Caminando por uno de los tantos senderos de la vida, me encontraba.
Con la cabeza siempre en el cielo, las manos en el bolsillo y un silbido desafinado producido por unos labios cansados.
Durante las noches, melodías que me susurraban al oído sentía, sueños gratos y pacíficos me visitaban, sonrisas que de vez en cuando divisaba, y, unas manos cálidas y suaves que el pelo me acariciaban.
A la mañana de uno de esos días, tropecé con una piedra sucia y lastimada que el paso me cerraba.
Saltando, quise pasarla, pero era más de lo que mis cansados pies podían elevarme.
Rodeándola pensé superar aquella piedra, mas la noche se asomaba. Por lo que decidí apoyarme en ella y descansar el cuerpo tan agotado que poseía.
Las melodías entonces, se volvieron más claras y cercanas, los sueños más largos y, el calor de las manos más cálidas de lo habitual.
Decidí entonces acompañar a aquella piedra que en mi camino se asentaba, luego de ello empezó a contarme su historia.
De manos pobres y trabajadoras vino, mas la deseaban manos ricas y finas. Cuando aquellas manos crueles y que de linaje dorado juraban ser al fin la tuvieron, de adorno y acompañamiento la utilizaban.
Pasaron años y años en que la tiraban las que de ella se cansaban y de que las que nuevas manos ricas la poseían. Pero en uno de aquellos vaivénes de la vida, se extravió y cayó en el lugar donde yo la encontré.
Esa noche, el insomnio me visitó en su más fuerte forma. Decidí entonces limpiar a la piedra y sanar sus lesiones. Durante el amanecer y a los primeros rayos que el sol me regalaba, una luz fuerte y enceguecedora salió de la piedra.
Pasaron horas y mientras el tic tac, de un reloj viejo y abollado me daba el tiempo, continué la limpieza de mi piedra que empezaba a brillar más y más.
Descubrí entonces que aquella piedra sucia que el camino me cerraba, era en realidad un diamante tan brillante como la luz de la luna sobre el mar.
Pronto quienes con burlas venían a visitarme por acompañar a una sucia piedra, volvían con envidia y rencor por poseer tal tesoro.
En cuanto a mí, hoy estoy enamorado de ella, mas no por ser un diamante, sino por haber cantado melodías tan hermosas, darme sueños tan placenteros, regalarme sonrisas y darme calor acariciandome el pelo.
Pero más la amo, por mostrarse en su máxima belleza y dejarse limpiar... por un simple vagabundo.
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Autor:
Ramirez Josue B. 7172 (
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- Publicado: 1 de junio de 2020 a las 14:40
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 18
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