**~Novela Corta - El Sol por el Otero - Parte Final~**

Zoraya M. Rodríguez

Pilar se fue por el rumbo y la dirección correcta, y el viaje correcto. Guardó en su cartera aquel día, cuando Eugenio se marchó con el sol por el otero, a aquellos pesos argentinos con que supuestamente se había vendido a Eugenio, lloró suave y delicada, la elegancia nunca se debe de perder. Y así fue. Cuando en el tiempo, sólo miró atrás, sólo se le vino a la cabeza, la maldita prostitución, en la cual, él, Eugenio creyó más que en su pureza de mujer entregada. Él, no supo la diferencia y la trató de tal manera que cayó de rodillas a llorar sobre aquella habitación en donde se amó con total vehemencia y pasión. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo cayó en reo y en una bella redención, cuando el sol opacó a sus rayos de luz. Cuando en el tiempo se da como el principio y sin final, y ese sol con el mismo en que Eugenio se fue con el sol por el otero. Cuando en el interior se sentía como ida y sin regreso, besando con amor a un cuerpo, amando como nunca el ir y venir, desde que su mundo cayó en desilusión, en una gran y terrible decepción. Cuando pasó el tiempo, y se repuso, pues, la vida sigue como el sol llega y se vá, pero, en aquella tarde de sol, con el sol por el otero, sólo hubo un suburbio, un hundimiento, y una adquisición de querer pertenecer a ese sol, cuando el sol rayó en presencia su rostro, marcando y secando a sus lágrimas en su cara. Quedó atónita, retraída, compungida e ida. Recogió sus pocas cosas y salió como toda una azafata de la vida y más a ese avión en que viajaban la gente pudiente o que podía viajar, porque aunque no lo crean era un avión exquisito para gente soberana  y solvente en cuanto a dinero. Y era ella Pilar, la azafata de ese avión con otros tres compañeros, pero, ella era única y tan real como el mismo sol en que ella lo observa desde su ventanilla. Desde que el ocaso comenzó en un desastre en que los celos se volvieron medio locos, buscó su carnet de azafata, lo había dejado tirado en el suelo, entre aquellas sábanas curtidas por el sol, y no le importó haberlo dejado allí. Cuando preparó todas sus cosas en la maleta, pero, dejó algo, y fue su carnet de su perfil como azafata. Cuando en el tiempo, sólo le advirtió el sol lluvia, pues, llovía insistentemente y persistentemente entre aquel avión en que ella viajaría, otra vez, a laborar como azafata. Cuando en el ocaso y él, Eugenio se fue con el sol por el otero. Buscando y hallando una manera de ver en el cielo el sol y con un sólo tiempo en que el sol se desnudó por el otero. Cuando en el intento se dió las más suaves aventuras de haber bailado tango y haber danzado el pericón y el malambo. Cuando en la osadía que por el día ella, Pilar, buscó, y se dedicó en cuerpo y alma en ser azafata llega el otoño y casi el invierno en sólo viajar como el tiempo, o como dando vueltas como las manecillas del reloj, dando unas horas tan frías e inertes o como la traslación del sol en el cielo. Cuando en el momento se debió de automatizar la espera tan inesperada. Sólo ella, Pilar, no quería ser una prostituta toda su vida, si ella tenía y poseía su trabajo, en el cual, si su salario era bastante jugoso. Cuando en el ambiente se dió lo que más un frío inerte del aquel invierno que llegó con el tiempo sí. Y su carnet todavía allí ni la mucama pudo hallar o limpiar. Cuando en aquella tarde del día dos después de haberse amado con Eugenio ella, Pilar se marchó de esa habitación, dejando en el suelo varado un carnet personal de su perfil como azafata. Luego de que ella cerrara la puerta llegó Eugenio a aquella habitación y la mucama lo dejó entrar y él sí que lo encontró, un carnet con la información de ella grabada e impresa en ese papel mágico, pero, lleno de mucha información. Y él, supo de que ella, Pilar de la Margarita Stranskisty, era una azafata americana la cual laboraba como azafata en una aerolínea de aviones llamada  JukeSky, y voló rápido al buscar y al saber que había cometido un error tan erróneamente. Un yerro con una consecuencia devastada y muy real. No la encontró, a Pilar en la aerolínea JukeSky, pasó y voló como un ave buscando a Pilar para casarse con ella, pues, no la podía olvidar, el argentino era muy vivaracho, pero, muy leal y muy honesto. Pasó desapercibida por los viajes que comenzó a viajar como azafata laborando en su trabajo. Cuando quedó nuevamente al dar la vuelta al mundo y cayó nuevamente en Las Pampas de las Argentinas, y en aquel mismo hotel y en aquella misma habitación se hospedó, pues, era el hotel del aeropuerto, el cual, le correspondía a ella como azafata hospedarse. Llegó y recordó todo, era yá invierno, y le había dado la vuelta al mundo, pero, ella, sólo quiso amar y ser realmente más amada, pero, pasó algo, que su situación no le permitió amar como ella creyó a ser amada. Cuando en el interior una lucecita como un rayo de luz le cayó perpetrando en su más grave situación un recuerdo en que ella, solamente ella, pensó en hacer valer su licencia como mujer herida y dolida, como que su esencia de mujer cayó en redención, cuando en el imperio de sus ojos cayó como órbita lunar que ata a los ojos desnudos de amar lo que fue y lo que será. Y era ella, Pilar, la que desnudó el tiempo y más, en el ocaso de ver aquel sol salir por el otero. Cuando se había marchado Eugenio con el sol por el otero. Cuando en el instante se dió la más débil de las fuerzas, como que el silencio se fue como el sol con el otero, cuando en el momento cayó en el cielo como lluvia que no fue pasajera y ni el tiempo cayó en una sola soledad. Cuando en el tiempo se dió como un ocaso inerte como el mismo sol, pero, no, su movimiento le dió la vuelta al mundo como ella como azafata en el mismo cielo donde se veía el sol mismo. Y ella veía tanto el crepúsculo y el ocaso, cuando sólo vivía de un avión a otro, cuando en el destino sólo ella lo vivió sin amor. Cuando en el recuerdo se dió la más bella atracción y el silencio avivó la voz de Eugenio en su interior. Él, Eugenio la llamó, por su nombre de pila, Pilar de la Margarita Stranskisty. Ella, volteó a ver quién la llamó por su nombre si sólo lo sabía su jefe en la aerolínea JukeSky. Cuando lo vé, lo mira con ojos de llanto, pues, se creyó ella que él, la buscaba como una prostituta barata y sin clase. Él, Eugenio, el ingeniero en mecánica, sólo la miró en aquel bar, otra vez, desde cuando se encontraron, y se amaron como nunca. Se miraron a los ojos, fue como el fugaz encuentro, o como las estrellas fugaces que ella vió aquella noche cuando él se fue con el sol al salir por el otero. Cuando en el ocaso se vió un amor completo, y tan real, como el haber sido una pasión casi tan real como el dolor, o como la misma pureza que ella le había entregado. Cuando el tiempo se le vino encima, y calló, Pilar, y le dijo que no, no quería servirle como prostituta como la otra vez la trató a ella. Y él Eugenio estaba medio confundido, pero, tan enamorado de ella, la tomó por el brazo y la llevó hacia la habitación donde se profesan tanto amor, aquella vez. Cuando llegó el sol, se dió la más fuerte luz. Cuando en el ocaso se petrificó en el alma y más en los ojos de ambos. Cuando el alma se fue como un susto, asustando lo que más fue y lo que más pasó. Cuando la amó totalmente y ella cedió a que la amara y le dijo pues, -“sí soy tu prostituta ámame, otra vez”-, y ella, cedió lo que más se dió, cuando en el alma y la virtud no se deben de ofrecer así, pero, ella lo amaba y lo amó, profundamente, y tomó su miembro el que a ella le volvía loca, y lo besó y más le extrajo lo que más quiso ella, el alma, su propia alma la que ella le había dejado al amarla anteriormente. Cuando en el alma se dió la misma fuerza por amar. Y ella, creyó que él creía que ella era una prostituta hasta que él, Eugenio le mostró su carnet del perfil de azafata, y le dijo, -“siempre lo supe, pero, aquel dinero no lo dejé para tí, fue que no tenía cartera y lo había dejado sobre la cama”-, y ella, le entrega aquellos pesos argentinos y le dice, Pilar, -“yo siempre lo supe, perdóname, pero, nunca te fuiste con el sol por el otero”-. Y lo amó, otra vez.

 

FIN



                                     

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 12 de septiembre de 2020 a las 00:01
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 23
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.