DÉJATE NUBLARME EL JUICIO

Déjate nublarme el juicio, déjate, déjalo, déjanos.

Provócame sentir tus labios, provócame, provócalos, provócate.

 

Mis sueños prontos al preludio, creación de amores, nacimiento mutuo del encanto perpetuo.

 

De las hojas del rocío sé aproxima una mujer celeste, etérea, me está mirando.

 

Deja que te nuble el juicio, déjame, déjalo, déjanos. 

Provócate desear mis labios, provócate, provócalos, provócame.

 

Emociones emanan de reproches la opresión, las de ventura, de las fugaces estrellas, ráfaga de mi cariño náutico. 

 

A donde yace el silencio rodeado de orquestas, una célica voz resuena su canto. Y a los ojos le estoy mirando.

 

Deja que te nuble el juicio, déjate dejarme desear tus labios. Déjalos que me provoquen.

 

Sobre las islas desiertas mil almas postradas, mustias, aclaman tu ternura.

 

Entre el óbice nuestras pupilas encontradas, bajo tormentas tus cantares sellaron nuestro pacto, sobre la infinidad te estoy besando.     

                                                                               

Núblame el juicio con tu amor propicio, provocadora de mis deseos desatados.                                                    

Deja tus labios entre los míos, provocando siempre que te nuble el juicio.

 

Entre tanto amarte, entre que me estas amando, entre que me he desprendido del mundo, y estoy anclado a tus sentidos, se me va nublando el juicio.

 

Una mujer callada está gritando sobre peñascos de oro, las inaudibles palabras que leen mis ojos.        

 

De la inmensidad del profundo océano surgió una sirena paradisiaca cabello ondulado, como las olas saladas.

 

Su boca me está cantando, provócame amarte tanto.

 

Estoy perdido, perdido entre tus labios, encontrado con tus besos, aclamado por tu canto, batallando no volverme, más quedando entre sus brazos.

 

Mi cuerpo ileso, nunca más perfecto el sentido, ¿olvidaste el precepto?    

                                          

Bésame, bésame ahora, recuerda que entre el deseo provocado por nuestro amor propicio, me dejaste nublarte el juicio.