Granizada

Alberto Escobar

 

Cuando el pedrisco del pensamiento
derrota el campo abierto del ahora.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Ese pedrisco que late en tu sién.
Ese continuo esparcir, esa hiel
que impregna de mierda el gel
que te esfolia la blanca conciencia.
Instala —como yo lo he hecho—
un extraordinario ventilador
que sirva de cornisa a las nubes
que tratan de nublar tu sonrisa.
Bien sabes —tía María Luisa—
que tu novio no se merece las ganas
que de mañana levantan del rincón
más oscuro de tu enagua.
Aprovecha que eres joven:
Que la vida es breve y el arte largo,
la ocasión vacilante, la experiencia fugaz,
y el juicio benevolente.
Trata —María Luisa de mi alma—
cimentar bien los diques que te permitan
estancar las aguas que ya putrefactas
amenazan con la peste y la barbarie.
Allana el campo de batalla, donde Cides
y Ametes Berengelis han querido su agosto
a tu costa sin llegar a leyenda,
ni siquiera a tebeo de Percebes y Carpantas.
Mírame a mí, ¡hermana de mi padre!
Yo soy un ejemplo de lo contrario que conviene
en estos dimes y diretes, por eso soy buen ejemplo.
Sé tú la primera de tus preferencias,
coloca en segundo lugar a tu persona,
y en el tercero tu esperanza y deseo
de ser lo mejor que puedes aspirar a ser.
El tener pareja tiene un significado más profundo
que la parafernalia plausística de una cohorte
de amigas que aclaman como triunfante.
Una pareja entraña una necesidad de yuxtaposición
que requiere muertos que figurar en los anales.
Una pareja obedece a una necesidad de conocerse,
de saldar una cuenta pendiente con el inconsciente,
obedece a un subir peldaños en tu carrera del yo,
y no implica una espelunca donde el neardental
se tapa de la dura intemperie.
Una pareja para una mujer no debe ser la "Casa"
que el niño pronuncia para no ser atrapado
en el juego del pilla-pilla.
Si estás sola es porque estás sanando y no requieres
de más compañía que la tuya propia.
Eres mujer, y como hombre que también reside
en tus adentros buscas a alguien que te ayude
a llevar la pesada piedra de Sísifo.
Pero tu eres fuerte tía. No necesitas esas dos manos
que después te pasarán factura cuando tu debilidad
sea manifiesta.
Ese aplauso de vídeo de FB. es el que tu cerebro
te propina por instinto, no por raciocinio.

El cerebro nunca entendió de eso...

 

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  • Autor: Albertín (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 23 de junio de 2020 a las 16:19
  • Comentario del autor sobre el poema: Cuando la sociedad premia la posesión tangible, y descree del poder fascinante de la soledad.
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 15
  • Usuarios favoritos de este poema: Ruth González Galindo, Willie Moreno.
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Comentarios2

  • Alberto Escobar

    Pido disculpas porque empecé con un bosquejo y se me cruzó una liebre en medio de la magia creativa hasta llevarme al arcén del exceso.
    Me ha quedado un poco largo e insistente.
    Siento al lector que se haya visto cercado por el tedio.

  • Ruth González Galindo

    Sé tú la primera de tus preferencias,
    coloca en segundo lugar a tu persona,
    y en el tercero tu esperanza y deseo
    de ser lo mejor que puedes aspirar a ser.

    Eres mujer, y como hombre que también reside
    en tus adentros buscas a alguien que te ayude
    a llevar la pesada piedra de Sísifo.

    En definitiva se necesita mas que una necesidad para poder compartir una vida.
    Me ha parecido excelente. Saludos

    • Alberto Escobar

      Cuando los árboles de la necesidad no nos permiten ver el bosque de nuestros sentimientos anteponemos la racionalidad a la irracionalidad de un sentimiento. Se entiende que la soledad pesa cada vez más a medida que pasan los años y que, por tradición machista, una mujer sin pareja puede sentirse, aunque cada vez menos, en fuera de juego y por tanto menos valiosa. Cuando la pareja se crea es porque hay un mandado inconsciente mucho más poderoso que la convención social. Por eso celebrar la concepción de una pareja es pensarla desde el desconocimiento de lo que entraña. Una pareja es adecuada si no la une la necesidad por encima del sentimiento, en caso contrario es un mero contrato social.



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