Autoexterminio

Cuando la tierra sienta el veneno que le hemos inyectado, cuando las nubes sientan los gases tóxicos, que por las industrias han sido emanados, cuando el aire deje de temperarse y se convierta en óxigeno muerto, contaminado, solo allí, solamente en ese instante conoceremos el mal que a la naturaleza le hemos causado.

Cuando los mares se hayan secado, no sin antes provocar riadas e inundaciones, huracanes y ciclones, dejando de dar vida a sus especies, desesperados por lluvias que no caerán o lo harán envenenadas. Cuando, así mismo, se descongelarán glaciares, se secarán los ríos, cancelando sus afluentes y  torrentes, entenderemos que no hemos sido benevolentes con sus aguas que guardan alimentos, que sacian nuestra sed en todo momento, permitiéndonos el aseo y llenándonos de vida sin condicionamiento.

 Lloraremos lágrimas de culpa, nunca tendremos consuelo, el daño ya está hecho, de la naturaleza no obtendremos alimentos, enfermará la vida, llegarán las pestes, la morbilidad. Moriremos de hambre, ya no obtendremos alimentos, entonces no nos cabe ningún derecho de alterar estos tres elementos.

Cuando el campo se canse de parir tantos productos, en ese momento nos daremos cuenta, o sea cuando ya sea tarde, todo lo inconsecuente que hemos sido como humanos de no cuidar su sagrada armonía y destruir nuestra propia morada.

Cuando el último árbol se lo haya derribado o el calentamiento global lo haya convertido en cenizas, entonces entenderemos lo mal que hemos actuado y todo lo que se ha sacrificado. Sentiremos la destrucción de la barrera protectora que filtra el monóxido de carbono y lo convierte en sano óxigeno que respiramos, todo ello se habrá difuminado, provocando la histeria colectiva, estampida humana, muertes y tragedias que como hombres hemos provocado.

¡Entonces! será tarde, no habrá ninguna disculpa, la vida en la tierra se habrá marchitado, con ello la especie humana se ha autoexterminado.