Hermanas (Madres Solteras)

Nadia ALMAZÁN - OFICIAL

Mis hermanas se divorciaron. El esquema heredado de la familia se quebró cuando se les nombró “madres solteras”. Su modo natural de vivir era un rostro de fatiga y estrés. Yo era muy pequeña para comprender sus lágrimas. Sus días de tranquilidad disminuyeron. Viví su duelo de reconocerse en un punto irreversible. Pasar años, que parecen solamente días, sin poder dormir. Sin poder vivir sus propios sueños. El sueño se recupera, el tiempo no. Se olvidaron de ser humanos normales para seguir el camino que les llenaba de ilusión y dejaron que se empolvara. Pero su amor es real y visible. Han creado humanos bellos y capaces. Educaron a mis sobrinos como nuestros buenos padres nos criaron. Mis hermanas casi siempre están a la defensiva. Su poder de mamá, les hizo aprender a sacar la garra por los suyos. Yo poco a poco he ido aprendiendo a sacar la voz cuando algo no es justo. Ellas han llorado. Tienen fuerza inquebrantable. Y lloran. Ha menudo lloran. Y ríen con potencia. Se sienten incomprendidas, ante sus colegas solteros. Y se sienten culpables cuando quieren un momento para ellas mismas. Nos educan para olvidar que somos humanos, cuando nos hemos convertido en madre. Mis hermanas son madres solteras. Mis hermanas se divorciaron. Mis hermanas han aprendido a llorar en silencio. Como alguna vez lo hizo mi madre. Se convirtieron en el pilar más fuerte. En la almohada más suave para rescatar la caída más brutal. Fueron el ojo perplejo para observar lo inobservable. Son las capitanas del barco, lleno de diversas personalidades, llamados hijos. Y se olvidaron de su propio nombre. De sus canciones favoritas. Del beso más largo. De lo que querían ser cuando niñas. De sus amigas. De su libro favorito. De su recuerdo más entrañable. Y creen que fallaron con el esquema estructurado de la familia perfecta. No se dan cuenta que aveces se fallan a sí mismas. Mis mujeres más fuertes. Tanto así, que yo me reconozco incapaz. No tengo sus poderes heroicos. Pero ellas sí. Y aunque lloran mientras acarician el deseo de lo que pudieron haber sido. Son. Y cuando suben la cara, el mundo se detiene y el viento está a su favor, para llevarlas tan lejos como ellas decidan. Mis hermanas aveces creen que no pueden. No. Aveces yo no puedo conmigo. Y tú, hermana, que llevas en el lomo a tres crías que te observan, y te levantas a duras penas ¿crees no poder? por favor, hermana... No te olvides de ti misma.
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Comentarios2

  • Yamila Valenzuela

    Uf!
    Aplausos!
    Excelente!
    Me encantó
    Apapacho!

  • JAVIER SOLIS

    Las experiencias de los mayores son páginas que se guardan el libro de la vida y el amor fraternal es y debe ser siempre infinito. hermoso preciosa autora.
    Con cariño
    JAVIER



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