Las primeras mil ochocientas noches

Klore

Estoy cansado de empuñar

los ojos como un arma de filo

y cuevas huecas,

como si un pestañeo fuera

una roca húmeda de arañas.

Ese sueño, y ese espejo de fatiga,

ese recital de ojeras en el más allá de medianoche,

ese rito de oscuridad obscena

bajo la luz roja de una semiesfera,

atado a esas letras cuadradas y negras,

rectas y negras, solas y negras.

Dormir es mañana y lamento,

otra palabra olvidada,

un sótano con almohadas y agujeros en la pared.

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Comentarios1

  • Nuria de espinosa

    Un placer leerte. Saludos

    • Klore

      ¡Muchas gracias Nuria!

      Un saludo.



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