Idea

IncandescentInk

En una cuidad rodeada por un bosque frondoso,

una noche cualquiera, fue cuando aquella bestia,

sin previo aviso ni espera, se cobró a la primera.

Tras la primera llegó la segunda y tras ella una tercera,

se marcó el comienzo de una inimaginable masacre,

la bestia incansable, convertía en víctima a cualquiera,

teniendo como único requisito haberla visto de cerca.

 

Lo más peligroso no era su insaciable apetito,

ni la rapidez de sus ataques furtivos,

lo más peligroso era el destino de los atacados

que, a todo efecto, parecían seguir vivos.

 

El ataque de la bestia era puro y sencillo,

comenzando con un ataque sorpresa

para que la presa no preparase su defensa

con precisión absoluta apuntando a la cabeza

insertaba una sustancia de su propia cosecha,

la toxina invadía cada rincón de su nuevo huésped

y sacudía a la persona cual veneno letal,

cambiando cada parte por otra casi igual

con pequeños cambios muy sutiles

alterando en la persona su esencia principal.

Continuaban su vida sin mostrar cambio alguno

salvo por pequeños matices, imperceptibles,

sólo observables para los demás infectados.

Tras entrar en contacto con algún “no atacado”

con un asalto igual de brusco que la bestia

sin dar tiempo a la menor reacción

la sustancia invadiría un nuevo anfitrión.

 

Ante esa emergencia la cuidad tomó una decisión,

acabar con la bestia y poner fin a ese desastre

eliminando a cualquiera con quien contacto tuviera,

así empezó la verdadera pandemia

una matanza llevada a cabo por la gente

asesinando a vecinos cual déspota no ilustrado.

 

En el transcurso de medio día

en la cuidad nada ni nadie se oía,

no quedaba un alma con vida.

 

La única superviviente, la causante de todo,

la bestia, sin objetivo, volvió a la nada,

hibernando, esperando pacientemente

otra noche en que salir de caza

 

Otra noche cualquiera.

  • Autor: IncandescentInk (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de marzo de 2020 a las 21:13
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 12
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