juega algo de pool

Ignacia.



En los inmundos estrados, el fantasmagórico capitán ha hablado,
dice que todo aquel que derroche será decapitado.

Muertes en los labios azules.

Hay una nena vestida de gala,
y tiene moratones en las rodillas.
El estrado es el nuevo trono, le dijeron al nacer,
y que todo lo que sube cae,
aunque no hay nadie que le explique muy bien.
La desgracia del bien saber,
Lo agridulce de las lágrimas parentales.

Personas dormitando en lo inhumano,
es todo lo que es.
Lirios parlanchines en las esquinas
y su dulce desgracia pendiendo de un hilo,
como las señales de los mortales que quisieron  hablar sobre su propia derrota,
pero nadie les cree, porque tienen las bocas rellenas de alquitrán,
y los trajes manchados de acerrín
de todas las cargas que alguna vez observaron, miraron, contemplaron:
Como absurdos niñatos rebuscando entre sus cobijas aquel sueño que alguna vez creyeron alcanzar, pero solo eran quinientas suelas rotas, quinientas almohadas sin plumas.

De las millones de criaturas que alguna vez se atrevieron a pensar.

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