El coño de la Bernarda

Alberto Escobar

 

Mira al pajarito y di patataaa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jugábamos al Cinexín esa tarde, la tarde de los hechos. La habitación oscura,
la temática dísnica de la película, todo acompañaba al templado y gozoso
desenlace.
Desde hacía unos días notaba en el blanco de sus ojos un brillo diferente —
¿Sería por alguna enfermedad? malicié por instantes—. Ella vivía dos puertas
a la derecha de la mía, barrio obrero, menesterosa la vecindad, feliz —o eso
he creído yo siempre—, lo que se dice un caldo de cultivo gustoso al potaje
de mi persona. Lo cierto es que el amor, verdísimo amor el suyo si juzgamos
por su edad, asomaba por sus pupilas sin que fuera advertido por ello hasta
esa misma tarde.
El caso es que ella se acomodó en el sofá de escay que quedaba a la izquierda
del lienzo de pared blanca que fungió de pantalla. Mientras cumplía con mis
obligaciones de operador de cámara ella, Bernarda, iba aumentando paulatina
la distancia entre sus rodillas —aún sonrosaditas por su fugitiva niñez— hasta
que el dedo índice de su mano izquierda empezó el fascinante periplo que va
del bajo muslo hasta el monte de Venus. Allí paró, apartó el estorbo textil que
se cruzaba en su camino y señaló con ahínco, repetida e incisivamente la ladera
sur, justo en el horizonte entre el bien y el mal.
En cierto momento —con la oscuridad que exigía la proyección fui ignaro del
milagro pubertil que sucedía delante de mis morros— y mezclados con los
diálogos de la película distinguí una leve letanía, casi un rezo, que no me enca
jaba con el argumento que se nos mostraba.
Giré la vista hacia el sofá de Bernarda y la ví desparramada, sumida en un edén
que a buen seguro emulaba, o quizás superaba, en interés a lo que estaba
viendo. Sin decirle nada —no fuera que rompiera el hechizo— me acerqué,
me puse de rodillas en señal de adoración y le presté una inestimable ayuda.
No fue esta la única sesión que se celebró esa temporada...

 

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  • Autor: Albertín (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 5 de septiembre de 2020 a las 14:11
  • Comentario del autor sobre el poema: El cine siempre fue promiscuo en su entretejedora oscuridad. Homenajeo, con el título, el libro de cuentos titulado "Coños" de mi amigo Juan Manuel de Prada, del que estoy dando cumplida cuenta desde hace un tiempo.
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 83
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