**~Novela Corta - La Ley del Amor - Parte II~**

Zoraya M. Rodríguez

Cuando, de repente, él le contesta que sí, que también la quería ver y tener una linda amistad con ella, pues, los dos tenían algo en común y que era lo retraídos que eran los dos. Cuando en la torpeza se debía de atraer también lo tonto, pero, ellos eran muy felices y aún cuando sus padres se oponían a la relación, cuando el amor de su único hijo era tan leal y tan verrdadero que no querían compartir con nadie. Cuando él, Drecks, les presenta a su nueva amiga, fue un desprecio en cinismos hacia la muchacha, ellos preferían de que se quedara solo y sin novia ni mujer, sólo por el mero hecho de ser el único hijo. Cuando en su corazón sólo debatía una sola espera, de sentir el amor en el alma y más en el corazón, si es ley de vida enamorarse si el rey en el corazón es siempre el amor, se decía la vida misma, pero, los padres de Drecks no sabían eso, de que los hijos crecen y se deben de enamorar para echar a andar y hacer de sus vidas, aunque fuera hijo único. Se dedicó en hacer de la vida una inherente de desprecios hacia la muchacha por parte de los padres de Drecks, cuando ellos dos formalizan su relación. Los padres de Drecks no querían a ésa muchacha como primor de su hijo y más como su esposa, si un día se llegaran a casar. Cuando en el torrente de pasiones claras y conducentes se dió una palabra muy verdadera como lo fue “amor”. Y él, le dijo a Deisiry “te amo”, una noche telefónicamente. Y le dijo “te amo”, cuando en una noche fue sorpresivamente y recíprocamente recibido, ella también le dijo “te amo”. Y unieron sus vidas, pues, sus vidas era igualmente retraídas entre el silencio y lo callado, entre el amor y la pasión desnuda del tiempo. Y el tiempo, ¡ay, del tiempo!, cuando quisieron ser felices. La relación entre ellos, entre Drecks y Deisiry, le cayó como bomba sin explotar a sus padres, cuando fijaron una fecha para casarse, pues, él, Drecks, era hijo único y sabía de que el silencio y lo retraído del momento, se dió como eficaz el tormento en creer a ciencia cierta de que la felicidad era la ley de vida, porque el rey del corazón es siempre el amor, si se decía la vida misma. Cuando en el pasaje vivido y más la vida misma, cayó en redención lo que era el corazón y tan enamorado como la fantasía que había vivido antes de conocer a Deisiry. Deisiry, llegó para quedarse en su nueva vida de esposo y de recién comprometidos, dentro del suburbio acontecido se debió de alterar lo que en fachada tenían que incorporarse en su nueva relación. Que dentro del cometido, y del invierno que nuevamente pasaba se dedicaba en ser a ciencia cierta de que el derrumbe de su relación sólo tenía consecuencias y muy malas, y eso no era lo que pretendían en ser. Cuando en el desierto autónomo de la verdad, se electrizó la forma de creer en el amor real y tan verdadero como poder creer en el silencio y en lo retraído del comienzo de esa relación tan cálida. Cuando en el tiempo, sólo se electrizó la forma cruel y adyacente de ver el cielo en gris tormenta, cuando en el altercado entre el corazón y la razón, se dió la ley del amor, que por consecuencias de la vida, era el rey del corazón siempre es el amor, si se decía la vida misma. Cuando en la contienda y la camorra insolvente de ver el cielo de gris tormenta, cayó en una triste desolación. Cuando en el suburbio de lo autónomo se dió lo electrizante de ver el cielo de tormenta, y de gris al acecho de una verdad impoluta. En creer que las nubes se dieron como un lamento de lágrimas de Deisiry, cuando en el derrumbe total de su relación y todo por culpa de los padres de Drecks, se debió de automatizar la gran sensación de creer en el presente y no en el pasado cruel y adyacente de ver el cielo de nubes blancas sin tempestades, pero, la razón perdida, y el autocontrol vivido, se debió a que la mala suerte en esa relación se tornó áspera e inconsciente, cuando en el albergue del corazón el rey del corazón siempre será el amor, si se decía la vida misma. Cuando el tormento se abrió como la vida misma cuando se abrió el sol con rayos de luz resplandeciendo hacia un suburbio de lo autónomo, y de la verdad en esa relación tan indeleble, porque aunque no lo creas era así intachable, pero, llegó un frío momento, cuando se dió lo que más soñó una relación autónoma, en poder creer en el silencio tan verdadero y tan real como el de los sueños. Y se sintió como cordero degollado o como pollo en el asado, o como caballo sin jinete, y la relación se fue a gravitación e indecorosamente inestable, y todo por culpa de los padres de Drecks, que se inmiscuyen en la relación entre ellos dos y todo porque sólo querían la hijo pródigo solo y sin mujer. Devastando una sensación fría y desolada inerte e inconsecuente, dentro del suburbio autónomo en decir la fría verdad de que sería en verdad la ley del amor o es que el rey del corazón no siempre será el amor, como decía la vida misma. Si en el interior seco y frío de Drecks, se tornó áspero y tan agrio como el haber sido atraído por el amor de esa mujer llamada Deisiry. Cuando en el amor se debatió una sola espera de esperar lo acontecido, como lo primordial de lo exasperante. Cuando en el suburbio de lo real, se dió lo prometido, un hijo, y para colmo los padres de Drecks, estaban contentos, pero, no del todo. Cuando en lo descendente se dió como el mismo siniestro cálido esperando nueve meses, para poder parir un hijo a Drecks, y era Deisiry. Si llevaba la marca trascendental de la vida misma  y de la herencia de sus padres en ser retraído, también. Con la mayor salvedad, y salvando el matrimonio, llegó éste hijo a sus vidas, para marcar trascendencias autónomas de creer en el instante desapercibido de creer en el amor a toda costa. Cuando en el instante se edificó como de costumbre cuando en el sorbo de la vida se identificó la vida, pues, el hijo era vida aunque también tan y peor más retraído que sus padres. Cuando se logró perfilar el deseo, y más cuando en el centro de la vida, se dió como órbita lunar atrapando el deseo y más el fin del matrimonio entre Drecks y Deisiry. Cuando la ley del amor era y siempre ha de ser el rey del corazón el amor, como se decía la vida misma. Cuando en el altercado entre los dos, se debió a que el fin de la relación se debía a que el trato de los padres de Drecks, nunca quisieron ni consintieron esa relación como la mejor en la vida de su único hijo pródigo, pero, tan retraído como siempre. 

Y él, Drecks, pensando e imaginando acerca de su relación se sentó en el banco de aquel parque, cuando la diversión era para otros su mejor vida, pero, para él, no fue suficiente ni autónoma, en decir que su vida era del todo felicidad, cuando no era del todo certera. Cuando en el anonimato de la vida adyacente se dedicó en cuerpo y alma a estudiar italiano, y se fue a estudiar italiano en una escuela cerca de ese apartamento que le dió felicidad aunque también penas y condenas. Y aprendió algo del italiano, cuando él le decía a su hijo que… -“la tua vita è il mio cuore”-, cuando su hijo no le pretendía en hacer tanto caso, porque era sólo un bebé, pero, para Drecks era todo. Cuando en el corazón sólo era el rey la ley del amor, si se decía la vida misma así. Cuando en el altercado o en la contienda o en la camorra, del instinto se debió de creer en el desierto mágico, como el haber sido tempestad en un cielo trascendental. Y era el equinoccio del invierno, cuando llegó el frío en Connecticut en los Estados Unidos, donde residían la pareja de Drecks y Deisiry. Cuando en ese parque se halló a su mujer a Deisiry, cuando en el trayecto apaciguado del frío, se sentaron uno al otro en el banco en ese parque de atracciones. No se hablaron esta vez, esta vez se tornó insegura la conversación e intacto el instante en que se dormía su hijo. Ella, retraída, pero, compasiva y con mayor detrimento mental, sólo se debió de creer en el ocaso muerto y no tan vivo como poder marcharse lejos de allí. Deisiry compungida y con demasiado desaire autónomo en saber que el imperio total de sus ojos se les venía abajo, sintiendo una sola pesadumbre en ellos, como si fuera un derrumbe total entre sus ojos y sedientos sus labios en la espera de esperar por la camorra entre Drecks y Deisiry. Cuando en el instante se debió de creer en el instante en que el sorbo de la vida se veía caer desde arriba irrumpiendo en un sólo desafío y tan frío como el mismo invierno que pasaba por la temporada. Cuando irrumpió en un sólo desastre en sus propios ojos el calor o el mismo frío que pasaba por su rostro. No fue el mismo calor, como aquella mirada por primera vez en el banco que le dió a Drecks cuando intentó conocerlo, no. Era fría, álgida o gélida la mirada, como si estuviera dentro de una cubeta de hielo en el refrigerador, pero, no sólo fue así, sino que más que eso fue como atraer el dulce o el agrio sabor de un sólo tiempo o en el calor del sol que penetraba en sus abrigos tratando de dar de calor, o del frío inerte entre sus manos sin contemplar el roce entre ninguno de los dos. Cuando en el altercado de un sistema ebrio en la cadencia de la sobriedad y en cada suspiro un altercado como la vez aquella en que se dió como la misma ansiedad de creer en el destino frío. Cuando en el convite de atraer la razón perdida se dió como el reflejo en el sol, cuando por aquella vez en la primera vez que se encontró a Drecks en el banco. Si sólo halló lo que nunca, un deseo inerte y tan frío como el combate de entregar los celos muertos si era Deisiry, la que realmente amaba a Drecks, pero, se fue como principio y no como un sólo final, dentro del silencio y de lo callada que se hallaba Deisiry y con él, Drecks. Cuando en el silencio autónomo de la salvedad, se hirió profundamente por una herida mortal y letal, la de ella, en contra del sentimiento de Drecks. Cuando en el camino y por el destino frío se dió una punzada tan mortal como los inmortales de la tierra que sobreviven a la guerra impuesta por el escaso rencor. Cuando en el alma se debía de aferrar en lo cometido de un instante fuerte como el haber sido como las mismas fortalezas en atraer la misma esperanza, pero, no trajo lo más imprudente como la mirada y tan álgida como el mismo hielo. Cuando, de repente, uno de los dos se miró fijamente a los ojos y habló como si fueran adolescentes cuando hallaron por primera vez su amor. Y solamente le dijo -“te amo”-, y se marchó lejos, dejando abandonada a Deisiry y con su hijo en brazos. Cuando él, Drecks, sí se marchó lejos, dejando inerte y fría la voluntad, el delirio delirante y las manos tan frías como el mismo sentido sin sentido. Cuando en el camino él, Drecks, pensó e imaginó en saber que el frío le quemaba más la piel y con todo abrigos y cuando al pasar de la avenida donde se hallaba su departamento, pasó de frente y escupió en el suelo, por donde fue muy feliz con Deisiry, cuando sólo significó que le daba más sed ser sediento de sus besos cuando se fue de allí, cuando en el instante se debía a que el delirio delirante de creer en la mala suerte de haber perdido el amor en manos tan frías como el silencio y más como en ser tan retraído como callado en el amor y en toda su vida. Cuando en el ámbito terrestre, subió y bajó la avenida pensando, sólo imaginando e inventando una sola idea en hacer creer que el mundo terminaba en hacer devorar el alma con fuego cruzado muy dentro si era la ley del amor, y el rey del corazón es siempre el amor, se decía la vida misma. Cuando en el tiempo o en el ocaso muerto se debatía una sola sorpresa en saber que el deseo se convirtió en una sola razón perdida. Cuando en el silbido del silencio le dijo el demonio ilusorio que persiguiera su camino y que se fuera de allí, pues, no era su lugar exacto, cuando el amor no era y que para él, Drecks. Cuando en el instante se debió a que el instante se dedicó en la fuerza y en el imperio de sus propios ojos viendo el camino angosto y pedregoso. Cuando, de repente, se vió inalterado la fuente de espera por esperar por el amor y tan real, pero, el demonio ilusorio se debatió en la espera de creer en el amor y en la pasión a cuestas de la sola soledad, cuando en el instante se creyó en los rayos del sol, pero, no fue bastante creer en la luz, cuando existía la lluvia y la tempestad en el cielo de gris tormenta. Cuando en el altercado se enfrío el deseo de volver a ver la vida, cuando en el deseo se embriagó en las venas de un frío y tan álgido como el mismo camino en que él, Drecks, caminaba lejos de Deisiry y de su departamento. Cuando, de pronto, se vió inalterado y frío el desastre de ir y de caminar lejos de aquel departamento, cuando en el aire socavó muy dentro de él, y el demonio ilusorio le hablaba más y más. Y él, Drecks, en su psicosis y neurastenia y su psicología no venía muy bien sin tal agrado de salvación.

Cuando, de repente, se vió inalterada la forma de atraer su psicosis hacia una insurrección devastada por el deterioro o el desdoro de la voluntad y del valor hacia su eterno amor el de Deisiry. Cuando en el instante se debatió uan sorpresiva espera, de lo inesperado y de lo irreal, hacia el nuevo milenio que está a punto de ser consumado. Cuando en la mala voluntad se aferró el deseo y el mal universal de un instinto o de un solo capricho en que la psicología jugaba un papel muy importante entre la insistencia del amor o del desamor por la mala rutina en que Deisiry lo llevó hacia la mala inmensidad. Cuando en el debate de la esencia se perfiló una manera cruel de no soportar la manera de sentir el amor en el corazón y sí, si era la ley del amor y el rey del corazón es siempre el amor, se decía más la vida misma. Cuando en el instante se debió de creer en el suburbio inadecuado adherido en el corazón, cuando la ley del amor, después del amor de los padres de Drecks, si no los dejaron ser felices, si los padres de Drecks, sólo debían de creer en el amor hacia su hijo único y predilecto a Drecks. Cuando en el convite de lo amoroso se entregó el coraje en ser como lo más hermoso del tiempo y de la salvedad en ser felices como quisiera. Y Drecks, nunca se dió de cuenta de la manera en que sus padres trataban a Deisiry, si cuando en el combate de la manera en que desgraciadamente la trataban y todo porque se creían sus padres que les había robado el amor de Drecks. Cuando en el instante en que se creyó que el amor iba y venía, se dió como el más inmenso instante en que se debía de creer en el alma una luz, en que se dedicaba en ser a conciencia una verdad tan cierta como impoluta y tan ufana. Cuando en el combate de la verdad se aterró Drecks, en saber de su cometido cuando su ausente presencia se irritó en demasiada cortesía. Y caminó avenida abajo, cuando en su departamento se debatía la espera de esperar por el regreso de él, de Drecks. Cuando en el instante se debía de creer en el ocaso lleno de un flavo color, cuando en el destino se hirió punzantemente, y en contra del dolor, se enfrío el combate de ir y de venir, fuera de éste mundo cuando inconsecuentemente se dolió más y más y más en el alma y en el corazón lleno de amor por la ley del amor, si el rey del corazón es siempre el amor, se decía la vida misma. 



Continuará…………………………………………………………………………………………….             

                      




                                                                   

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 1 de febrero de 2021 a las 00:01
  • Comentario del autor sobre el poema: “El rey del corazón es siempre el amor”, es la ley de vida enamorarse… si Drecks así lo hizo cuando la ley del amor le llegó a su corazón cuando joven, cuando entró a su vida la mujer llamada Deisiry….
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 39
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