Notaba que la mañana era tibia,
agradable a su sentir.
Contempló como nunca lo había hecho
el sendero alargado y ascendente
que tenía delante de sus ojos y que muy pocas
veces le había prestado atención...
Entró como en un letargo misterioso
y fantástico a la vez.
La paz, una tranquilidad como caída de otro sitio
se extendía por todo aquel lugar.
La violencia que tanto temía había desaparecido
/definitivamente/.
Su rostro brilló con un color también diferente
y se sentía libre, sedienta de vida...
Tenía ganas de gritar, de correr por aquella
cuesta empinada y llegar hasta el final de aquel
largo y angosto sendero.
Ya nada la podía detener.
Entonces corrió, corrió como nunca jamás lo
había hecho.
Dejando atrás la violencia y agarrándose al
latido de vida que sentía en lo más hondo y
sensible de su ser...
El calor del silencio la impregnaba de sabiduría
y la brisa matutina la confortaba de ese amor
/que tanto deseaba/.
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Autor:
SIBONEY (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 14 de junio de 2020 a las 14:15
- Comentario del autor sobre el poema: Cuando la entrega, el empeño son más grandes, más fuertes que cualquier otro estado de la vida
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, Yamila Valenzuela, alicia perez hernandez

Offline)
Comentarios1
Gracias nuevamente por seguir leyendo mis pobres poemas. Un abrazo fuerte para el amigo Lualpri. Para mi querida amiga Alicia perez hernandez. Yamila Valenzuela. Y muy especial para Santapau. Un abrazo enorme
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