**~Novela Corta - El Huésped Frío - Parte II~**

Zoraya M. Rodríguez

Y sí, se entregó a mis brazos tibia, cálida y fría también, pues, su manera de amar la había olvidado, pero, yo le dí un toque de ternura y de pasión en que ella reaccionó de tal manera que quiso amar, otra vez. Cuando por fin, acabamos de hacer el amor, el dolor volvió como sintiendo una fría decepción, pero, cuando en el tiempo caí, sólo yo quise ser como el imperio o el mismo templo sin alma, desnudando el cuerpo de Martina, que lo hallé como el mismo templo con dioses del olimpo. Y la amé, sí, le entregué todo de mí, pero, aunque fue un dolor de cabeza y un error malversado, sólo hubo amor, mucha ternura y pasión. Sólo fue tan pasajero como la vida misma, o como el mismo dolor, o como la misma pasión que así como llegó se fue. Como un imperio nuevo, así fue el desenlace final de nuestro tiempo, y de nuestro amor en la cama. Yo me fui por un tiempo a convivir con ella, con Martina, hicimos nuestro nido de amor lleno de mucha pasión, pero, caí en los brazos de la soledad, del dolor, de la fría infidelidad por parte de ella, jugando conmigo y con el amor no se juega, pues, es un dolor erróneo que duele mucho. Cuando el tiempo se oscureció en vez de rojo ardiente a color negro de luto, cuando se enfrió todo como la relación infiel que teníamos a escondidas, pero, nos amamos con locura y con una pasión adyacente de dolor y de euforia, en contra del frenesí del esposo de Martina. Cuando en el imperio del dolor, se fue la manera de ver el cielo y de creer en el momento más raro del mundo. Cuando en el instante se vió el dolor frío y de penumbras y de sombras adheridas al cuerpo y más al recuerdo cuando la hallé con el frío de la infiel infidelidad. Cuando en los celos del amor, se volvió loco ése señor con el revólver en la mano. Cuando en el tiempo, sólo se halló la forma inherente y perenne de ver el cielo con una gris tormenta apareciendo como la vil tempestad sólo en el mal recuerdo. Cuando ella, Martina, la ví sola y sin compañía, cuando en el principio de todo sólo ví el silencio de ella en el alma, un alma solitaria, y devastada por un marido infiel. Después de dar todo por el todo, si fue ella la mártir de la relación como ella Martina, sabía que el desenlace de su triste relación infiel de ella y de su esposo era el de bifurcar el amor y la pasión si existía alguna entre ellos. Cuando en el alma se entristeció más, cuando por marcharse se vió aferrada al dolor, y a la triste conmiseración que le tenía a su esposo. Si cuando la encontré en el “Perabar”, yá había sido entristecida y con un dolor fuerte en su propia alma. Cuando la hallé sí, desesperada y fuertemente débil. Y la amé, sí, y coseché el deseo, el amor y la pasión. Cuando en el instante se debió de abrir el alma fría, y de deseos, cuando entré por la puerta, sólo la ví llorosa, inerte y frívola, desnuda de sentimientos, y de dolor fuerte en el alma fría. Cuando le pregunté de por qué lloraba, fue cosecha de lo triste cuando en lo amargo de las lágrimas acérrimas, calló en derredor, y fue que mis hombros sirvieron de ayuda, consuelo, y de protección a aquella mujer que comencé a amar desde cero. Cuando la llevé lejos de allí, pues, el ruido no me dió la oportunidad de consolarla bastante mejor. Cuando en el imperio de sus ojos sólo hallé dolor y un reflejo de luz opaca, tenue y de frías lágrimas. Cuando en su corazón sólo hallé lo que nunca un latir débil y un flojo despertar, en que sólo quise ser como el mismo sol en la lluvia, pero, su dolor fue mayor. Cuando por primera vez, yo sentí un suave murmullo entre la gente de allí del “Perabar”, sólo yo quise destruirlo todo, pero, fue todo en vano. Y juré que sería mayor mi amor que la comidilla social. Cuando, de repente, sólo ví el sol caer en el cielo, con la lluvia en derredor fue el destino o el camino, cuando sólo perpetró una osada osadía en saber que el cielo era como el mundo derrumbarse encima como un pasaje yá vivido. Sólo el frío desastre se llevó el mal comienzo, pero, así seguimos y nos amamos mucho. Cuando en el alma se dió como una lucecita opaca en su mirar seguido de un dolor fuerte dentro de la misma alma. Cuando se dió el gélido hielo en el alma fría, desnuda de un sólo sentir suave como la ternura y de la pasión ardiente y cálido que le dí yo no queda yá nada. Cuando en el amanecer quise ver el sol, cuando en el aire sucumbió y me rozó la cara destrozando su olor y su ternura. Cuando, de repente, la ví a ella, a Martina, al amor de mi vida, sólo sintiendo un dolor tan fuerte como es la fría infidelidad de su esposo. Cuando en el alma sólo se descubrió una salida o una mala entrada en saber que el silencio era autónomo de la frívola verdad. Y tan impoluta es la vida, que la herida sólo socavó muy dentro de la verdad, de la piel misma deseando abrir como una herida punzante en que sólo se le advirtió el mal coraje de ella, al sentir el frío entre las lágrimas sin ser deseadas. Sólo le dije que el dolor, se aferró al sentido y al desenlace de ver el cielo como la misma lluvia. Cuando en el ocaso se dió como la llave del destino o del camino frío, cuando ella, Martina, llegó al “Perabar” en La Verita desconsolada y fría con lágrimas de dolor. Cuando en el "bar" se dió lo que más se atrevió a descifrar en un sólo desafío en saber que el frío se dió cuando las lágrimas cayeron en el rostro y en los ojos de Martina. -“Si en la alborada cayó como reo o una prisionera en cada veneno del tiempo”-, se decía ella, Martina, cuando en el amanecer vió la luz del sol, y el sol en cada coraje del ocaso, otra vez. Cuando en la mañana, sólo en la mañana después de haber hecho el amor, vió el reflejo del sol en mis ojos, desatando una euforia, o una locura adyacente de ira y de insolvencias inocuas, cuando pensó en aquella infidelidad en que yacía ella, Martina, en el lecho de mi cama y por mi amor por ella. Cuando en la alborada no se electrizó la forma de ver el cielo en tormenta cuando salió el terrible y el más nefasto de los tiempos con el sol en el amanecer y lo supo ella, Martina, que cuando en la comarca o comitiva terrestre se desafío un torrente de sin sabores tenues, sabiendo que la decepción se lleva como el mismo desastre en la manera de ver el sol sin luz o con los rayos del mismo sol. Cuando en el mismo ocaso se vió el sol con la lluvia de sus propios ojos, pero, esperó por mí, y por mis besos. Y yo Lúcido, El Diablo, sólo le dí pasión y la ternura en que sólo ví el sol en sus ojos de lluvia. Desaté lo que atrajo mi pérdida ilusión, dentro de un sólo coraje del mismo corazón y en la misma alma destruí lo que más quise a ése hombre con la cara en el desierto, buscando un sólo instinto en el alma, y con la vindicta sólo destruí el mal comienzo, y ese final desenlace sólo conseguí la llegada de la destrucción total y no parcial del sólo corazón amando lo que nunca. Cuando en el instinto se debió de enfríar el ocaso frío o el instinto carnal de un sólo deseo y fue de amar a Martina. Y en el reflejo de ese sol, sólo ví el amanecer claro, pero, con una lluvia desesperada de una vindicta eminente. Cuando en la alborada se identifico más, si el ocaso de una manera tan fría como el poder del hielo en la misma piel. Cuando se derrumbó el mar y el cielo dentro de mi alma. Socavando en unas mil maneras por amar, si en el ocaso se dió la vil forma en atraer la comitiva de un mal desastre. Cuando en el ir y venir se encerró el deseo en atraer el mal comienzo de esperar por el mal final de una cruel, pero, tan verdadera venganza. Cuando en el alma esperó por el mal de toda una vida en el ocaso frío. Y desesperadamente inocuo el presente se encerró en mi mente como un metal adherido. Y fui y lo busqué al esposo de Martina, y quise vengar nuestra ilusión y nuestro amor con lo peor, mostrando mi amor por ella, por Martina. Y quise ser ése que conllevó una dulce atracción por el amor verdadero de Martina. Y su amor fue tan dulce como la miel, o como el frío en el alma, pero, fue como la misma hiel, tan amarga como el veneno del mismo tiempo. Y Martina fue la exquisita y el impecable amor destrozando una verdad tan fría como la propia infidelidad de su esposo y más la de ella. Cuando sólo faltó y falló lo que más quiso en el mundo, que su amor fuera como lo que él quería un sólo sol. Cuando en la mentira sólo llegó como el mismo frío y tan desnudo, como el mismo gélido hielo o témpano de hielo que se deshace en la manera de ver y de creer en el mismo sentido. Y se aferró a la manera insolvente de ver el cielo en los ojos de ella de Martina. Cuando sólo quiso ser el causante del sufrimiento de ella, de Martina. Cuando en el enredo por amar y por vengar la infidelidad de su esposo, sólo fue como el enredo de amar y de soltar las amaras del corazón sintiendo un leve latido en el mismo corazón, por querer vengar con la vindicta más insolvente de crear un antídoto para el veneno del mismo tiempo, de ese presente tan inadecuado y desventurado de nuestras vidas con amor del certero. Sólo fue como una razón llena de locura, que me dió sólo el vivir al lado de ella, de Martina. Cuando en el que se enfrío como el odio y como la ira destrozando el sólo deseo en el alma cuando la venganza llegó.

 

Continuará……………………………………………………………………………….                                                  

 

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 4 de octubre de 2020 a las 00:02
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 36
  • Usuario favorito de este poema: migreriana.
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