OLGA

Luis Alberto R

OLGA
(Fragmento de "Biografías en la brisa")


Avignón, 2018, martes de agosto. Un 22 a las 9 de una mañana soleada. Rumbo hacia un parquecito de Rue de la Bonneterie, paso por su lado y me evita su mirada absorta en medio del humo del cigarrillo atrapado sin ganas en sus labios. Nada ajena entre la tibieza soleada. Otra sin hogar con su vida completa en unas bolsas y la tristeza encadenada, pienso. Tal vez lo mejor que puedo darle es mi escucha y ofrecerle algo una vez que ella me hable. Tras mis palabras machacadas en francés y nuestras risas al encontrarnos perfectamente en español, para entregar confianza le resumo mis pasos y mi vida. Ella, contagiada del calor, es confidente y me da el obsequio de un trocito de su interno.

"...debo pasar al restaurante y al bar esta tarde... tengo hambre y sed de fantasías cortas por cerveza. Superaré esto. Lo sé. Yo puedo. El sol me llega con nostalgias. Extraño mi jardín, la blusa azul, la risa.

Amé y me amaron bellamente. Hoy no pareciera, ¿cierto?. No me arrepiento. Era joven, bella y nos amábamos. Él, mi Philippe, era guapísimo, dulce, tierno, responsable y buen amante . Esos últimos años juntos se esfumaron tan rápido y tan triste... . Tal vez no fue mi culpa si se marchitó mi vientre con Juliette dentro. Pero si... si... ¡¡yo era su templo!!, algo pasé por alto en mi cariño. Ella confiaba en mí y se esfumó en mi cuerpo malo. ...y alcanzó a vestirse alegre... . A veces parecía danzar con la música de mi gusto y pateaba al oir reir a su padre. La extraño a pesar de conocerla en fantasías

En su vuelo se llevó mi amor del mundo en sus manitas. Aún amo a Philippe a pesar que nos separó la culpa y la tristeza. Hace varios años que no lo veo. No quiero. Su nueva familia es casi tan bonita como soñábamos la nuestra. Él me abraza, no me ama, me quiere ayudar y yo lloro por horas cuando lo veo. Y se pone mal, también llora. Sufre. Y no es justo.

No quiero vivir en algo parecido a un hogar. Sería falso. Perdí fácilmente lo que tenía y mi madre, inmigrante albanesa solitaria, falleció hace dos años. Soy hija única. El Estado me ayuda en algo. Y algunas personas como tú. Nadie me puede ayudar con mi tristeza .

Soy Olga, me dicen "la rubia". No sé por qué pues mi pelo es blanco y mi alma negra. El sol está tibiecito... ya casi es hora de barrer el restaurante y probar la sopa... adiós amigo."

Por fin toma ante mi insistencia unos billetes, recoge su vida a sus espaldas y se marcha despacio hacia lo incierto. Y yo florezco su sabiduría en mis dilemas. No desayunaré hoy. No tengo ganas.

#LuisAlbertoR (DRA)
(Fotografía 1680898)

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Comentarios1

  • Willie Moreno

    Conmovedor relato... Que resalta una ruda realidad.

    Abrazo y bendiciones.

    • Luis Alberto R

      Gracias, Willie. Un abrazo.



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