EL LLANTO DE LETICIA.

YO CLAUDIO

 

 

EL LLANTO DE LETICIA.

 

                                                      Las miradas se cruzaban de lado a lado, parecían dos toros en celo que luchaban por su amada, eran dos hombres bravos en la lidia que asomaban sus puñales para batirse en duelo salvando su honor y quedarse con la dama.

                                                      La cancha estaba libre, solo  ellos dos y algunos paisanos que miraban como dos Choros se trataban de quitar la vida, palabras iban y venían, los insultos de dos guapos que se estaban batiendo a duelo, por el amor de la mujer que era del loco Iván y que el loco Kano se la quería arrebatar.

                                                      Leticia quería a los dos, mientras el loco Iván pagaba en cana un delito que no cometió, por un delito que le fue encargado a el, un delito de drogas y una violación a una mujer mayor que se encontraba caminando por calles alejada de su casa cuando el loco Kano le ataco y abuso de ella, el loco Kano al verse acorralado no le quedo de otra que dar cuenta que el loco Iván era el culpable del abuso, y de tener drogas y armas de fuego….La policía al escuchar todo cuanto les dijo el Kano, se dejaron caer en la casa del loco Iván, estaba acostado, cansado de un trabajo recién terminado ya que trabajaba como carpintero en una empresa que estaba cerca de su casa y donde ya llevaba varios tiempos ejerciendo labores de carpintero mueblista.

                                                      Las policías lo llevaron detenido por la violación, tener drogas y tenencia ilegal de armas de fuego, todo ello dejado por el loco Kano para que darse con la mujer del loco Iván, lo consiguió, esa misma noche comenzó a vivir con ella, estaban en común acuerdo, estaban felices, libres de toda culpa, no había preocupación de nada, podían caminar tranquilos por las calles de la población y de la ciudad.

                                                      Diez años se mamo el loco Iván, Leticia una que otra ves fue a verle, el loco Iván ya sabía lo que sucedía y lo que tenía que acontecer cuando el saliera en libertad, ya estaba pensado y tenía que enfrentarse a su rival, no para saludarlo ni mucho menos para felicitarlo por lo que hizo hace diez años atrás.    

                                                      El loco Kano lo esperaba, ya sabía de la salida del loco Iván y cuales eran sus intenciones que traía, preparo su puñal, lo hecho al cinto y espero tranquilo en la cancha donde se ven los gallos, dos caneros, dos choros que se verían las caras por ultima vez, uno, defender su honor y venganza por lo que le hicieron, el otro por defender su vida, una vida que traía a mal traer.

                                                      Cuando el loco Iván salto a la cancha con decisión a matar, el loco Kano saco su puñal de entre sus ropas y se lanzo a su contendor, saltos por doquier puñaladas que perseguían los cuerpos y rayando los paños, vertiendo sangre por ambos lados, los cuchillos ensangrentados les corría la sangre de ambos rivales, Leticia no fue al sangriento crimen que se cometería por su culpa, solo esperaría a su marido o a su amante, a su amante para atenderle bien o a su marido para recibir un reproche o simplemente la ultima puñalada que sería para ella.

                                                      Cuando en el campo de batalla aun seguía la lucha, los dos Choros lanzaban las ultimas puñalada, llego la estocada final, un puñal fue directo al corazón de un hombre, cayo el loco Kano con un resuello final, el loco Iván alzo un grito al cielo y con el puñal en la mano se la clavo en su cuerpo, con un ultimo grito que decía, perdóname amigo Kanooooooo, y allí en el suelo, quedaron los dos cuerpos de ambos choros y una mujer que los lloraba amargamente.

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  • Autor: Yo Claudio (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 10 de marzo de 2020 a las 20:36
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 20
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Comentarios1

  • claudio ramirez vasquez

    Yo les propondría un partido de ajedrés; pero el instinto animal aflora a lo largo de la historia. Mientras tanta Leticia...



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