**~Novela Corta - Mi Alma en un Fantasma -Parte V~**

Zoraya M. Rodríguez

Y era ella Herminia, la del espectro azul, cuando sólo voló y corrió lejos de ese lugar donde sus padres se alteraron con su virtud de mujer escondiendo a un amor como ese amor de ellos. Cuando en el amor se edificó más, cuando en el alma se alteró de demasiada luz adyacente, que corrió a ser como voló lejos de aquel cuerpo que se llamaba Herminia para quedar atrapada entre escombros de amor en un fantasma azul. Cuando en el alma se fortifica una alma como la de Herminia, sola, abandonada y sin poder sentir más el dolor. Cuando en el alma se intensificó el desertor amor y la pasión ardiente y el cálido beso que se dió Herminia y José. Cuando se logra ver el cielo en un ademán tan frío. como lo fue ver el cielo de gris tormenta cuando sus padres llegaron al llano del Hoco y no de azul celeste como ella siempre lo veían junto a José en aquella piedra donde se profesaba el amor puro entre ellos. Y era ella, Herminia, la que tocaba el violín, la que entonaba aquella endecha canción entre la misma soledad. Y se quedó varada entre aquel siniestro y cálido deseo, en amar a José, y por siempre. Pero, fue más que eso, cuando el amor impartió pasión y dolor en aquella tarde de invierno seco, cuando el dolor se vino llegar. Cuando en el momento, se abrió un anhelo, un deseo, de albergar lo que más quería dentro del mismo corazón, aquel que sentía dolor y amor a la misma vez. Cuando en el amor se sintió el cruel y vil desenlace de un tiempo en que se creía que era para siempre, pero, no fue así, fue todo lo contrario. Y aquel espectro azul enredó más la terrible situación, cuando de pronto cayó en frías tentaciones. Y perseguía y atosigó a José, por mucho tiempo. Cuando de pronto se cerró el cerco que lo poseía, y fue otra mujer, de la cuál, él se enamoró, después de pasar diez años de la muerte de Herminia. Y quiso ser en conciencia aquella que más amó y él sabía que era ella, Herminia, y todo, porque tenía su misma esencia y más su propio olor a rosas del monte abierto por donde ellos se amaban tanto en aquella piedra por donde se paseaba su amor propio. Y aquel fantasma azul o espectro desolado se convirtió en tremenda mujer sensacional que enloqueció a José, una vez en aquella piedra, por donde se paseaba el desenlace más terrible de aquella camorra que dejó una sola muerte, la de Herminia. Cuando de pronto se hirió con dolor el desastre de haber peleado José con sus padres. El fantasma llegó y conoció a José, y le dijo su nombre que era el de Rosa Jazmín. José, se acuerda del aroma de Herminia, el que ella con tanto amor y pasión le ofrecía, más y más durante su amor escondido en aquella piedra del llano del Hoco. Entablan una conversación muy afable y amena durante un período de tiempo, pero, sólo soslayó en el tiempo su gran deseo en amar nuevamente a su gran amor como un fantasma misterioso y alucinante. Y sí, que lo amó intensamente como ella nada sabía hacer. Cuando en el ambiente se creó como toda aquella piedra en donde más se amó intensamente. Como una intensa pérdida socavó muy dentro aquella lágrima que quedó adherida en aquel monte entre el llano del Hoco. Y lloró insistentemente aquel espectro azul por donde se paseó el alma de Herminia. Cuando sólo triunfó aquel dolor dentro de la comitiva de sus padres por pelear la inmensa virtud de Herminia. Y quiso ser el verdadero amor, aquel que le amó Herminia y ella sabía que era ella, la del espectro azul en que se había convertido en una bella mujer y que sí, como ella también, amaba realmente a José. Y era ella, Herminia, la que llegó a amar a José. Cuando en el reloj triunfó las horas perdidas de una intensa y osada atracción en sí, amar, y amar era lo mismo. Cuando en el interior del corazón se vivió más y más y cuando más se dió el ir y venir, subir y bajar del aquel monte y más del llano del Hoco. Cuando en el tiempo sólo se electrizó lo que más quiso ser un espectro donde su alma llegó a arribar en aquel amor clandestino y perdido en que sólo se halló la manera vil de ser el amor prohibido de José. Cuando en el tiempo sólo se gratinó la gran fuerza en hallar lo que fue amar desde el horizonte perdido. Cuando en la flor del imperio sólo acabó con dar debilidades sin concluir de un tiempo nefasto. Cuando en el amor se halló la forma de amar más pura que la misma agua cristalina o el mismo cielo. Y se fue por el camino sin rumbo. Hacia el tiempo y más como el intenso destino que encerró el camino. Cuando en el tiempo sólo conllevó una frontera en que sólo el deseo fue del color de un invierno seco, dejando infértil el amor entre ambos. Imposible fue el camino y el destino entre ambos, cuando en el ámbito pertenece aquí el deseo importante de haber amado con el tiempo. Como lo fue desnudar el cuerpo, pues, amar más. Cuando el deseo se reivindica en más poder de enfrentar el camino o el destino. Pero, fue el mal o el desastre de entrever el camino en la calma desnudando el invierno seco dentro del paraíso. Cuando en el alma voló una magia de esas con el viento. Con el sólo hecho de ver y fortificar el amor en un sólo corazón. Como el haber dejado el zumbido a un lado del ave que dejó su trinar en el oído, cuando se amaban Herminia y José. Cuando en el alma voló lejos del universo entero como lo fue descubrir su amor eterno. Cuando en el alma se electrizó más su huida hacia el espectro azul, cuando en el alma se debió de amar sin consecuencias que atiborrar la necedad en el tiempo. Cuando Herminia y José, quisieron amar más, cuando en el ocaso se ganó el deseo de embriagar el tiempo. Y sólo lo quiso así, el instante en que sólo se perpetró un mismo sol. Cuando en el tiempo sólo se llevó un sólo combate en el tiempo en que sólo el sueño no fue su dueño, cuando el amor quedó a la mala intemperie. Y jactar el tiempo en un desafío, fue cuesta arriba, pues, su amor sólo quedó varado en el tiempo y dentro de sus corazones. Cuando el tiempo quedó como un delirio que se fugó como el deseo. Cuando en el dolor quedó como el mismo propio tiempo. Cuando en el amor sólo se opuso en ser como el mismo anhelo. Y la ilusión del deseo se vino abajo como el mismo amor en el corazón. Y se alteró como principio de lo más pernicioso del momento. Cuando se glorificó juntar la calma y la desesperación en un sólo lugar y fue en aquella piedra del llano del Hoco. Cuando se amó perdidamente. Cuando se entregó el amor y la pasión en un sólo sueño. Restando el frío, pues, su amor el de Herminia y José vislumbraba todo en alrededor. Pero, el espectro azul se llenaba más de ella, cuando el zumbido del silbido quedó en un sólo destino y en un silencio aterrador. Tiritando de fríos y de un eterno escalofrío quedó a la deriva su amor y su pasión. Cuando en el lugar de la piedra, de aquella piedra del llano del Hoco, se halló lo que nunca, un desierto de sorpresas, cuando su amor quedó a la deriva naufragando en aquella tarde de invierno seco. Pero, sus padres irrumpieron lo que jamás era, un amor para la eterna pasión. Ingrata sensación fue lo que pasó junto a aquella piedra del llano del Hoco, pues, su amor derivó en constancias del amor duradero y no de la prueba de pasión entre ambos, entre Herminia y José. Y quedó sin sensaciones ni pasivo instante cuando el amor se fue por el malestar deteriorado de unos padres que creyeron que su virtud era más importante que a su propia vida. Y se fue Herminia, de un susto clandestino entre sus padres y José. Cuando en un instante su alma voló lejos, sí. Y sí, que fue un amor por delante de la misma pasión, cuando en el amor se cumplió el sueño de ser el dueño y por hasta siempre de aquel espectro azul que formó parte del alma y de la vida entera de Herminia. Y, aquél espectro calló lo que nunca logró, cuando se fue por el tiempo y calló lo que jamás callaría en el corazón un solo amor tan perdido y escondido como el de ella, el de Herminia. Cuando sólo en el alma se obtuvo lo que nunca, se creyó lo que jamás se logró, un amor como el de ellos. Cuando en el alma zucumbió en trance, y se fue por el rumbo del tiempo. Cuando su alma quedó varada en el ocaso o en la tarde en que el tiempo sólo quedó en el desierto. Y se fue su alma en el espectro azul vagando en el tiempo y en aquel ocaso de aquella tarde cuando murió, Herminia. Y aquel violín quedó por siempre con aquella canción que deleitó los oídos de José, cuando ella lo tocaba. Y fue allí, en el ocaso cuando en la tarde quedó con aquel invierno seco. Cuando extrañó el amor, pero, se había convertido en un sólo deseo en aquel espectro o fantasma azul.



Continuará………………………………………………………………………………….              

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 1 de febrero de 2020 a las 00:01
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 48
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