Encierro

En la oscura profundidad de estas noches de encierro
con las manos llenas de estos eternos días de aislamiento y reclusión                                 y sin más esperanza que ver pasar el tiempo inmortal en el incesante tic-tac de las agujas de los relojes colgados de las paredes
he intentado
de forma infructuosa
recorrer cada rincón de tu pueblo donde alguna vez llegué a verte y que he llevado siempre presente
buscando de ti algún rastro
alguna huella o tal vez escuchar
envueltos y congelados en el viento
tus alaridos de chiquilla cuando correteabas en el patio de tu escuela
y yo apenas podía contemplarte con ciertas miradas sutiles
pero muy intensas.

De este recorrido
en el que cada vez te busco en un nuevo lugar
no me queda más que regresar cargado de silencios
de sueños
y de melancolías trasnochadas.

Como consuelo me queda
que cada vez que despierto
aunque mi acompañante inseparable
es tu ausencia
descubro que en este confinamiento involuntario
puedo tener al menos el calor de tu voz
y sentir el idilio que viven mi oído y el dulce vaivén de tu respiración en cada hálito que sale de ti y se desliza de tus labios por mi mente.

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