Maremoto

Lucas Gress

Prorrumpió en los adentros

turbia mezcla con escombros

tragándose las líneas de la costa

el borde hacia el infinito.

 

Sin meditarlo si quiera

la bestía lo arrazó todo

y junto alba en un clima turbulento

las aguas anegaron los llanos inermes.

Después las montañas colapsaron

cual si fueran un endeble edificio de cañabrava con adobe

y entre ellas las esperanzadas vidas

los recuerdos de una vida plena

fueron tragadas por el remolino de escombros

la vorágine homicida de otro tiempo.

 

El sepulcro sin calma se extendió hasta tierras más lejanas

incluso alcanzando las ciudades todavía no erigidas

incluso alcanzando el futuro incierto

los sueños inalcanzables, las ilusiones rotas.

 

Y así el maremoto con total estruendo

con improperio y ademánes fúricos

llegó hasta el único faro al otro lado de la costa.

Allí el candelabro de los sueños resistió como los grandes

más las aguas endemoniadas, inquisidoras

arrasaron con su luz hasta atraparlo entre tinieblas.

 

Y cuando la marea parecía haber triunfado,

entre los remolinos de conejos blancos desmembrados e informes

el ápice de una pirámde resguardaba todavía el recuerdo

los días plenos de aquella endeble ciudad costera.

 

Era la pirámide construida con la imaginación infantil

de las delicadas manos que esculpen con arena

aquella pieza clavada desde la médula ósea

y que para el adulto empedernido en los números al final de la quincena

no significa más que el casual recuerdo.

Fue ésto ló único que en pie,

aferrándose a las bravas arenas

y al fango licuado bajo sus pies

esperando con paciencia

a que el ritmo y el ciclo de la naturaleza

volviera la brava bestia al cúmulo donde hiciera falta.

Pero el agua tardó horas, días, semanas 

y no bajaba por la costa

(Es el cambio climático, decían en sus adentros,

es el mundo, el mundo está enfermo)

Pero el tiempo finalmente las aguas fue drenando

devolviéndola cada vez más al otro lado de la costa;

 y cuando la islita recupero sus despojos

pocos sabían cómo acababan de sobrevivir tremenda sacudida.

 

Nadie está exento de ningún maremoto

nadie si quiera tiene seguras sus señales de alerta

a veces arrasa fugazmente,

y otras veces intenta reclamar sus tierras.

Puede estar el arma una vez cargada

a veces tan lejos o más cerca de las sienes;

los maremotos impulsan la voluntad

y uno nunca sabe cuando, hasta el ápice de la montaña más alta,

terminará sepultada en el remolino del caos de una marea borrascosa

que reclama para siempre una tierra sin alma, un cuerpo sin vida. 

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  • Autor: Lucas Gress (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 30 de septiembre de 2020 a las 13:49
  • Comentario del autor sobre el poema: Analogía del caos profundo; una marea que barre todo y aplasta lo construído. Los fenómeno naturales del organismo.
  • Categoría: Surrealista
  • Lecturas: 23
  • Usuario favorito de este poema: Sinediè.
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Comentarios2

  • claudio ramirez vasquez

    La inquieta superficie terrestre libera su energía , de acuerdo a la intensidad causa tantos destrozos, pero también esculpe el rostro del planeta. Felicidades .

    • Lucas Gress

      ¡Gracias! Saludos

    • ..........................

      Excelente metáfora!!!

      "Nadie está exento de ningún maremoto

      nadie si quiera tiene seguras sus señales de alerta

      a veces arrasa fugazmente,

      y otras veces intenta reclamar sus tierras.

      Puede estar el arma una vez cargada

      a veces tan lejos o más cerca de las sienes;

      los maremotos impulsan la voluntad

      y uno nunca sabe cuando, hasta el ápice de la montaña más alta,

      terminará sepultada en el remolino del caos de una marea borrascosa

      que reclama para siempre una tierra sin alma, un cuerpo sin vida."

      • Lucas Gress

        Qué gusto que lo haya apreciado. Muchas gracias. Un saludo.



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