Jinetes de Gloria Borrascosa

angelillo201





Con el pie desnudo frente la estufa este se va secando. Los perros suspiran fuertemente tranquilos y felices sobre sus cojines sintiendo el calor de la estufa, su pelo se va secando. Ya casi no hacen olor, ese olor tan penetrante y nauseabundo al que yo estoy acostumbrado de los perros cuando se mojan  en algún charco, y que mucha gente no soporta. Después de dos días encerrados salíamos a dar un paseo ! por fin! celebrando que en casa no había entrado agua.  Íbamos a lanzarnos al agua sin quererlo, cuando parecía que la borrasca Gloria había terminado de pasar. Me quedaba pendiente devolver los trozos de la mesa plástico de mi vecino , destrozada contra mi fachada  cuando salió volando por el aire. El golpe  me hizo estremecer a las tres de la mañana. Imagino  que los vecinos de Azuebar  debieron sentir el mismo susto, pero mezclado con un dolor mayor, al contemplar que perdían su principal monumento, la pared majestuosa de la torre del castillo musulmán. Cedió, si a las tres de la mañana, tras un largo aullido. Hoy se han levantado sin verla, ausentes de su poderosa imagen, después de siglos y siglos allí alzada desafiando a mil Glorias. Esta vez se rindió, quizás sintiendo que no hacían nada por ella.
Rendidos al calor y al descanso, me embriagaba de felicidad por nuestra salida con ese recuerdo del paisaje tan cambiado por el temporal. Sentía no sé bien el motivo, la creencia de que los perros estaban contentos después de una jornada de trabajo, tras 48 horas de inactividad. La jornada no había sido muy larga para ellos,  pero si en difíciles condiciones como hacer unos seis kilómetros por caminos encharcados tirando de la bicicleta a través de  un paisaje cubierto por todas partes de agua, aunque fueran un par de dedos. No había polvo, como habitualmente encontramos en nuestros trayectos. Yo esperaba haber visto la nieve. Finalmente el frío aquí ha sido menor de lo anunciado. Ni en las cumbres de la sierra se veía, pero si grandes explanadas convertidas en marismas que daban a barrancos rebosantes de agua. En uno de ellos, el de Garrut, ha sido en el que nos hemos hundido. Al bajar a el, esperaba llegar al estrecho barranco y cruzarlo. Para ello tenía ante mi una gran rivera, un trozo de terreno plano  de unos 200 metros de largo cubierto de matorrales como jaras, romeros, lenticos, espliegos, palmitos... Pensaba que aquella planicie de una hectárea abandonada tendría un par de dedos de agua. He dado orden a mis perros, Dominador y Subordinador de tirar al frente, cabalgando por aquel llano hasta el barranco. No llevaría  una docena de metros cuando he sentido que nos hundíamos. Finalmente empecinado en ver el barranco hemos ido andando entre los matorrales, con los perros cubiertos hasta el estomago de agua,  y yo hasta las rodillas. Las vista del barranco rebosante de rápidos ha valido la pena, así como varias cascadas. En estos momentos escucho los Doors, toco algunos acordes de guitarra mientras los perros suspiran y roncan. Hasta hoy poder salir estaban muy nerviosos, se producían  pequeños altercados entre ellos sacándose a todas las horas los dientes al estar todo el día en casa ociosos. Necesitan estar activos, de lo contrario su conducta se vuelve hostil.
Ahora me propongo poetizar el episodio, empiezo a jugar con la palabra Gloria, que es como han llamado a la tormenta, la música de los door me da la palabra jinete, y borrascosa por el  fenómeno.
1,2,3
Vamos allá.
Gloria ha pasado
y ahora voy yo.
Tengo que cruzar el barranco
levantando los pies.
Quiero hacerlo,
pasar al otro lado y contarlo.
Lanzo a mi perros
Dominador y Subordinador al galope
mientras me aferro a la bicicleta.
Deseo describir a Gloria
arrastrándome a toda velocidad al otro lado del barranco.
Pero nos vamos hundiendo la bicicleta, los perros y yo.
He calculado mal la profundidad
y la larga distancia de la explanada de arcilla,
hasta el barranco desbordado por Gloria.
Mis perros combaten alegres contra el agua con las patas.
Hasta que lanzo como un ancla mis piernas al fondo.
Se hunden hasta las rodillas.
Damos media vuelta.
Viramos contemplando las negras paredes del barranco.
Su garganta vomita suciedad y agua turbulenta.
Nos vamos con el alegre movimiento de las colas de los perros.
que chapotean como hipopótamos.
Se han convertido a causa de Gloria en hipoperros o perropotamos.
Yo quería enseñarles la nieve.
Oh Gloria, fría Gloria,

Vall d´Uixó no tiene cumbres para coronar Gloria su blancura.
Solo barrancos que cruzamos como jinetes después de una tormenta
buscando:
Gloria.
Angelillo de UIxó.

  • Autor: Angelillo de UIxó (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 21 de enero de 2020 a las 18:31
  • Comentario del autor sobre el poema: Gloria es la tormenta que ha cruzado por España con vientos huracanados, nieve y agua. Por aquí cerca lo más significativo es que ha destrozaod la torre del castillo musulmán de Azuebar un valioso patrimonio histórico.
  • Categoría: Naturaleza
  • Lecturas: 11
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