remezón

Diego Nicolás García Contreras

cuando siento rabia algo queda suspendido en el aire y conecta con mi corazón,
se dispersa hasta tocar la superficie de cada cosa que esta mal, me habla cerquita, me molesta como tábanos en el lugar oscuro de la cascada,
entre las hojas, buscando mi sol, se alimenta de mi, me penetra como el humo que se expande e impregna por todo lugar,
quiero hablar con alguien que me tranquilice, que me tome la cabeza y me diga que todo va a estar bien, que me de consuelo, y por eso te busco, a ti, persona tras el papel, a ti dios tras las personas, instruyendo el curso de las nubes, acompasando el vaivén de las olas,
cuando algo me hace enojar, debo quitarlo de ahi, y expresar con furia mi olvido, la certeza de que soy suceptible, 
expandir el dolor como un veneno, para que corroa y alguien vaya a medicar, todo el fuego que llevo dentro apagar,
llorar como un bebé que sale desconcertado al mundo loco, en donde lo esperan las manos extrañas, y el aire tan ambiguo de respirar y de dispersar las memorias de quien olvida, y los discursos tan cínicos de quienes todo el tiempo escuchan, y vierten tanto tiempo en brotar hacia la multidireccionalidad del sentido.
El bebé llora, desde que respira,
el bebé respira, desde que llora,
desde que se da cuenta de que nada tiene sentido en el exhalar, 
y cada tanto cualquier cosa desarmoniza su cuna, con mobiles de celofán atravesando el cielo, 
las moscas, el ruido, el humo, el miedo cruzándose como un jinete sin recuerdos.

  • Autor: No (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de agosto de 2020 a las 02:20
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 58
  • Usuario favorito de este poema: Texi.
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