El perfume de mi maestra

#Nauro Torres



Cada niño debería tener en sus vidas un adulto que se preocupe por ellos. Y no siempre es un padre biológico o un miembro de la familia. Puede ser un amigo o un vecino. A menudo es un maestro”.  (Joe Manchen)         

NAURO TORRES

2.020

D.R.A.

 

El olor a mejorana

inundó el salón,

una señorita recién graduada

pisó el dintel;

cuarenta inocentes ojos

la contemplaron sin cuartel.

Nos llegó por fin la maestra,

ya en abril;

¿qué importaban los meses transcurridos

sí maestra teníamos, al fin?

 

Nos saludó a cada uno en el pupitre

 y yo me sentí acariciado, al fin;

nunca ocurrió con mi padre

que no conozco aún,

menos mi madre que por trabajar,

a mi abuela le endosó mi crianza

y con ella vivo, sin vivir.

 

Cuando su derecha posó

 en mi hombro suavemente,

creí en los ángeles

por primera vez.

 

Su perfume, esta vez;

lo sentí mío;

era la mezcla de fragancias

del jardín de mi abuela

que yo cuidaba a diario

 para ganarme el pan.

 

Contemplaba el capullo de la mazorca,

igual al pelo de mi maestra

izado lo miraba en la caña del maíz.

 

Sacaba la mata de yuca

para el almuerzo del otro día,

y del seno de la tierra

brotaban las piernas

del ángel que me acarició

por primera vez.

 

Azucenas llevaba cada día a su salón;

las cortaba con cuidado cada lunes;

era la excusa perfecta

para empezar semana

inhalando su olor a mejorana,

mirando desde lejos el vaivén

de las olas que formaban

sus negros cabellos bailarines

que protegían su tersa piel.

 

Una aureola posaba si posar

en su cabeza hermosa

tallada con el rostro

de Afrodita ataviada

cual ninfa en el paraninfo

en el que cada día

los veinte acudíamos sin faltar. 

 

Con las vocales empezó su encanto

pintó la A y nos habló de amor;

enjalbegó la B y nos narró del bien;

trazó la E y contó del origen de la existencia humana;

perfiló la I y nos afirmó que somos imagen de Dios;

coloreó la O y nos contagió del orden;

encaló la U y nos dijo que criaturas somos del universo nuestro.

 

Al oler la albahaca, evoco a mi maestra;

al olisquear la hierbabuena, la recuerdo;

al husmear los jazmines, revivo su presencia;

al olfatear las gardenias, rememoro sus enseñanzas;

al notar las glicemias,

agradezco el apostolado de mi maestra.

 

Mi madre no me aguantó y se fue;

mi abuela, a regañadientes, me cuidó;

las maestras cuidan a los niños sin ser suyos;

trabajan sin descanso de sol a sol;

son amas de casa, amantes y señoras,

y aun, les queda tiempo para amar a veinte más

que no son de su sangre y descendencia.

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  • Autor: #Nauro Torres (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 1 de octubre de 2020 a las 11:55
  • Comentario del autor sobre el poema: Los maestros ofrendan sus vidas guiando a los niños y con sus afectos desarrollan en ellos, sus emociones.
  • Categoría: Familia
  • Lecturas: 47
  • Usuarios favoritos de este poema: jose S.W., José López Moreno., YA SABES QUIEN.
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Comentarios1

  • YA SABES QUIEN

    Añoranzas de los tiempos mejores
    cuando se palpa, se huele y abren los ojos al mundo.

    Tus letras guardan esa inocencia

    Un placer conocer tus letras
    Amigo Nauro



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