MUJER SIN ALMA

EL QUETZAL EN VUELO



 

Nadie discute tu belleza y tu risa como telaraña, con esa forma desinteresada de flechar y yo como siempre, triste rehén de las casualidades caí en el primer intento, ni siquiera permití desplegar tu arte de la seducción. Me dejé caer al abismo profundo de tu risa, de tu carmín y de ese perfume que embriagaba más que el tequila y alucinar como el opio de tus ojos.

 

Creo que una de mis canciones toco tu herida de esa noche y al ver caer esa lagrima por tus mejillas callé mi guitarra y ordené a la noche que sanara tu herida y tomara el mejor de mis recuerdos y la pusiera en tu sangre, para que corriera por tus venas y contuviera esas ansias de tirarte después de esa noche del puente de la 38.

 

Tu vida para mí, siempre estuvo llena de detalles insólitos, nadie como tú me había hecho feliz, tampoco me habían condenado a tantas noches de dolor, al tratar de olvidar, esa triste venganza disfrazada de aventura. Creo que no necesitabas tanta estrategia para lograr mi sufrir, a veces lloro hasta cuándo se marchitan las violetas de mi   jardín.

 

Aquella tarde, recostada en mi pecho con tu vista en el infinito. Haciendo círculos con tu cigarro, sentiste que estaba llegando el arrepentimiento y tu venganza empezó a transformarse en latido y mis besos como diestro sembrador estaba haciendo que germinara el trigo dentro de tu sembradío de cizaña; tus demonios se cambiaban al paraíso.

 

Tu venganza es una historia de película, donde en el castin de tus odios yo resulte el actor perfecto para tu venganza. Tenía todo lo que el viejo libreto te había permito entender, además resultaba tan fácil presa y toda mi historia del café nocturno encajaba. Solo requerías ocultar tu sonrisa y mostrar tus atributos; la noche completaría lo que faltara.

 

Claro que si entiendo y sé cómo caí en tu juego, lo que no me cabe en un poema es cómo tú; una mujer tan bella, presumiblemente con un corazón tan bello y unos detalles tan francos y delicados, puedas estar vacía por dentro; de donde sale toda esa hermosura que la noche me mostro. Eres solo cuerpo y seducción; el Apocalipsis vestido de mujer.

 

Gracias por aquellos momentos, tu paseo por la playa, tu coquetería constante, a cada segundo. No hacía falta. Ya estaba con el anzuelo enterrado hasta las vísceras más internas, me quitaste el sueño y pusiste mis fantasías a caminar por la orilla de mi cama y el insomnio se echo a dormir como un perro, sin ver anochecer, ni al llegar la mañana.

 

Te agradezco todo, pero también te pido que salgas de mis recuerdos. Todos mis amores terminar saciando sus fantasías, cumpliendo sus sueños o viviendo una aventura, lastiman cuando se marchan, pero con el tiempo son lindos recuerdos que guardo en un poema. Pero un sentimiento desordenado, envenena el alma y  los poemas.

 

 

 

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO

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