemia de poder tocarte a pesar de la distancia; 

      de poder vivirte a pesar del tiempo;

de poder hacerte cantar mi nombre a través del espejo, 

Cual noche que de perdida acabados en ensueño.

Quebrantado el misterio de poder decir :

                      hacer un año un momento.

Transhumantes fortificados esponsales con la muerte, del desvelo de podredumbre ,

el amor floreció como una rosa en el desierto , 

                                   entre vaivenes 

núbiles y sordos,

                sueños de razón construidos de pretéritos inexistentes.

Cuando aún tocaba un futuro en tus brazos llenos de dolor negado,

de la memoria cautiva por un cerrar de ojos no expresado.

Mujer, que eres risa de sombra  y regalas de tus palmas las líneas,

y vuelves silenciosa la mueca doliente que en soledad te invade; Mujer, niña,

que día a día el antifaz disfraza.

Vuelves en la sombra cada noche vacua.

Danzando el maremágnum por quien doblan las campanas.

Tú, sin apellidos, sin historia ..., por nombre .

Renamente de ayeres confusos fuimos apenas destello fugaz, 

dos clamores que nadie escuchó

dos átomos de silencio fortuitos que del olvido nació.

La historia reclama portentosa la sangre viril de lo soez;

singularidad plagada de por qués falsos, letras de gritos de sima, 

furibundas a la desidia de creerse eternos .

Imperiosa a la vuelta de la esquina, desde un principio,

de la muerte clamó.

Cuando la sangre de lo yerto,

             Cual la ciega del imperio 

intransigente de los sinos de la estrella.

         Escuchando el caos de lo hermoso.

La danza de arrobo.

          Cielo basto que negó respuestas.

De madrugada.

            La levedad de un cuerpo al caer.

 


Zarpa de un remanso que volcó su parca imagen en el desconcierto. 

                             Humberto Reyes

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  • Autor: Beatriz Melenmarr Grillo (Offline Offline)
  • Publicado: 4 de marzo de 2021 a las 22:21
  • Comentario del autor sobre el poema: Muy especial para mi...
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 18
  • Usuarios favoritos de este poema: Lualpri
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Comentarios +

Comentarios1

  • 🔥Ls. Angel

    Mirarnos sin abrir los ojos👍



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