Efigie de Locura

Jax Canon

Llegue a casa... Estaba obscuro, los interruptores de la Luz no funcionaban... no había energía. apenas se podía distinguir lo que había en el pasillo que llevaba de la estancia a la cocina, cierro la puerta detrás de mi, olvido poner seguro al picaporte. comienzo a caminar a través de la sala de estar , apenas puedo ver, tropecé con la mesa de te y En ese momento escuché un quejido.
- hay alguien ahi? -Pregunto alzando la voz esperando se escuche por todas las habitaciones. Mientras tanto tomo mi celular esperando con el flash poder visualizar mejor el entorno.
no recibí respuesta, llego al sofá más grande y veo a alguien reposando en el, con la Luz que el flash del celular emana puedo ver a mi madre, me acerco y le toco el rostro tratando de no despertarla pero ella esta helada, no percibo su respiración me preocupo y la tomo de los brazos agitándola desesperadamente.
-mama!! Mama!! Grité con desesperación y el miedo y la angustia se dispararon en un instante esperando lo peor.
En completo estado de histeria casi por mero acto de reflejo Marque inmediatamente al 911
-bueno! Por favor ayúdeme!
- si 911 cual es su emergencia?
- he encontrado a mi mama creo.... Creo.... Que esta.. Muerta ayuda por favor!! – gritaba ansiosamente, me ahogaba entre gritos mientras las lágrimas recorrían mis mejillas sin parar.
Ni si quiera escuchaba al operador y en un instante dejando el teléfono a un lado, me quede con la mirada perdida dirigida al cuerpo de mi madre pero en realidad no estaba viendo nada, solo el vacío, el negro abismo en el que ahora se convertiría mi vida. Sin aceptar lo que estaba pasando
Se volvió a escuchar un extraño ruido.
De las sombras del pasillo lo vi. Esos ojos color ámbar que brillaban en la profunda oscuridad.
De repente no se escuchaba nada, ni los grillos que arrullan la noche, solo un hórrido silencio...
Esos ojos, esa sombra pronunció palabra:
-tu la mataste – repetía una y otra vez y entre fuertes carcajadas la sombra de ojos amarillos y brillantes comenzaban a desvanecerse, las carcajadas seguían escuchándose estruendosamente cada vez más fuerte retumbaban dentro de mi cabeza...
Esa risa, esa risa que jamás podré olvidar, esa risa que me persigue y me perseguirá toda la vida.

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