Ojos de mirar profundo

Sandro Tovar

Ese mirar que penetra hasta lo mas hondo de mis pensamientos, aquellos ojos grises que se posan dentro de mi ser, en alguna parte oculta de mi existir. Eso, lo que me intriga y seduce. Cuando me siento profanado.

El gato se queda dormido, se pierde en un sueño que es mío. Y quiero saber como lo logra, lo interrumpo suavemente para mirarnos otra vez. Pero entender la conducta de un gato es difícil, fastidiado me deja solo, se va con una falsa idea de mi, de mis actos, ese gato que sueña con el lugar que yo invento, quizá convertido en otra persona que debo ser yo, en otro tiempo, en otro espacio, o en un recuerdo. No se explicarlo.

Por la tarde regresa hambriento y enojado, reclama atención y maullando me insulta, quiero pegarle un tiro, lanzarlo a la calle, entonces me mira otra vez, no entiendo el idioma extraño entre nosotros a través de los ojos, se hace un breve silencio y quiero  comprender, el gato se lleva de paseo una parte de mi alma, desde su sueño interrumpido por mi en la mañana, cuando se ha trabado el flujo de ideas y no me doy cuenta, eso le molesta en suma, pienso que probablemente suceda con frecuencia entre los humanos, cuando cargamos con ideas erróneas de los demás y acabamos por molestarnos con algo, pero no con alguien, cuando no nos entendemos, la idea surge de pronto, entre los dos, como avanzada de otra corriente mas grande que viene a confirmar que, el gato fue a despejarse de lo que se quedo dentro en el, y no le pertenece, ¿pero a donde, y que cosa? La naturaleza en el mundo debe tener lugares donde refugiarnos en esos estados, pero el no los encontró, por eso me desprecia. Lo perdono no obstante, y prosigo a tratarlo con amabilidad,  —ha tenido un mal día pienso—, además de que ansío una comunicación mas abierta con su mundo, deseo continuar experimentando con esa mirada profunda, necesito conseguir tranquilidad, espero un rato mas y lo observo con atención mientras satisface su avidez, el gato come con desdén obligado por el hambre, no es como las veces que parece disfrutarlo, traga rápidamente y gruñe entre cada engullida, tengo la sensación de estar frente a cualquier humano alterado, cuando la miseria les convierte en monstruosos seres del averno.

Luego pienso en ese periodo que existe entre un estado de ánimo y otro y que es difícil de captar, debido a que en ocasiones parece brincar y ahorrar tiempo, así le sucede ahora al gato, por que después de comer se transforma en animal puro y cariñoso, ronronea y se pega a mis piernas deseando cariño, sin memoria de lo anterior, parece gozar de mi presencia, aunque entre humanos ocurre lo contrario cuando queremos prolongar mas una escena violenta, para después ya sin mediar conciliación gozamos con el rompimiento. Pero el gato no tiene rencor o carece de ese sentimiento, y me veo reflejado en un estado de ánimo donde, un razonamiento pueril me indica una enseñanza, un animal educando a otro que debe ser supremo, ¿será verdad ese razonamiento inventado por los humanos? Que más da. En todo caso, mis deseos se deben poner en tela de juicio. Yo deseo comunicarme nuevamente con el, soñar en su mundo y penetrar en su mirada. {Deseo ser educado entonces, la razón queda de lado}. Quiero aprender a mirar sutilmente dentro de los humanos y pasear por sus adentros. Saber y descubrir la belleza o el terror que encierra el alma, cuando duerme o cuando me mira. Sin ser gato, sin ser animal, sin ser esto que soy, tal vez. No lo se. Despierto fatigado y ahí esta, mirándome, soñando y viendo, y al momento captó una penetrante idea. Mientras duermo, el gato se adueña de mis sentidos, por que oigo su ronroneo como un murmullo que viene de lejos y me calma a no huir dentro del sueño, y en esta ocasión camino placidamente y escucho algunas voces detrás de una cerca, esas voces se transforman en aquel sonido intermitente que proviene de fuera y me seduce, haciendo que mis pasos vibren con un leve cosquilleo, parecido al momento previo del clímax sexual, esa sensación de placer me conduce por un breve espacio de tiempo, pero alterado recuerdo la realidad y despierto exaltado, entonces noto que el gato me mira profundamente y sabe donde he estado, que he sentido y se burla satisfecho de sus quehaceres. Se que el gato me condujo en el sueño, y me indujo el sentimiento de placer, me veía desde fuera y de alguna manera se comunicaba conmigo a través de un lenguaje indescifrable, las sensaciones que me inundaron me satisfacían sobremanera, había un lenguaje nuevo y sin palabras. El contrasentido de ideas que existe entre humanos y animales estuvo abierto para mi y ese gato, el lo sabia desde antes, me lo decía con su mirar penetrante, sentí entonces que el gato quería decirme algo, ¿pero que? y yo, ¿yo que quiero decir? Yo quiero ahondar el alma humana, comunicarme con animales es algo diferente. Que ni yo mismo se explicar. Que nadie sabe explicar. Algo inútil.

Un día salimos y el sol era fascinante, adormecidos aun, pensé en las tantas cosas que tenemos dentro por descubrir, me maravillo la vida y sus colores, el color de sus ojos grises, casi blancos, que miran desde abajo, y me buscan, para fugarnos en alguna idea, algo lejano que nos conmueva para pegarlo al sentimiento diario, transformarlo en un crisol hasta obtener un mejor plano de esto que se ve desde la perspectiva humano-animal. ¿Nos convertimos entonces en uno solo? Si, Hace tiempo de eso, cuando deje de lado el tratar de comprender y solo sentí, cuando ya no pregunté mas nada, fue que ya no lo traduje a mi lenguaje, ni quise ya explicar mi mundo, a ese ser de ojos tan profundos como el agua. Eso que le llamo gato yo le debo al fin, saber soñar despierto, y ver el alma. 

  • Autor: Sandro Tovar (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 29 de julio de 2010 a las 13:23
  • Comentario del autor sobre el poema: Un gato nos mira por dentro, y entonces es cuando volamos, danzamos juntos con el universo.
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 452
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