Huracán

Gualberto Salazar

El huracán llegó de golpe,

sin nombre,

no respetó el orden alfabético

tampoco hicimos caso

de los primeros avisos

y devastó, de manera natural, 

nos sacudió, inundó y preocupó,

al fin damnificados

no previmos su efecto,

te sacudió a ti, roble enraizado,

a ti, junco inquebrantable,

y nos involucró a todos, 

los que hemos abrevado de tu río

los que somos tus frutos,

reflejo de ti, de tu enseñanza,

nos sacudió y reaccionamos

nos convocó y acercó a tu lado

nos permitió observar

como el huracán sacude,

como devasta, como une,

como fortalece cuando se encuentra 

con un alma activa, 

con presente, con futuro,

con raíces, con presencia,

llegamos con el alma compungida, 

con preocupaciones naturales

con temores fundados.

El huracán devasta más,

cuando se estaciona varios días,

pero pudimos comprobar

que estás formado de raíces que resisten,

de ventanas anticiclónicas que protegen,

fortalezas que perduran, equipo que no abandona

y entonces

el huracán que nombraron cáncer

y que lleva de apellido próstata,

aquel que no respetó el orden alfabético

debe abandonar tu organismo pronto,

cansado de luchar con tu fuerza,

con tu dignidad que es mucha,

con tus ganas de vivir que contagian,

solo esperamos que la tormenta huya,

para verte renacer con fuerza,

para sentirte trascender de nuevo

para poder decir de nueva cuenta

que esta vez también, papá,

¡Has vencido!

 

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